Sergio Borrero. La Semana Santa onubense llega a su fin y lo hace como cada año desde el siglo XVI con el procesionar por las calles de Huelva en el Viernes Santo de la Muy Antigua, Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, Santo Entierro de Cristo y Soledad de María. La cofradía oficial volvió a poner en la calle a sus tres imágenes titulares rodeada de la sobriedad y el silencio que reclama dichos misterios.
Pocos minutos faltaban para que la campana de la espadaña de la Ermita de la Soledad así como el vecino campanario de San Pedro marcaran las ocho de la tarde cuando estaba previsto que se abriesen las puertas traseras de la Ermita que dan a la Plaza Virgen de las Angustias. En los alrededores de la ermita, numerosas representaciones del resto de hermandades daban color a la estampa junto a un numeroso público que ya aguardaba la salida de la Hermandad del Santo Entierro. Sin embargo, la noticia saltaba minutos antes de la hora prevista para la salida. La Hermandad retrasaría su salida unos 40 minutos debido al problema con el varal de la Hermandad de la Fe, que propició que ésta entrara en segunda posición por la Carrera Oficial y retrasara por consiguiente toda la jornada.
Hasta las 20:40h no se abrieron las citadas puertas para que de ellas salieran hermanos nazarenos de túnica, capa y morrión de luto negro que acompañaban a la Cruz de Guía. El primero de los pasos hacía su salida pocos minutos después. La Virgen de las Angustias procesionaba con ese renovado aspecto que ya pudimos ver en la procesión extraordinaria del pasado año sobre su paso aun sin finalizar pero que ya deja ver a las claras cómo va a resultar el conjunto.
La imagen lucía manto de terciopelo negro y corona plateada donada recientemente por un grupo de hermanos, mientras que las andas aparecían exornadas con diversos tipos de flores en tonos morados y malvas sobre un monte de corcho simulando el Calvario. Era acompañada musicalmente por la Banda de Música Juvenil de la Cruz Roja de Sevilla, que se estrenaba en nuestra ciudad.
Tras su paso, las representaciones de las distintas hermandades, Consejo de Hermandades, y las Hermandades del Resucitado y de la Cinta antecedían al paso de la Urna con Cristo Yacente. El silencio se hacía en la plaza cuando las últimas luces del día iluminaban una plaza llena de onubenses que no han querido perderse la salida de una de las más antiguas de nuestras hermandades y la Banda Sinfónica Municipal de Huelva acompañaba con los sones de la Marcha Fúnebre la salida del Señor Yacente. Exornado con jarritas y centros de rosas rojas, el paso de la urna lucía otro de los grandes estrenos de la Hermandad, el dorado de las cartelas laterales de la canastilla del paso.
Tras las andas procesionales llevadas por su cuadrilla de costaleras, representaciones militares, de la Universidad, del Gobierno de España, de la Diputación Provincial y el Ayuntamiento con el alcalde bajo mazas acompañaban a Cristo Yacente y antecedían el cortejo de Soledad de María. Un cortejo que lo cerraba un destacado número de hermanos de la cofradía al que seguían un considerable cuerpo de pequeños monaguillos que aportaban el toque de ternura a la sobria procesión.
Soledad de María hacía su salida de la Ermita cuando la noche ya caía iluminando todo su alrededor con su candelería encendida. De estreno iba el nuevo palio negro, tanto la mesa, como los respiraderos, caídas y el palio, realizado por los talleres de Jesús Rosado y paso previo al proyecto de recuperación de bordados que un grupo de hermanos ha emprendido y que nos devolverá en unos años la recreación del maravilloso palio negro que ideara y ejecutara Juan Manuel Rodríguez Ojeda.
Tras el palio y antecediendo a la Banda Sinfónica Municipal de Huelva, con un selecto repertorio de marchas lentas y fúnebres, que acompañaba el elegante caminar de la cuadrilla del palio negro comandada en este año por Francisco Rey Roque, «Afri», cerraba la procesión el obispo de Huelva, Mons. D. José Vilaplana Blasco.