HBN. Inmersos en la celebración de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Cinta, unas fechas entrañables en las que los onubenses pueden disfrutar de la cercanía de su Señora, se trata de un momento perfecto para echar la vista atrás y conocer cuáles son los orígenes del culto a la imagen Chiquita.
Las fiestas de la Cinta, tal y como hoy las conocemos, tienen más de 250 años de historia y fueron impulsadas en 1759 por un onubense afincado en México llamado Francisco Martín Olivares. Éste, antes de morir, manifestó en su testamento como una de sus últimas voluntades que cada 8 de septiembre se hiciera una procesión, con una función cantada y una eucaristía en honor a la patrona, y también a la Virgen de Guadalupe, dada su gran vinculación con México y la protección que de ella había recibido durante su estancia en el país hispano. Sobre ello se conserva un documento que reza así:
“Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo, D. Andrés Valiente,Cura Presvítero de esta villa, en nombre de D. Francisco Martín Olivares […] digo que por cuanto el nominado […] como fervoroso afecto e inclinado a la devoción de nuestra Madre y Señora de Cinta […] ha determinado fundar una memoria para que en cada año, y en el dia 8 de septiembre en que se celebra la &esta de dicha milagrosa imagen, se solemnice este acto con primera y segunda víspera, misa cantada con sermón y procesión; y asimismo se agregue otra memoria a Nuestra Señora de Guadalupe”.
Éste fue el germen de la imagen procesional de la Virgen, pues hasta ese momento sólo se disponía de laiconografía mural, cuya antigüedad no se sabe a ciencia cierta. Algunos creen que es visigótica, pintada entre los siglos V y VIII, mientras que otros, entre ellos Diego Díaz Hierro, la data en torno al siglo XII y algunos historiadores, incluso, en el siglo XV. Lo que sí es cierto es que tras la Guerra Civil, la pintura fue completamente restaurada tras sufrir grandes daños y en 1989 volvió a presentarse para su culto tal y como hoy la contemplamos.
La celebración del día de Nuestra Señora de la Cinta el 8 de septiembre parece que viene llevándose a cabo desde el siglo XVII, teniendo constancia de que ya en 1602 se realizaba una función en honor a la Patrona de Huelva en su santuario.
Cabe destacar que los cultos y devoción a la Virgen de la Cinta ni siquiera están datados. Dice la leyenda que en el año 400 un zapatero de Gibraleón de nombre Juan Antoniosufrió cuando iba de camino a casa un dolor en el costado y que, mientras imploraba a la Virgen por su Santísima Natividad encontró un cinto y, al colocárselo, el dolor desapareció. Cuando llegó a casa, dijo que había sido obra de la Virgen y en su honor construyeron una pequeña ermita en cuya pared se pintó una imagen de María con el niño desnudo en brazos pero con zapatos, en recuerdo del zapatero y su generosidad -regalaba zapatos a los niños pobres cada Navidad-, así como con una granada y un cinto, el cual valió a la imagen el nombre de Cinta.
Tres siglos más tarde, la pintura de la Virgen fue escondida tras maleza y un falso muro para salvarla de los invasores musulmanes, siendo encontrada en torno al año 1400 por Francisco Pedro, un pastor que mientras trepaba por una pared para intentar zafarse de un toro rompió el muro en cuyo interior se encontraba la valiosa imagen. La leyenda dice que el toro se postró al ver la pintura de la patrona de Huelva.
En cualquier caso, cabe destacar que la Virgen de la Cinta está considerada muy milagrosa. Se le atribuyen multitud de hechos inexplicables -uno de los más famosos, el haber protegido a Colón y sus navegantes cuando regresaban de su primer viaje al Nuevo Mundo-, incluso hace 100 años, en el santuario había un lugar donde se colocaban los exvotos u ofrendas que le llevaban por las peticiones que cumplía a los fieles.
Asimismo, la Hermandad de Nuestra Señora de la Cinta nació en la segunda mitad del siglos XIX, pues antes los encargados de preservar el fervor a la Virgen era el Gremio de Mareantes, siendo tras la desaparición por Ley de los gremios cuando se constituyó la Hermandad, que es la que se ha ido encargando de los cultos desde entonces.
Pero la devoción por la Virgen Chiquita , además de datar de tiempos inmemoriales, supera las fronteras onubenses. No sólo en nuestra tierra se le rinde pleitesía a su patrona, también existen diversas ciudades españolas donde se le guarda devoción.
En este sentido, un dato curioso es que antes de ser patrona de Huelva, Nuestra Señora ya lo era de otro municipio español, en concreto de la ciudad catalana de Tortosa, en Tarragona. Allí, después de años dedicándole las fiestas mayores -se celebran el primer domingo de septiembre– fue declarada alcaldesa perpetua de la localidad hace 152 años, el 19 de enero de 1863.
Según la tradición, la noche del 24 al 25 de marzo de 1178 la Virgen se apareció a un sacerdote al que le hizo entrega de una cinta y desde entonces se venera a esta Virgen en la localidad tarraconense.
