RFB. Un día decidió dar un paso más y entró en el mundo de la gestión universitaria. Yolanda Pelayo Díaz era, es, profesora titular del Área de Organización de Empresas. Pero no una profesora anodina, sino extremadamente inquieta. Ha demostrado una evidente capacidad para asumir retos. Por eso primero fue vicerrectora en la Universidad de Huelva y luego en la Internacional de Andalucía, comandando la sede rabideña.
Decidió, nuevamente, volver a lo académico. Pero ya sus ‘máquinas‘ se habían acostumbrado a un grado de revoluciones que no le permitían bajar el ritmo. Por eso se dedicó a diseñar proyectos para tratar de obtener fondos internacionales como el que está desarrollando actualmente, uno de los más cuantiosos de los alcanzados por la Onubense. Además dirige la Cátedra de la Provincia y trata cada día de alcanzar la máxima eficacia en su, fundamental, apartado docente.
En el contexto del proyecto citado, en estos días organiza un evento multiplicador internacional, titulado ‘Participación Estudiantil, Buen Gobierno y Retos de la Educación Superior‘. En este congreso cuenta participando a un centenar de investigadores del Reino Unido, Bélgica, Portugal, Rumanía, Dinamarca, y España, entre otros países.
Vitalista y natural, Yolanda empatiza con la sonrisa, las distancias cortas y la alegría de vivir; y defiende con uñas y dientes a la Universidad de Huelva, en la que cree y para la que trabaja arduamente, de forma que esa defensa no se queda solo en palabras.
-Le preguntamos en primer lugar por ese proyecto concedido en Octubre de 2019 y con una duración hasta mayo de 2022. Un proyecto europeo, muy competitivo, de Erasmus Plus, de la modalidad K-203 de Asociaciones Estratégicas.
-Se nos ocurrió a un compañero que siempre trabaja conmigo y a mí el hacer algo innovador. Los proyectos europeos en esta línea K203 siempre iban orientados a la docencia o a la investigación de una forma convencional. Pero nunca se ponía como foco al estudiante. Sabíamos que era una convocatoria muy competitiva y teníamos que plantear algo muy innovador y que gustase mucho para que nos lo seleccionaran.
-Es un proyecto encaminado a la participación estudiantil. Entre las propuestas españolas, de 120 proyectos quedamos en la decimoctava posición. En principio solicitamos 400.000 euros para desarrollarlo, y nos concedieron 320.000 euros, una cantidad considerable.
-Consiste básicamente en que nosotros hemos puesto como foco al estudiante, como colectivo, como un elemento clave y crucial en el espacio europeo de educación superior. Básicamente en este proyecto lo que queremos es incentivar la participación estudiantil creando una serie de productos encaminados a ello. Poner el foco en el estudiante como motor en el gobierno de la universidad y también motor para que no se produzcan desigualdades dentro de la propia universidad. Tenemos muchos productos que debemos elaborar hasta mayo de 2022.
-A finales de 2020 presentamos la ‘Carta de Derechos Estudiantiles’. En la Universidad de Huelva tenemos muchísimos medios al alcance del estudiante para que participe en diferentes ámbitos de la institución, en el ámbito de gestión, en el ámbito de gobierno, en el ámbito académico, en los ámbitos de calidad, social, cultural y deportivo. Sin embargo los estudiantes no lo aprovechan. Hay que incentivar, hay que motivar a que el estudiante aproveche esos medios a su alcance. Es muy positivo que en la universidad tomen decisiones los estudiantes o participen en la toma de decisiones, tanto a través de órganos colegiados como unipersonales.
-Desde luego nos podemos sentir orgullosos como universidad porque tenemos unos medios muy disponibles y muy regulados por la normativa nacional, la autonómica, el estatuto del estudiante y las distintas normas propias de la Universidad de Huelva. Sin embargo, como decimos, la participación estudiantil es muy pequeña. Y esto no es un problema nuestro, sino de todas las universidades, es estructural.
-¿A qué crees que se debe esa falta de participación de los estudiantes?
-Como he dicho es algo común en el sistema universitario. En nuestro proyecto tenemos como socias a otras dos universidades, la Universidad de Ébora y la Universidad de Ciencias Aplicadas, la Upper Austria. Básicamente todas planteamos la misma problemática. Pero aún así, incluso comparándonos con estas universidades, nuestro sistema de participación es mucho más avanzado que, por ejemplo, el de las universidades del centro de Europa. Portugal y España somos muy similares. Estamos trabajando en unas guías metodológicas, hemos terminado la Carta Estudiantil, en lo que somos pioneros en Europa. Estamos creando unos índices de medición.
