M. P. D. El portal de cultura árabe ‘Páginas árabes’ ha querido recordar un reportaje dedicado a la Mezquita de Almonaster la Real, una construcción del siglo X a la que califica de «una obra fascinante», siendo todo no sólo un símbolo de la localidad serrana. Un artículo que fue difundido por el diario El Mundo, escrito por la redactora Natalia Cano.
Un reportaje que nos permite recordar que la Mezquita de Almonaster está enclavada en lo más alto del cerro que corona el Castillo. Erigida durante el reinado de Abd al-Rahman III, cabe pensar que ya en época romana existió un edificio monumental que posteriormente fue transformado en iglesia visigodo – cristiana, subsistiendo con carácter monacal hasta la invasión musulmana. No en vano, en el edificio pueden observarse numerosas columnas y capiteles romanos de los siglos I y II, así como vestigios visigodos situados entre los siglos del V al VII.
A pesar de ello, la planta fue totalmente nueva y, salvo algunos elementos decorativos, su diseño estuvo marcado por los cánones y gustos de la época califal.
Luego, cuando los cristianos ocuparon estas tierras, allá por el siglo XIII se construyó un ábside posiblemente románico del que sólo quedan unos restos. Y a finales del siglo XV o comienzos del XVI sufrió una serie de obras importantes que cambiaron parte de su estructura y añadieron nuevos espacios, sin olvidar otras incorporaciones, como el campanario del XVI o la decoración de la cúpula del ábside en el XVIII.
Porque no se puede negar que tras la incorporación de la localidad a la cristiandad
el templo fue sensiblemente transformado para adaptarlo al culto católico. Pero así ocurrió en la inmensa mayoría de las ciudades andaluza, como Granada, Sevilla o Córdoba.
Además, para los amantes de la historia, en su visita a la Mezquita no pueden perderse en su interior un conjunto de piezas arqueológicas de diferentes periodos y estilos, desde un ara funeraria romana a un dintel visigodo, coronando la puerta de entrada, entre otras piezas.
En general, siguiendo los cánones de la época califal, la Mezquita presenta dos espacios claramente definidos: el shan o patio abierto para las abluciones, y el liwan, la sala de oración cubierta. El oratorio se compone de cinco naves orientadas hacia el muro de la qibla cuyas arcadas de ladrillo, originariamente de herradura, descansan sobre columnas y pilares diferentes. En el centro de la qibla se abre el mihrab, de planta cúbico semicircular. El alminar, que aún conserva en su parte inicial la escalera que circula sobre el machón central, completa el edificio islámico.
En general, el monumento es un testimonio excepcional de las primeras obras islámicas de España, contando con unas características muy difíciles de hallar en ciudades pequeñas. Siendo elegante como era propio del periodo omeya y mostrando el arte que unió las influencias clásica y oriental.
Pero más allá de sus características arquitectónicas, la Mezquita es el testimonio inequívoco de que Almonaster fue un centro de la cultura en Al-Andalus. Fue un punto de encuentro económico, para el comercio, cabecera de un distrito militar y referente en la difusión del saber y el diálogo, todos ellos elementos que han inspirado el diseño de sus Jornadas Islámicas.
Este pasado y el rico legado patrimonial que posee constituyen la base de la celebración de las Jornadas Islámicas de Almonaster, que ponen de manifiesto cada año que el diálogo, la convivencia y el conocimiento de las culturas de Al-Andalus es posible. Todo ello a través de un programa variado, que contribuyen al desarrollo turístico de Almonaster y su entorno.
Y es que el paso del tiempo no ha mermado la belleza de este edificio declarado Monumento Nacional al ser un insólito y único ejemplo de mezquita rural, que se relaciona con las obras más antiguas del Islam Occidental, del norte de África y de Al-Andalus.