Carlos Arroyo. Plaza de Toros de Cortegana, con tres cuartos de entrada en los tendidos en tarde lluviosa, se lidiaron toros de Sobral, correctos de presentación, de buen juego en líneas generales, nobles, con escasa fuerza y raza los tres primeros, mejor la segunda parte del festejo, destacando el quinto de la tarde, enclasado, para los diestros, Antonio Ferrera, de turquesa y oro, estocada, oreja; estocada, dos orejas Paco Ureña, de verde oliva y oro, estocada, oreja; estocada, dos orejas David de Miranda, de grana y oro, pinchazo y estocada, oreja; media estocada, dos orejas.
El precedente más inmediato de la ganadería de Sobral fue en la pasada feria de Valverde, en que los toros no dieron ni mucho menos un juego aceptable, siendo una tarde sin ningún argumento por las nulas condiciones de los astados. Muy diferente a la tarde de Cortegana, primero en su presentación, sobre todo en la segunda tarde del festejo, con astados muy en el tipo de la procedencia de Cebada de los toros, muy variada de pelajes, y después en el juego, sin ningún toro de bandera, pero sí que permitieron que los toreros expresaran parte de su tauromaquia.
El quinto de la tarde fue el que más colaboró en el último tercio, con recorrido y humillación en la muleta del murciano Paco Ureña. El toreo al natural, del caro, entregado el torero, muy bien colocado, y con la verdad y la pureza que caracteriza a Ureña. La faena más conseguida de la tarde, donde, sobre todo al natural, bordó el toreo. Faena grande, refrendada con una buena estocada, y se le conceden las dos orejas. Su primer oponente, segundo de la tarde, tardeó en los engaños, sin posibilitar la ligazón en la faena. Además, bajo de raza y fuerza, sólo dejó a Ureña componer algunos muletazos de buen trazo, propios de la tauromaquia del lorquí.
El cuarto de la tarde se vino justó tras el intenso aguacero que dejó el piso en mal estado. Salió Ferrera espoleado por las condiciones meteorológicas. Comienza la faena de rodillas en el tercio, y ya de pie conduce las embestidas del toro con temple y buen trazo. El toro humilla poco, y la faena la realiza a media altura, aunque no disminuye la intensidad por la exposición del extremeño, que se enrosca al toro por ambos pitones. La estocada refrenda la buena faena, siendo premiado con las dos orejas. En su primero, que abría plaza, hizo una labor pulcra con un toro de nula fuerza y casta. Tiró del animal Ferrera, con técnica, consiguiendo inventase una faena.
David de Miranda cerró plaza con un toro de buena condición, que embistió con fuerza en los primeros compases de la faena de muleta. Aprovechó el triguereño el buen pitón derecho del toro, con tres series de extraordinarias, con temple y buen trazo. El toro se fue viniendo a menos, duró demasiado poco si no hubiera sido de premio, y termina la faena metido entre los pitones con la naturalidad del valor sereno. Una media estocada en buen sitio atrona al astado, siendo concedidas las dos orejas. Su primer toro, tercero de la tarde, sucedió ante un tremendo aguacero, con el sorprendido público en huida de los tendidos. El toro fue el de menos clase del festejo, y David le planteó una faena sincera, sin dar ni un solo paso atrás, con exposición. Le faltó también fuerza al toro y raza. Tras pinchar, cobra una estocada, siendo concedida la oreja.