-Uno de los socios también es la ESU (European Student’s Union) que aglutina a todas las universidades europeas. Son partners del proyecto, igual que la DEVA, la agencia de calidad andaluza, para garantizar la calidad del proyecto.
-La verdad es que no sabemos cual es el origen de la falta de participación estudiantil. Estamos trabajando para crear propuestas innovadoras para ver si podemos cambiar en alguna medida la situación. Realmente es un problema, algo que no pasaba antaño, en nuestra época de estudiantes.
-El proyecto implica la elaboración de siete proyectos innovadores. Se les llama productos intelectuales. El primero de ellos es la referida Carta de Derechos Estudiantiles. Muchas veces el problema se genera porque los estudiantes no saben en que pueden participar. Nosotros hemos hecho dos versiones de la Carta, una larga y otra corta (de nueve páginas y con infografías), para que sea de más fácil lectura, propia de la inmediatez que les mueve. En ella le mostramos en los tres ámbitos que pueden actuar, participar, en el docencia, en el de gobierno, y en la parte social y deportiva.
-Muchos alumnos desconocen la propia estructura de la universidad. No saben ni lo que es el Claustro, ni el Consejo Social, ni otros órganos colegiados o unipersonales. Tratamos de hacerles ver, de una manera gráfica, que ellos también pueden influir de forma directa en las decisiones que se toman en la universidad. Por ejemplo, les informamos de que pueden compatibilizar estudios universitarios con una práctica deportiva de alto nivel. Así mismo, la Universidad ha sacado el Estatuto de Estudiante Deportista; o que los estudiantes pueden hacer un paro académico porque quieran hacer una asamblea. Pocas universidades tienen reconocido este derecho, y la de Huelva lo tiene. Hemos intentado con esta carta, con el lenguaje que ellos suelen utilizar, que conozcan lo que tienen a su alcance.
-En la guía metodológicas pretendemos incorporar las mejores prácticas en términos de participación estudiantil que se llevan a cabo en Europa. Consideramos mecanismos para fomentar las competencias blandas. Después de la Carta, que es un punto de partida, desarrollamos planes de actuación, planes integrales para incentivar la participación, pero con hechos y objetivos cuantificables.
-¿Qué canales utilizáis para la difusión de estos productos?
-Precisamente Europa nos mide mucho los impactos y las evidencias. Aparte de la difusión externa, internamente que es lo que nos interesa, además de las pantallas flash, el correo electrónico de todos los estudiantes, en los distintos canales enlazados en la web de la Uhu, y en perfiles de redes sociales. En el punto de información al estudiante está colgada su carta de derechos.
-Aunque eres joven, ya tienes una extensa trayectoria en la Universidad. ¿En que situación te sientes, te encuentras ahora como profesora, como definirías tu momento?
-Pues… -resopla un poco-. Bueno, tu sabes que yo me llevé muchos años en la gestión pura y dura. Diez años de manera ininterrumpida -4 en la Uhu y 6 en la Unía, como vicerrectora). Gestión que es muy bonita pero que comportan mucha responsabilidad y que ya sabemos que te hace un parón en tu vida académica, tu carrera profesional. Pero, bueno, son opciones que se toman en la vida y que te aportan muchísimo a nivel personal y a nivel profesional también.
-Cuando volví me tuve que poner al día con la docencia con lo que llevo cuatro años muy enfocada en la docencia. Intento hacer algo de investigación y en este tiempo también me he dedicado a la elaboración de proyectos. Uno anterior en el que nos quedamos en puertas y este que ha sido felizmente aprobado. Aquel lo seguiremos intentando. Es de un millón de euros, mucho más ambicioso económicamente. También estoy gestionando la Cátedra de la Provincia, de la Diputación, que es una Cátedra bastante potente.
-Ahora mismo estoy feliz, muy contenta con lo que estoy haciendo. Muy motivada, muy satisfecha. y, bueno, yo creo que tal y como están las cosas tampoco puedo pedir mucho más. De cara al futuro sinceramente no se… lo que venga -sonríe abiertamente-.
-¿Porqué te quedaste a estudiar en Huelva?
-Bueno, era posible el estudiar aquí, y -se ríe- porque tenía a mi novio en Huelva podría decirte, que también es importante. Pero también porque pienso que teniendo una universidad como la de Huelva porqué voy a irme a otra. Creo muchísimo en la Universidad de Huelva, en su personal, que es muy competente. Para que me voy a ir fuera buscando algo que ya tengo aquí.
¿Y porqué estudiaste Ciencias Empresariales?
