Mari Paz Díaz. Enclavadas en las Marismas de Isla Cristina, las Salinas isleñas han pasado de ser una actividad artesanal, a partir de la cual se extrae sal pura y de gran valor, a convertirse en un auténtico reclamo turístico para unos visitantes que encuentran en este escenario un lugar con un enorme atractivo. Con una extensión de unas 15 hectáreas, estas salinas llevan en funcionamiento desde 1955 en pleno contacto con la naturaleza, dada la riqueza medioambiental de estas marismas que son habitadas por zarapicos, garcetas o flamencos, entre otras aves.
En concreto, las Marismas de Isla Cristina abarcan 2.145 hectáreas entre Isla Cristina y Ayamonte, en las desembocaduras de los ríos Guadiana y Carreras. Un Paraje Natural muy influenciado por las mareas atlánticas que constituye una destacada área de reproducción de ardeidas y otras aves de zonas húmedas, al igual que para el paso e invernada de limícolas, gaviotas y charranes. Su formación ha necesitado un largo y complejo proceso que se ha visto acelerado por la acción del hombre. Así, el depósito de sedimentos aportados por el río Guadiana, unido a la fuerza de las mareas, ha originado un extenso complejo de marismas mareales que incluye caños, brazos, esteros, canales y llanuras fangosas.
Unas salinas que han sabido mantener su esencia durante décadas, pero que también han querido adaptarse a los nuevos tiempos y, hoy en día, apuestan por su explotación turística mediante visitas que permiten al usuario conocer el proceso de extracción de la sal, contemplar las aves, diferenciar cada uno de los tipos de sal o adquirir productos de carácter único.
Unas posibilidades turísticas que han sido estudiadas desde el punto de vista científico por el isleño Juan Manuel Cárdenas Rojas, que, a sus 35 años, acaba de terminar su tesis doctoral titulada ‘Salinas y turismo. Una propuesta de desarrollo local a través del turismo en las salinas. Estudio del caso de Isla Cristina’. Un interesante trabajo de investigación que ha dirigido el catedrático de Geografía y vicerrector de la Universidad de Huelva, Juan Antonio Márquez Domínguez, y que fue presentado el pasado mes de mayo en la Onubense.
Un acontecimiento que fue la culminación de un largo proceso en el que ha venido trabajando este onubense. Y es que, tras finalizar la Diplomatura de Turismo en 2007, Juan Manuel amplió su formación académica con el Máster en Desarrollo Local y asignaturas del Máster en Patrimonio, el Máster en Economía Regional y el Grado de Psicología, todo ello en la Universidad de Huelva. Titulaciones que le aportaron una sólida base con la que hacer el doctorado.
Una tesis doctoral que le ha permitido poner de manifiesto que las Salinas de Isla Cristina no sólo cuentan con un pasado, sino que también mantienen muchas posibilidades en el presente y en el futuro con su diversificación hacia otras actividades económicas como el turismo. Ideas que nos expone y amplía en esta entrevista concedida a Huelva Buenas Noticias.
-Juan Manuel, ¿cuáles fueron tus motivaciones para realizar esta investigación?
–Encontrar una nueva salida para el turismo en Isla Cristina. Además, hasta la fecha, nadie había realizado una tesis con la localidad isleña como tema principal, por lo que la motivación era doble.
-¿Cuál ha sido su objeto de estudio?
-He estudiado la importancia de la sal a nivel de la salud y su proyección a lo largo de la historia, así como otros modelos de salinas turísticas marítimas a nivel internacional, nacional y regional, sin olvidar su repercusión en el desarrollo local.
-Muy interesante centrarte en este aspecto de Isla Cristina…
-Sí. Considero que Isla Cristina necesita mejorar como destino turístico, evitando la masificación de las playas y ofreciendo una oferta durante todo el año para acabar con la estacionalidad y la pérdida de trabajo fuera del periodo estival. Y si a esto le sumamos la necesidad de una mejora turística y mi deber de devolver a Isla Cristina todo lo vivido, considero que realizar una tesis sobre mi ciudad era obligado.
-¿Cuáles son las principales conclusiones de la investigación?
