La Huelva del ‘nos cabe tó’, la fuente de la Plaza de las Monjas

María Rocío C. Admito que desconocía el proyecto de renovación, sustitución o ‘adecuación’ de la fuente de la Plaza de las Monjas. Aunque una está curada de espanto, entono el mea culpa porque reconozco también que tenía inquietud, a sabiendas de como se las gastan en esta ciudad a la hora de ‘innovar’ en lo estético de lo urbano.

Y esa preocupación, lógica por los antecedentes, al ver esta imagen que encabeza las líneas libres que estoy tecleando he comprendido que estaba más que justificada. Resulta que ya tenemos nueva fuente de la Plaza de las Monjas, ¡y que fuente!

Ya en su día el ‘Colón’ que nos colocó Perico -descontextualizado, bastante previsible, con sabor a copio y pego- pensábamos que estaba metido con calzador. No veíamos mucho sentido a poner un Colón en la Plaza de las Monjas y despistar al visitante cuando tenemos un Colón, maravilloso, con un valor histórico y artístico excepcional en la Punta del Cebo. Y ello no es, ni mucho menos, una crítica al escultor Elías Rodríguez Picón, porque entiendo que hizo lo que le encargaron.

Pero como en esta Huelva de nuestra alma siempre cabe espacio para la sorpresa ahora nos vemos con este ‘remate’ del céntrico lugar, con una fuente que -salvando las distancias y en chiquitito– nos recuerda un poco a la que se puso también -en ese alarde ‘fuenteril’ de aquellos tiempos- en la entrada de Huelva viniendo de Sevilla. Si, esa que está a la derecha según llegamos con el coche, al lado del Hotel AC. Vamos, horrorosa, sin uso y sin sentido.

Como también me considero autocrítica, me pregunto si al final en realidad lo que soy es una pejiguera y me quejo por todo y de vicio. En una traslación histórico-empática ahora me pongo a pensar en lo que sentirían los huelvanos de entonces cuando el ayuntamiento postguerrero erigió en ese lugar la Fuente Magna, por ejemplo. Es verdad que tenía un estilo que podía pegar con el majestuoso edificio del Banco de España pero, aunque sabemos que en gustos no hay nada escrito, supongo que habría quien consideraría que la fuente en cuestión era fea sin paliativos.

Y le doy vueltas, miro y miro la fotografía, y trato de cuestionarme el punto de vista, pero siempre termino concluyendo que no hay por donde cogerlo. Incluso si fuese de los o las que defienden a ultranza ese Colón en la Plaza de las Monjas como el Colón de Huelva -que no lo soy en absoluto- estaría bastante decepcionada. El resultado de esta reforma empequeñece lo que debería ser -en su caso- una fuente monumental en la céntrica plaza y, así mismo, empequeñece a la propia estatua de Colón, uniéndolas por esa base de discutible gusto para ese lugar y dejando al almirante genovés en el borde de la misma.

También he dudado un poco, pensando si esto era en serio, si esa fuente es realmente la que va a reemplazar a la que teníamos que, discreta y si funcionase -quitando los azulejitos azules, eso si-, cumpliría con creces su labor estética y funcional. ¿No será una broma? Parece que no, como tantos pasos en diagonal dados en nuestra antigua villa, desbaratando en cuatro o cinco décadas todo un estilo que podría considerarse humilde, pero desde luego auténtico, propio y entrañable.

He leído una graciosa ocurrencia que circula en redes sociales habida cuenta de esta nueva fuente que nos deleitará estéticamente en este punto tan neurálgico de la ciudad. Y es que ese pedestal cilíndrico que le han puesto al Colón permitiera que este pudiese ser giratorio. Original desde luego sería… y ‘totá, ya de perdíos al río‘.

Pero después de pensarlo mucho, y bastante espantada por el bodrio -uno más en una ciudad tan castigada- que tendremos que ver una vez termine la -encima- eterna obra, la conclusión es que aquí, en Huelva, ‘nos cabe tó‘.