Pues -respira hondo-, no es algo que lo tuviera vocacional. Yo hasta el último momento quería estudiar veterinaria. Y a mí me gusta el campo, me gustan los animales. De hecho mi tesis doctoral tenía como tema a la economía agraria. Sinceramente opté por esta carrera porque me convencieron en casa. Me dijeron que estudiase una carrera con más salidas, más trasversal, que pueda tener una mayor polivalencia laboral.
Y ahí me metí, pero sin ningún tipo de conocimiento previo de los contenidos. Entonces no había orientación como ahora para los estudiantes que terminan las enseñanzas medias. Podríamos decir que fue una casualidad de la vida. Y… bueno, aquí estamos, y muy contenta.
¿Pensabas al iniciar tus estudios que podrías terminar siendo profesora universitaria?
Cuando empecé la carrera no, pero cuando fui avanzando en los cursos, cuando tuve contacto con Manolo Carrasco, con Alfonso Vargas, pues ya tuve teniéndolo más claro. Me gustaban mucho las materias. Recuerdo que fue salir y tenía claro que me iba a dedicar a esto. Me matriculé en los cursos de doctorado, estuve trabajando un tiempo mientras estudiaba. Las sustituciones de verano de Cajahuelva en aquel entonces, de mayo hasta octubre. Pero me gustaba la docencia, me gustaba el mundo universitario, la investigación.
¿Quién fue tu mejor profesor?
En la carrera tengo muy buen recuerdo de Alfonso Vargas, era muy buen docente. Y también era muy buena docente Manuela Adelaida de Paz, profesora de Estructura. En primero también me dejó mucha huella Pilar Martín Zamora. En Contabilidad nos metió tanta ‘tralla’ desde el principio… Para mi esos profesores me marcaron mucho. Fueron buenos, de los que uno sale diciendo son duros pero se aprende.
¿De la gestión empresarial cual es el ámbito específico que más te interesa?
El de los Recursos Humanos, la Gestión de Personal. De hecho llevo veintidos años de los veinticuatro de docencia enfocada en la Gestión de Personal. Hasta tal punto que a María Jesús Moreno y a mi se nos metió en la cabeza el montar el Master de Dirección y Gestión de Personas. Se nos presentan más de doscientas solicitudes cada año para treinta plazas.
Es la parte que más me gusta y la que creo que tiene más futuro. El escenario cambiante, las nuevas formas de gestionar a las personas en situaciones inéditas. La irrupción del teletrabajo, la flexibilidad, hay muchos aspectos susceptibles de evolución.
¿Qué entiendes por un buen profesor universitario?
Un buen profesor universitario es aquel que se prepare bien sus clases, que se preocupe por el estudiante, y que esté al día. Lo fundamental es que se interese por los estudiantes, ser accesible y estar al día en las materias que imparta.
El docente siempre se tiene que alimentar de su investigación. Lo que pasa es que la mayoría de las veces los docentes damos una materia y luego las líneas de investigación van por otro lado. Lo ideal sería que coincidieran. Pero bueno, estando al día en las materias se puede realizar un buen desempeño docente.
¿Cuáles son las debilidades de nuestra universidad sobre las que a ti te parecería más pertinente actuar? ¿Donde tenemos que mejorar y de que crees que podríamos vanagloriarnos más?
Yo creo que para nosotros es muy positivo ser una universidad pequeña. Tiene ventajas porque todo es mucho más manejable, somos más flexibles, con un número adecuado de estudiantes; pero también inconvenientes. El principal es que por ser pequeña tenemos menos financiación. El nivel del profesorado es similar al de cualquier otra universidad. Hay gente excelente y gente en escalones menores, insisto como en todos lados. Pero al ser pequeña tenemos una mejor capacidad de adaptación. Un ejemplo es la situación derivada del covid-19.
Precisamente la experiencia de adaptación por el tema covid-19 abre interrogantes sobre la definición futura. ¿Volveremos al escenario anterior? La presencialidad para muchos es esencial.
Es verdad que como las clases presenciales no hay nada, pero creo que se ha abierto un camino a fórmulas mixtas, ya probablemente irreversible. Se han abierto verdaderas oportunidades. No podemos perder la presencialidad, pero esta nueva realidad nos permite complementarla.
¿Qué te falta para culminar tus aspiraciones profesionales y personales?
Estaría más satisfecha si tuviera, y lo tengo que conseguir, más tiempo para relajarme, centrarme y enfocarme en la investigación. Necesito concentración. Tengo veinte platillos chinos dando vueltas continuamente y eso no facilita el estar centrada. Cuando termine estos proyectos quiero enfocarme en la investigación. Lo que pasa, también, es que me gusta tanto lo que hago que renunciar al algo me produce cierto pesar, cierta pérdida. Pero realmente en el mundo universitario si quiero seguir avanzando debo enfocarme.
Gracias, Yolanda, y enhorabuena.