Más de 500 años después, el 13 de enero de 1617, miembros la Cofradía del Rosario, con el apoyo del obispo Luis de Tena, fundaron la Cofradía de Santa María de la Cinta -actualmente Real Archicofradía de la Cinta-, con la orientación devocional que marcaba la tradición aunque también dedicada a otros servicios sociales como la atención a los presos.
Más recientemente, entre 1918 y 1919, se creó un himno a la Virgen, que suena a la entrada del relicario menor en la Catedral de Tortosa tras la procesión por la ciudad y que se ha convertido en uno de los momentos más emotivos de los actos religiosos de las fiestas mayores en su honor.
Los devotos tortosinos de la Virgen de la Cinta pueden venerar la imagen en plata obra de Francesc Via ubicada en el dormitorio de los canónigos de la Catedral de Tortosa, en el marco de la exposición permanente de la misma.
Otro rincón de Cataluña que tiene como patrona a la Virgen de la Cinta es la pequeña villa de Llimiana, perteneciente a la comarca del Pallars Jussà en la provincia de Lérida. Este pequeño municipio celebra el 15 de agosto la Fiesta Mayor de la Asunción de la Virgen y en la misa se cantan los gozos en Gloria de la Virgen.
La Virgen Chiquita leridana preside la iglesia Madre de Dios de la Cinta, el edificio más singular de todo el pueblo. Una edificación románica con planta de cruz latina, que data de finales del siglo XI, y que consta de tres naves, aunque originalmente tenía cinco. Una de ellas se perdió durante la desamortización de Mendizábal y la otra se ha transformado con el tiempo en capillas laterales.
El tercer lugar catalán en el que se venera a la Virgen de la Cinta es Barcelona. En la Basílica de Santa María del Pi, declarada Bien de Interés Cultural en 1931. La patrona de Huelva cuenta con una capilla con la imagen de la Virgen, obra del escultor Manel Martí Cabré (1942) que sustituye a la de A. Parera de (1924).
Por otro lado, en la capital española, en la calle Atocha 6, perteneciente al distrito Sol, en pleno corazón de Madrid, se encuentra ‘otro santuario’ de la Cinta, una capilla elegante y discreta en el interior de la parroquia de Santa Cruz que alberga un cuadro muy familiar si quien lo mira es onubense.
La Hermandad de Nuestra Señora de la Cinta en Madrid se fundó en 1958, siendo su promotora Inés Vázquez García, quien fuera camarista mayor de la Hermandad de la Cinta de Huelva. Esta mujer, dando cumplimiento a una promesa que le hizo a la Virgen por los favores recibidos, encargó un cuadro al pintor de San Silvestre de Guzmán José Martín Estévez, con el fin de que se le rindiese culto a la imagen en la capital de España.
Ademas, Vázquez deseaba que sus paisanos que vivían en Madrid, por razones profesionales o familiares, y que fueran devotos de la patrona de Huelva, tuvieran la posibilidad de asociarse bajo los auspicios de una hermandad domiciliada en la capital, siempre con la primordial finalidad de mantener la devoción a la Virgen Chiquita.
Inés Vázquez no paró hasta que consiguió, después de varios años de búsqueda, que una parroquia, la de Santa Cruz, aceptara ser sede de la Hermandad y destinara una de sus capilla, la de la Virgen de la O, a exhibir el citado cuadro de la Virgen de La Cinta. Actualmente, la imagen está enmarcada con un artístico retablo de estilo neogótico romántico dorado, flanqueado por las imágenes de San Sebastián y de la Virgen del Rocío.
La Hermandad, a pesar de la distancia, mantiene una vinculación muy especial con Huelva, de hecho, algunos de sus miembros, unos 180 en total, acuden en ocasiones a tierras onubenses para celebrar, junto a sus hermanos de la matriz, diversas festividades y actos en torno a su nexo de unión, la Virgen de la Cinta.
Asimismo, la iglesia de Santa Cruz no es el único lugar de Madrid de interés para los cinteros, ya que la colonia tortosina establecida en tierras madrileñas impulsó en 1954 la creación de la imagen de la Virgen de la Cinta obra de Inocencio Soriano Montagut existente en la Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat de los padres benedictinos, en la calle San Bernardo.
Finalmente, y más cerca de Huelva, en la iglesia de San Roque en Sevilla, se puede ver un retablo pintado en tonos azules presidido por una pintura de la Virgen de la Cinta, de estilo bizantino, copia de la de la Virgen del Muro que se encuentra en el santuario de la Cinta de la capital onubense.
Está flanqueada por un obispo a su izquierda y un santo con el Niño Jesús a la derecha, ambas de la escuela de Olot. Y en el ático del retablo por un lienzo de la Anunciación de la Virgen.
En definitiva, Huelva recuerda durante estos primeros días de septiembre la historia y la leyenda que rodean a su patrona, una imagen a la que guardan devoción miles de fieles en toda España.