Miguel Mojarro.
Juan Eslava Galán es jienense, de Arjona. Desde 1948. Doctor en Filosofía y amante confeso de la Edad Media y alrededores.
Premio Planeta, Premio Ateneo de Sevilla y otros. No hace falta seguir.
Muchos libros. Pero aquí hemos seleccionado uno que puede gustar a una gran variedad de pensamientos. Otro, dedicado a un tema muy del Sur, lo reseñaremos más adelante, cuando nos detengamos en el casino que nos prestó sosiego para disfrutarlo.
Tengo un amigo en Cortegana, que disfruta leyendo «peripatéticamente» en el amplio salón de uno de los preciosos casinos, en el «de abajo». A veces nos juntamos y seguimos con nuestras lecturas respectivas, pero sentados y con un café sobre la mesa.
Un día me dijo: ¿Y eso que estás leyendo es bonito? Le anoté autor y título y semanas mas tarde me llamó para decirme el resultado.
«Me ha gustado. Tráeme otro así».
Por cierto, el «Casino de Abajo» de Cortegana, es el lugar en el que una noche comenzamos, Nieves y yo, la andadura de los casinos. El resultado, el precioso libro «Casinos de Huelva». Hoy empezamos en ese lugar con el recuerdo de nuestro amigo José Manuel, el repostero que nos metió en vena el atractivo de los casinos, con su eficacia y amabilidad.
Posteriormente, otros amigos han continuado su estela de encanto: Maria Angeles, Pepe, Ana, Juan, … . Y el recuerdo siempre de una chimenea que es historia.
El libro: «Historia de España contada para escépticos»
Editorial Planeta. 2002.
Es un libro que se compra por el título, pero después se lleva uno un chasco.
Tiene un índice que promete, pero hasta que se lee no aparece la verdadera cualidad de sus páginas. Parece lo que no es y es lo que no se espera.
Desde «Una piel de toro extendida» hasta «2002», todos los aspectos señalados de nuestra historia desfilan en capítulos bien definidos en el índice.
Es libro para leer «de seguido» o a ratos. Puede uno dejarse llevar por el ansia de lector sin disciplina (De un tirón) o permitirse el lujo de tenerlo «al retortero» un tiempo.
Cada capítulo tiene la virtud de ser corto, muy corto, para que el lector pueda sentarse un ratito a saborear el trozo de la Historia que le interese en ese momento. Pero no en orden consecutivo, sino abriendo el libro por donde a uno le parezca o eligiendo en cada momento en el índice.
Otra cualidad es que los párrafos son cortos y evitan los trozas «aburrientes» que nos hacen leerlos en diagonal. Aquí, cada párrafo mide lo que debe.
El autor no tiene la intención de lucirse, sino de aportar una visión interesante de nuestros años pasados, pero desde una perspectiva poco habitual.
Prácticamente todos los capítulos aportan datos y hechos que no los leímos en nuestros libros de historia, en ningún tramo de nuestros estudios. En Azoteas no somos ajenos al tema Historia desde varias perspectivas, pero en este libro hemos aprendido muchas cosas para nosotros nuevas. Sobre todo, desde visión nueva, atrevida y bien documentada.
Deja un sabor amable de lectura amenas, atractiva y rigurosa.
Y el título es sumamente adecuado.
Dicho queda. Allá cada cual.
(El próximo capítulo, propondremos una novela muy interesante, pero poco conocida por el gran público lector)
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