Miguel Mojarro
Hay un casino en Bollullos, La Peña («Los Topos»), que se asienta en la esquina más transitada de la Localidad.
Bueno, lo había, porque es una de esas joyas desaparecidas que dejan huella en quienes hemos estado en su acera y charlado con sus socios, mientras pasaban por esa esquina todos los coches que iban a Matalascañas. Bueno, antes de que existieran las circunvalaciones dichosas, que han borrado uno de los encantos de nuestros pueblos: Transitar despacio por sus calles, gozando de la presencia de sus habitantes sentados en las puertas de sus casas, disfrutando de las noches del verano del Sur.
Ya no está el casino de «Los Topos», ni la antigua carretera de Matalascañas está llena de gente a nuestro paso.
«Los Topos» era un casino fundado por trabajadores del campo en su mayoría, como réplica al otro de «los ricos», para poder tener también un lugar en el que hacer lo mismo que hacían en los bares: Jugar beber y charlar.
Allí, en su magnífica acera, amplia, animada, comencé una tarde de buena primavera, la relectura de «La rebelión de las masas». Es libro para releer al cabo de años de la primera lectura y en sitio motivador, como es (era) este casino de «Los Topos». Para releer con sosiego o para leerlo en situaciones como la actual de pandemia no deseada.
Considero que esta situación es motivo mas que suficiente para poner a nuestras neuronas a reflexionar sobre algunos aspectos de nuestra sociedad «evolucionada».
José Ortega y Gasset nació en Madrid, en 1883 y nos dejó una amplia muestra de su pensamiento, hasta su fallecimiento en 1955.
Ortega es como el Mayo francés del 68: Todo el mudo estaba allí, sobre todo los de la generación que entonces tenía la edad adecuada. También todo el mundo ha leído a Ortega, sobre todo «La rebelión de las masas», libro que fue mítico en su momento.
Pero es mentira. En el Mayo Francés, estuvieron solamente una docena de españoles y esos no lo dicen. Y «La rebelión de las masas» lo leyeron unas cuantas docenas de los veinteañeros de la época, pero no los miles que dicen haberlo hecho.
No importa. Siempre es momento adecuado de leer una joya del pensamiento como este ensayo. Más, teniendo en cuenta ese momento de reflexión en el que estamos. Bueno, en el que deberíamos estar, porque si esta pandemia no nos hacer pensar en muchas cosas, … (Sugiero la lectura de nuestros artículos publicados en Huelva Buenas Noticias del pasado mes de abril sobre la covid19. Todavía no se había desatado la fiebre de decir cosas de la pandemia. Nosotros y Huelva Buenas Noticias, ya lo hicimos antes de que «pasara el toro»).
https://huelvabuenasnoticias.com/2020/04/10/coronavirus-y-el-futuro-de-la-sociedad-occidental/
https://huelvabuenasnoticias.com/2020/04/21/coronavirus-y-el-futuro-de-la-sociedad-occidental-ii/
https://huelvabuenasnoticias.com/2020/05/07/el-coronavirus-y-los-casinos/
De Ortega se puede leer cualquier cosa, de cualquier libro, abriéndolo por cualquier página. El único problema es lograr hacerlo en momentos en que nuestra neurona de la reflexión esté activa. Pero eso siempre es provechoso.
La «Revista de Occidente», su fundación universal. «El Espectador», su obra mas amplia. «La rebelión de las masas», el mito.
Filósofo y ensayista español de aquel primer tercio del XX, en el que el novecentismo campaba en Europa.
Pero en España, sus «enemigos» estaban en los que lo consideraban del «Régimen» y los que lo consideraban contra él. Lo de siempre: Si gusta, es de los nuestros. Si no gusta, es de los otros.
Es buen momento para disfrutar de este ensayo magnífico y en el que hay cosas intemporales que se proponen y analizan.
Dicho queda. Espero que escuchado.
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