-Son dos cuestiones las que llaman especialmente la atención de este trabajo. En primer lugar, que las salinas marítimas artesanales y mixtas son una actividad sostenible desde un punto ambiental y desde la óptica turística, relacionándose positivamente con el desarrollo económico local mediante la creación de nuevos empleos directos e indirectos. De la misma forma, estas salinas son sostenibles desde un punto de vista turístico en el ámbito local, permitiendo dar solución a los problemas de la estacionalidad y fomentando el desarrollo social local y el rescate de espacios tradicionalmente manejados para su conservación. Y así lo prueban las experiencias de diferentes servicios y productos inducidos por las explotaciones salineras.
-Un tema, por tanto, de actualidad y con gran proyección para el futuro.
-Por supuesto. La tesis es actual debido a que no existe ninguna investigación previa que relacione turismo y salinas, por lo que ha sido pionera en este sentido. Además, los modelos estudiados han sido investigados a lo largo del tiempo para analizar su evolución con el objetivo de mejorar las salinas, como sucede en el caso de Isla Cristina.
-¿Qué ha supuesto para ti presentar esta tesis?
-He dedicado mucho tiempo y dinero a este estudio debido a que no he podido disfrutar de ninguna beca, por lo que he tenido que trabajar en muchos lugares lejos de mi ámbito profesional. Pero todo ello se sobrelleva teniendo una fantástica mujer a mi lado, una gran familia y un Departamento de Geografía excelentísimo. También aprovecho para dar las gracias a Juan Antonio Márquez y a José Manuel Jurado por transmitirme serenidad e ilusión durante los tres años de doctorado.
-El tribunal ha estado conformado por José Manuel Jurado Almonte (Huelva), María José Cuesta Aguilar (Córdoba) y Enrique López Lara (Sevilla). ¿Qué han valorado de tu trabajo?
-Principalmente, han llamado la atención sobre la originalidad y la función práctica y sostenible del tema expuesto. También valoraron el esfuerzo personal y las oportunidades para el desarrollo local en la provincia de Huelva. La nota fue de Sobresaliente, la cual considero justa, debido a que para conseguir el Cum Laude debería haber pedido prórroga o haber conseguido algún tipo de beca que me permitiera ese salto de calidad que merecen las tesis Cum Laude.
-¿Tienes previsto publicarla?
-Sí, pero más adelante. En principio, debo revisar las observaciones realizadas por el tribunal y cambiar el formato para una lectura más llana dirigida a todo tipo de lectores.
-¿Qué estás haciendo en la actualidad?
-Actualmente, estoy en lista de espera para profesor sustituto interino en la Universidad de Huelva y quiero continuar mejorando tanto en nivel de investigación como en la enseñanza, por lo que realizaré algún máster en la UHU.
-¿Tienes algún otro proyecto?
-Mi intención es estudiar todas las salinas turísticas de Andalucía y de España, ya sean marítimas, de gemas o de manantial. Y analizar todos los servicios turísticos que ofrecen para mejorar la viabilidad de las salinas y evitar su abandono.
-¿Algún mensaje a los jóvenes universitarios onubenses para terminar?
–A los estudiantes que quieran realizar un doctorado les digo lo siguiente: Lo primero es que el doctorado es más una exigencia psicológica que de rendimiento académico. Los estudiantes deben realizar la tesis durante tres años, en solitario y sin ayuda de personas, debido a que, posiblemente, tu tema de exposición es novedoso, que es igual a que solamente tú sabes de ello. El porcentaje de sufrir depresión es del 75%, lo que conlleva al fracaso de la tesis. Yo he tenido la suerte de tener un ambiente envidiable (mujer, familia, amigos, profesores) en cuanto al apoyo sobre mi investigación.
Y, segundo, que considero que se debe realizar la tesis por motivos de superación personal. Desde los 10 años tenía presente que una persona debe alcanzar lo máximo a nivel académico para después volcar su conocimiento en el mundo laboral. Las tesis realizadas para conseguir puntuación en un baremo u orientadas a conseguir llanamente el título de doctorado, al fin de obtener un trofeo, son de una calidad cuestionable y no aporta nada ni a la sociedad, ni a la universidad, ni al doctorando en sí mismo.
Por último, me gustaría volver a dar las gracias a la Universidad de Huelva, especialmente al Departamento de Geografía, a mis amigos, a mi familia y, principalmente, a mi mujer, por su apoyo diario durante los tres años de la tesis.