Encontrase con la Ermita de las Virtudes, una de las joyas de La Nava… y de Huelva

RFB. Sorprende, como tantos otros en esta provincia de Huelva, el lugar de la Ermita de Nuestra Señora de las Virtudes, en el precioso término de La Nava. Dehesa pura y aire tan limpio que si eres urbanita te resientes al no tener habituados los pulmones a tanto saludable -un poco exagerado pero por ahí va la cosa-. Un punto de la maravillosa Sierra de Aracena y Picos de Aroche al que hay que ir ex profeso… pero al que da gusto ir, sin ninguna duda.

Nos habían dicho que nos acercáramos. Andábamos por El Castañuelo -otro lugar increíble de bonito- y Andrés Espuelas, nuestro querido artista ilustrador, apuntó que en la Ermita de La Nava había una exposición colectiva de pinturas de Guillermo Bermudo, Santiago Castillo, Rafael Cerdá y Juan Manuel Seisdedos. De forma improvisada nos dirigimos a La Nava para coger un camino a su salida que, a poco más de un kilómetro, te sitúa en una loma rodeada de antiguas y espectaculares encinas.

Allí corona el espacio una añeja Ermita, testigo de los tiempos y situada en un emplazamiento humano que, como mínimo, se remonta a los romanos. La sencillez del edificio no reduce un ápice la grandeza del asentamiento, erigido con piedras que sirvieron antes de la época románica como elementos de construcciones pretéritas.

Entramos en la pequeña capilla desacralizada y nos gusta la exposición de pintura, por si sola más que motivación para la visita. Pero es que quedamos maravillados por los muros y la estética de la vieja Ermita.

Una reproducción de una artística ara romana de mármol blanco -la original está en el Museo Provincial-, preside la zona trasera del pequeño templo. La miramos y nos permite trasladar los pensamientos a aquella probable domus romana anterior y a las gentes que la habitaron. Gente de carne y hueso como nosotros, con sus ilusiones, vivencias, amores, conflictos y demás vicisitudes humanas.

Salimos y vuelve a deslumbrarnos el fascinante paisaje, rotundamente verde con los destellos amarillentos propios de la época. Que orgullo ser comprovinciano, pensamos. Cuantos lugares de cuento de hadas que podemos encontrar en tantísimos rincones de Huelva, siempre por descubrir.

Observamos que al sur de la loma el terreno vuelve a elevarse entre las encinas y allí está un pequeño edificio. Comprobamos que prorroga las armoniosas sensaciones a la vista que nos ha dejado la Ermita de las Virtudes. Unas amplias y acogedoras escalinatas conducen a una estancia en el centro de un porche. Allí hay un grupo de, suponemos, lugareños, que en torno a una mesa disfrutan de la tarde del sábado.

Al advertirnos, amablemente se levanta uno de los comensales, Jesús Verdejo. No es cualquiera, forma parte del equipo de gobierno municipal de La Nava, con responsabilidades en las principales materias de gestión. Entre ellas se encuentra Turismo. Y, tras presentarnos, nos damos cuenta que le viene el cargo como anillo al dedo, porque transmite con pasión y conocimiento lo que nos cuenta en relación a la Ermita y su entorno.

Charlamos un rato y nos da algunas pistas sobre senderos para disfrutar por la zona. Se hace inevitable, tras la conversación, preparar una jornada pronto para volver a este sorprendente descubrimiento -para nosotros- de la Ermita de las Virtudes de la Nava. Naturaleza a borbotones mezclada con la riqueza de un enclave, mágico, que nos permite viajar en la historia hasta el siglo XIII y mucho antes. Una suerte.

Ermita Ntra. Sra. de las Virtudes, La Nava.