Una familia se encuentra en el salón de su chabola un ramo de rosas, un diamante y una enigmática nota al regresar de sus vacaciones en un Resort de Punta Umbría

Un día de playa cualquiera.
Un día de playa cualquiera.

José Manuel Alfaro / Sección especial ‘El Cuaderno de Muleman’. Los miembros del Clan del Cabezo, que se encontraban pasando unos días de vacaciones en un Resort cercano de la Playa de la Bota, se encontraron al llegar a casa con una ramo de doce rosas rojas, un diamante con forma de diente y una enigmática nota sobre la mesa del salón. La entrada, que parecía no haber sido forzada, hace pensar que el autor de los hechos podría ser alguien de la familia que conocía el lugar secreto donde esconden la llave de la puerta principal. Los agentes que se han desplazado hasta el lugar para llevar a cabo la investigación, han tomado huellas de la piedra bajo la cual los propietarios de la chabola suelen esconder la llave del candado, y han procedido a realizar pruebas olfatométricas del ramo de rosas para conocer su procedencia, fotos de la nota para realizar una examen caligráfico del texto, así como del diamante que podría alcanzar un cuantioso valor en el mercado joyero. En estos momentos, los investigadores tiene abiertas dos líneas de investigación. La primera es que podría tratarse de una señal de aviso, ante un inminente ajuste de cuentas por parte del un clan rival vecino, con los que mantienen una tensa relación por diversas disputas por las zonas comunes donde tienden la ropa y la segunda hipótesis, y es, la que hasta ahora está cobrando más fuerza, es que se trataría de un ritual vudú o similar, que tendría como objetivo expulsar a los miembros de este Clan del Cabezo, para facilitar las labores de urbanización y evitar un proceso de desahucio que podría alargar el desalojo meses, incluso años. A pesar del revuelo que se ha producido en el barrio con el suceso, los afectados han continuado con su vida normal nada más irse la policía científica, al mismo tiempo que uno de los afectados masculinos ha contestado a algunas de nuestras preguntas antes de entrar a deshacer sus maletas.

Desayuno en el Resort.

-¿Se volverían a ir de vacaciones otra vez?
-Sin duda lo haría. Hemos pasado unos días intensos en la playa, en los que hemos podido desconectar, broncearnos, refrescar nuestros cuerpos después de días de intenso calor con el aire acondicionado roto en nuestra modesta vivienda. Hemos pescado, cocinado, recolectado coquinas en la orilla, hemos defecado entre los arbustos, nos hemos bañados desnudos durante horas. Hemos vivido tan salvajemente estos días en la playa, que hemos visto resplandecer las estrellas sobre nuestras cabezas como nunca. Han sido las mejores vacaciones de verano de nuestras vidas, en las que no nos ha faltado de nada, porque esto de hacerse pasar por cliente de un Resort ha sido la mejor experiencia que hemos tenido jamás.


Festival de Cine de Huelva

Vista aérea de la playa.

-¿Se echa de menos el hogar cuando se está fuera?
Si le dijera que no, estaría mintiéndole, porque, por muy bien que se esté de vacaciones, aunque te pongan todo por delante, comas y bebas cosas que a las que ni siquiera te acercarías el resto del año, hay algo que no te puedes llevar de viaje y es tu almohada, tu colchón, las sábanas con las que te arropas de madrugada. Llámalo nostalgia o como quieras, pero cuando se está de vacaciones hay un hilo de nuestro yo ,que no logra romperse del todo, y que a medida que pasan los días, se hace más denso y fuerte, que termina tirando de ti con tanta fuerza, que te arrastra sin quererlo al hogar. Si esto no fuera así, no existiría la palabra nostalgia, tampoco viaje, ni vacaciones, ni destino, seríamos nómadas de lo que se conocería como “el gran lugar”.

Moto náutica en la playa.

-Pero, volver de vacaciones y encontrarse la postal esa en el salón, ha debido ser impactante, ¿no?
-Impactante es ver a un hombre enterrando una sandía de 10 kilos en la orilla de la playa a las 10 de la mañana y sacarla a las tres la tarde y comérsela de una sentada. Ya estamos acostumbrados a este tipo de episodios, que se repiten con demasiada frecuencia, tanta como los episodios de bronceado sin protección solar, los bañistas sacudiendo la toallas sobre ti, los niños salpicándote mientras estás con las silla sentado en la orilla, el balonazo de turno del partidito de la mañana, el fumador que termina su cigarro y tira su colilla a la arena, el come pipas y el come avellanas de turno, el de la cometa que termina estampándola en toda la espalda, el incauto se pone a nadar mar adentro como si fuera el mismísimo Johann Weissmüller, el tontera de la moto náutica intoxicando la playa con su humo y así un sinfín de especímenes playeros que bien podría quedarse en sus casas.


Puerto de Huelva

Un nadador incauto en la playa.

-¿Quién cree que está detrás de estos hechos?
-Sea quien sea, nos conoce muy bien, sabía perfectamente donde estábamos, donde escondíamos las llaves de nuestra casa. Pero sea quien sea, tiene que saber que ya es tarde para arreglar las cosas, las heridas no se curan con pétalos de rosas rojas, ni con diamantes, por cierto ahora mismo voy a ir a una tienda de empeños del centro de la ciudad a canjearlo por dinero en efectivo, que nos vendrá muy bien ahora, porque aunque nadie lo dice nunca, irse de vacaciones es un lujo que no está al alcance de todos. Porque, por muy bien que te organices, irte de vacaciones es como el que se va un día a un parque de atracciones y se llevas escondidos unos bocadillos y una botella de agua en la mochila y, al final, termina cenando allí, comprando la foto que se hizo en una de las atracciones, tirando a las latas para conseguir un peluche y sucumbiendo a los encantos de un helado, una granizada y un paquete de patatas que termina dejándote vacía la cartera. Así que lo que nos darán por este diamante nos va a venir muy bien para que la cuesta de agosto no se nos ponga muy empinada. Y sobre la nota, todo eso de que se arrepiente de todo el daño que nos ha hecho, son paparruchas de vejete, que se hubiera preocupado antes por sus hijos, y lo hubiera pensando mejor cuando dejo a sus hijos y su mujer en la calle. Nosotros al final tuvimos la suerte de encontrar nuestra vocación, refugiarnos en la creación literaria nos salvo la vida, mientras mi madre limpiaba habitaciones de hostales por cinco euros la hora. Ahora mi madre esta jubilada cobra una pensión de mierda, pero es libre y vive como quiere y de lo que gana en el bingo todos los sábados.

Lágrimas de San Lorenzo.

-¿A dónde piensa irse el próximo año de vacaciones?
-No lo tenemos pensado aún, pero para el año que viene, ya con mi hijo y el de mi hermano nacidos, posiblemente alquilemos una casa de campo en La Palma del Condado para pasar unos días frescos entre viñedos. Eso o unos días en alguna casa rural en la Sierra, a la sombra de alguna encina.

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