A Raphael le gusta Huelva

J.A.M. Atribuir calificativos a una actuación como la de Raphael en Huelva, anoche en el Foro, no es sencillo. Noche magnífica con un auditorio rabideño repleto de público expectante. Incondicionales de Raphael y también acompañantes que confiaban en disfrutar de un espectáculo memorable.

Y nadie salió defraudado. El artista mantiene intacta, con setenta y nueve años, la magia que le ha encumbrado al Olimpo de la Música. Me comentaba un espectador lo que era evidente. «Raphael, aun siendo mayor, llena el escenario sin necesidad de ninguna puesta en escena técnica espectacular». Pero es que, además, si tenía esa puesta en escena. La configuración de video, sonido e iluminación que traía encajaba a la perfección con la propuesta del astro de Linares, quien nuevamente dejó en Huelva brillantes instantes para el recuerdo.

Muchos detalles que podían llamar la atención no de los entregados admiradores de toda una vida presentes en el Foro, si no de aquellos que presenciaban el espectáculo con una visión más objetiva. La voz única de Raphael sigue acompañada por un sinfín de gestos, movimientos y posturas que solo pueden ser firmadas por él.

Y hemos tenido la oportunidad de asistir a otros espectáculos de esta gran programación que el Foro Iberoaméricano ha traído este verano.

El de Raphael se anunciaba como el broche de oro final. Y apuntamos que otros grandes intérpretes, que podían perfectamente ser los hijos de Raphael por edad, tuvieron que sentarse lógicamente en varios momentos de sus respectivas actuaciones. Raphael solo se sentó una vez en todo el recital, algo realmente impresionante con su edad.

Y alargar hasta las dos horas el concierto, y ese saber estar en las tablas del escenario indican una profesionalidad extrema.

Raphael es un mito que vive y que tiene una energía sorprendente. Su razón no es otra, como lo demuestra en sus actuaciones, que seguir zambullido en la música y la interpretación que hace de ella. Tan singular, tan desbordante, tan impactante.

Por eso, para deleitar a un público que nada más apareció en el escenario se levantó al unísono a aplaudir -sin haber abierto aún la boca-, hizo un fantástico recorrido de temas, algunos también de otros intérpretes.

Temas ‘clásicos’, como Yo soy aquel, En carne viva, Mi gran noche, Ave María o Que sabe nadie han sido ‘remasterizados’ por el artista, actualizando arreglos e imponiéndoles unos ritmos actuales verdaderamente acertados y sorprendentes.

Un concierto que parecía encaminado a que la gente permaneciera sentada en su silla sin embargo gozó de una animación verdaderamente inusitada.

Más tiempo de pie que sentados, los presentes bailaron y expresaron con continuas palmas el resultado de un ambiente bien provocado por la espectacular actuación.

El final del concierto tuvo una aureola de apoteosis. Raphael en estado puro y Huelva aclamando su saber estar, cantar, simpatía y profesionalidad. Y el genial cantante lo remató expresando lo contento que se sentía de volver a nuestra tierra una vez más, invitando a los asistentes a reencontrarnos con él aquí, otra vez, en muchas otras ocasiones posteriores.