Los 50 años de reporterismo gráfico por el mundo en el libro de Manuel Ovalle Álvarez

Reseña de Juan Antonio Ruiz Rodríguez sobre el libro 'Ovalle, Reportero Gráfico', en el que el popular periodista cuenta su vida a Ana Martín.

Manuel Ovalle Guinea
Imagen de Guinea, en 1979, que ilustra la portada del libro.

 

Manuel Ovalle y Juan Antonio Ruiz.
Manuel Ovalle, con el autor del artículo.

Juan Antonio Ruiz Rodríguez. En marzo de 2023, el veterano reportero de RTVE ya me adelantó que daría a conocer sus memorias en un libro que preparó durante la pandemia. “Disfrútalo Juan Antonio, te va a gustar, estamos en plena campaña de promoción y se está vendiendo muy bien, quiero que lo disfrutes” me dijo hace unos días.

Ovalle, Reportero Gráfico’ (Editorial Niebla) está recién sacado del horno y dedicado a sus hijos y nietos. Manuel Ovalle Álvarez inició su andadura profesional de la mano de Miguel de la Cuadra Salcedo el año en que nací, 1974. Su experiencia le ha permitido trabajar en más de 135 países siendo el reportero gráfico más veterano que conoció desde 15 conflictos diferentes por el mundo, hasta el sepelio de Franco o el golpe de estado de Tejero. El ojo derecho con el que ha podido saber mirar para luego grabar lo catapulta como uno de los camarógrafos más relevantes de España de la última media centuria.

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Su profesión le ha brindado la suerte de contar como prologuistas a Pérez Reverte quien le califica de “intrépido cazador de imágenes”, Almudena Ariza quien dice que “con Ovalle casi todo era posible”, Carlos del Amor quien señala “Ovalle era intrépido hasta para rodar cuadros”, Gonzo dice de él “Ovalle es generosidad” o Rosa María Calaf quien asegura “su cámara lo hacía fácil”.

Ovalle desgrana sus vivencias profesional esa lo largo de 27 capítulos. Recuerda a Miguel de la Cuadra Salcedo, su ídolo, quien le enseñó por primera vez y por medio de Ana, su mujer y madre de sus hijos, los estudios de RTVE entrando a formar parte del Instituto de TVE como alumno. Estrenó su chaqueta de boda en el sepelio de Franco que cubrió como ayudante de filmación con 20 años. Pudo seguir trabajando gracias a la complicidad del mismísimo Juan Pablo II que reaccionó cuando el servicio de seguridad lo abordó por debajo del hombro en una aldea junto a los campamentos de exterminio nazi.



En Guinea Ecuatorial eran recibidos como héroes de la madre patria, y conoció la ducha en una bañera con agua usada. Durante los meses que vivió allí conoció la supervivencia diaria. La quinina de las tónicas valían contra el paludismo y la estrecha amistad con su compañero Luis Carranza hizo que le asistiera unos días malos de salud. Conoció el régimen de Videla en Argentina o el sufrimiento de las madres de la Plaza de Mayo.

Portada libro Ovalle
Portada de la obra, en la que Ovalle es entrevistado por Ana Martín.

Ovalle sintió la amenaza de muerte en Nicaragua; junto a su compañero Santiago López Castillo escuchó los tiros en el Congreso de los Diputados el 23F de 1981. En el Sáhara durante dos meses aprendió a potabilizar agua con 7 gotas de lejía. La vaina de un fusil le produjo una quemadura en la pierna en Beirut en el conflicto de Israel-Palestina en 1982, donde comprobó cómo le pegaban un tiro a un padre cuando enterraba a su hijo. Dice de El Líbano ser un país maravilloso y para captar un excelente sonido, no dudó en vestirse de médico apareciendo junto al presunto asesino de un opositor en Filipinas quien le llamaba “Doctor Ovalle”.

En Moscú, donde abrió la corresponsalía de RTVE, se queda sin prisa alguna fumando un puro en el interior de un taxi al negarle el taxista llevarle al Hotel Ukraine. Durante 15 años trabajó con Miguel de la Cuadra Salcedo quien le enseñó a buscarse la vida. En el Amazonas, en CamelTrophy o en Aventura 92, más de una vez se encontró culebras en las Panamá Jack que calzaba. Con Rosa María Artal se desplazó a la provincia de Badajoz a cubrir el crimen de Puerto Hurraco, ejemplo de la España profunda del horror y la tristeza.

En el cruel y sangriento conflicto de los Balcanes, en vehículo blindado acompañado de Ángela Rodicio, le impacta la muerte de unos niños mientras jugaban al ajedrez. La crueldad de los francotiradores se minimiza con la celebración de su 41 cumpleaños y busca a un viejo pianista del lugar a que tocasediferentes composiciones a periodistas hospedadospara suavizar la situación.

En Mali recorre el desierto del Sáhara durante 600 Km y le sorprende varias tormentas de arena, mientras comparte vivencias y emociones con viajeros del mundo. ETA le robó el equipo de grabación golpeándole por la espalda mientras abrazaba las grabaciones realizadas y que a buen seguro dicho equipo fue el que utilizaría la banda terrorista para anunciar el cese de su sangrienta actividad.

Para ‘Al filo de lo imposible’ se ganó la confianza de sus superiores marchando al Polo Norte a grabar una hazaña con militares donde tuvieron que hacerle una funda a medida a su cámara por las bajas temperaturas que soportaría. En Colorado hizo un reportaje algo estresante al golfista Sergio García ‘El Niño’ hasta que pudieron localizarle. Y todo con un lema “Está todo previsto menos el fracaso”. Aprovechando, por cierto, un trabajo en Hong Kong, decidió quedarse 3 meses más para conocer China como turista, sorprendiéndole los carriles bicis, los escupitajos de quienes transitaban por ellos o los pedos de los taxistas de la ciudad de las imitaciones.

En la Guerra de Irak, Manuel Ovalle estuvo a punto de perder la vida. A pesar de la insistencia de Almudena Ariza de salir a las 4 de la mañana con el resto de periodistas, éstos, unos 40, fueron bombardeados por error por el ejército americano. De su viaje en taxi por la autopista más peligrosa del mundo, la que separa Jordania de Bagdad, le tuvo que dar al taxista 40.000 dólares que escondió por los habitáculos, si no querían ser robados. Da cuenta del falso directo grabado con Luis Pérez diez minutos antes para el Telediario de los atentados terroristas de Londres, mientras el corresponsal cubría en Edimburgo una cumbre del G8.

Sale a relucir el Terremoto de Haití, dedicando uno de los capítulos más amplios de este libro como si de una película de ficción se tratara. Grabó a los camiones de escombros con cadáveres humanos haciendo que la ONU obligara al gobierno haitiano a enterrar con dignidad a sus muertos, una tierra que por otra parte, le brindó conocer a Madame Telus, su consuegra. Su experiencia en el Mundial de Sudáfrica sin tener ni idea de fútbol, vino marcada por tener que recurrir a una colección de cromos para conocer a los jugadores. Tuvo la habilidad de juntar en un hotel a toda la prensa a cenar jamón loncheado, habla de aquel desayuno con Doña Letizia, acrecentándose la amistad con la Roja hasta el punto de que Carles Pujol le regaló un reloj.

En Libia introdujo una botella de whiski, hecho penalizado con 1 año de cárcel. El militar que lo acompañaba terminó tomándose varias copas con los periodistas que se hospedaban en el hotel. Sintió la censura del régimen de Gadafi, el coronel que fue derrocado 4 meses después de ellos abandonar el país. Las vivencias dela Covid-19 las recogió en la provincia de Huelva abordándola en su penúltimo capítulo.

El último es el dedicado a sus experiencias vividas más significativas denominado ‘Anécdotas’ y que siguen hablando de su trayectoria profesional desgranadas en un par de docenas de breves historias como aquellas de cuando conoció a Pedro Duque, Jane Fonda, la visita de los Reyes a la iglesia de la Asunción de Almonte donde Doña Letizia se saltó el protocolo al percatarse de que estaba grabando un compañero suyo saludándole efusivamente, o de la visita a Jesús Quintero en su casa de Nuevo Portil meses antes de su fallecimiento. Aquí echo de menos el nombre de ‘San Juan del Puerto’ en la penúltima línea de la página 272.

Ovalle cierra su libro con el relato de la creación de la serie ‘El ojo en la noticia’ con la que propuso homenajear para la casa a la que dedicó su vida laboral, RTVE, a sus propios compañeros cámaras que grabaron y filmaron para la historia de la televisión imágenes icónicas que permanecen en nuestras retinas de aquellos hechos más relevantes que conocimos por la pequeña pantalla. Fueron los casos de sus colegas Evaristo Canete, Jesús Mata, Miguel Ángel López, Laureano González, Paco Custodio, José Luis Márquez, José María Iglesias, Andrés Menéndez, Carlos León, Mikel Arregui o él mismo.

En suma, una publicación imprescindible para quienes deseen conocer la trayectoria profesional de este leonés, enamorado de El Bierzo y Ponferrada, afincado hoy en la costa de Huelva a caballo entre las Canarias y Madrid que, habiendo sido asesorado en cuatro años y medio, dos de ellos en plena pandemia y con la ayuda de la periodista cartayera Ana Martín, ha sabido plasmar en sus cerca de 300 páginas, toda una vida intensa dedicada al reporterismoen la comunicación audiovisual: Manuel Ovalle Álvarez, reportero gráfico.

Casualmente hoy me telefoneó para decirme que el próximo 2 de mayo lo presentaría en Huelva, y que estaban preparando ya la segunda edición. Les invito a que lo lean. No les defraudará.


Puerto de Huelva

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