Historia del Humilladero de la Cinta

Fotografía de 1891, perteneciente a la obra de Rodrigo Amador de los Ríos, “Huelva”.
Fotografía de 1891, perteneciente a la obra de Rodrigo Amador de los Ríos, “Huelva”.
Fotografía de 1891, perteneciente a la obra de Rodrigo Amador de los Ríos, “Huelva”.
Fotografía de 1891, perteneciente a la obra de Rodrigo Amador de los Ríos, “Huelva”.

Antonio José Martínez Navarro. Hemos seguido las orillas del río Odiel dominadas por los vigorosos matorrales que rompen con su verdor el color predominante de la marisma y, casi sin darnos cuenta, nos hemos encontrado con el Humilladero de Nuestra Señora de la Cinta. Una evocación poética del medioevo ha ido llenando de melancolía nuestro espíritu.

Amador de los Ríos decía de este edificio: “Monumento a nuestro juicio digno de estimación mayor de los que había en Huelva…”. Lo remontaba a pocos años antes de que esta ciudad cayese en poder de Alfonso X el Sabio, en 1262. Es por lo tanto un glorioso vestigio del gusto arquitectónico árabe con algunas mezclas cristianas, singularidad que aumenta su valor artístico por lo poco común de esta mixtificación en construcciones de su índole. Antiguamente tenía un hueco o puerta en cada lado en los que se apreciaban arcos de herradura.

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En el último tercio del siglo XIX, los alrededores del Humilladero ante el riesgo de alguna epidemia, disfrutaba de una gran animosidad. Así, el tren de Zafra se paraba frente del citado edificio religioso para que la inspección médica realizara un minucioso control, trasladando al cercano Lazareto de la Cinta a todo aquel que, a juicio del médico encargado de la inspección, le ofreciera sospecha de estar atacado por el mal.

La fe y esplendidez de don Antonio García Ramos a la Virgen Chiquita hizo que regalara, en la segunda quincena de agosto de 1917, una preciosa alfombra para el presbiterio del Santuario y otro devoto, cuyas iniciales correspondían a las de F. G. M., regaló la copia exacta de la pintura mural de Nuestra Señora de la Cinta, con destino al Humilladero.
En 1921 se le hicieron grandes modificaciones que dieron como resultado el aspecto que tiene en la actualidad.


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Dibujo del recordado Gustavo Castillo Rey.
Dibujo del recordado Gustavo Castillo Rey.

El edificio está formado por una planta cuadrangular que mide tres metros de ancho o lado por otros tantos metros de altura y está coronado por una cúpula de casquito semiesférico que se remata con un pequeño prisma rectangular idéntico a las cuatro almenas que se ubican en cada una de las esquinas superiores de la capilla. Posee una modesta cornisa con poco vuelo, con su parte saliente de perfil uniforme, que divide los parámetros de la cubierta del oratorio o capilla.

Aquellas cuatro puertas de los tiempos antañones se han convertido en una sola, cuyo arco de medio punto le da una cierta prestancia. Este vano se cierra con una reja, posiblemente confeccionada por aquellos hábiles domadores del hierro que vivieron, en los siglos XVII y XVIII, en la popular calle de los Herreros (actual José Nogales) que dejaron como testimonio de la forja artística exponentes como la célebre Cruz de hierro situada junto al Santuario de la Cinta. Dos de aquellas puertas se han convertido en ventanas que cierran con rejas de realismo afortunado y la tercera se tapó al levantarse un pequeño altar donde se instaló una efigie de la Patrona de Huelva.
El edificio presenta una edificación en ladrillos y está casi totalmente encalado.

Limítrofe al Humilladero estaba la finca de don Manuel Jiménez Jerez, a quien vemos demandar solicitud de licencia de construcción en la sesión del 16 de junio de 1918:

<<…Conceder licencia a don Manuel Jiménez Jerez para construir una cerca y un alpende en terrenos de su propiedad al sitio del Humilladero de la Cinta…>>.

Humilladero de la Cinta.
Humilladero de la Cinta.

En aquel año terrible de la gripe que le costó a Europa veintiún millones de personas fallecidas, el Humilladero sufrió notables modificaciones. Así, lo advertimos en el 21 de diciembre de 1918 en el que “Diario de Huelva” informaba del fin de la gripe y de su restauración:

<<En devota procesión de gracias, fue trasladada a su Santuario de los cabezos de la parroquia de San Pedro, donde se hallaba desde los comienzos de la epidemia gripal, la milagrosa Virgen de la Cinta.
Con este motivo en el Santuario y sus pintorescos alrededores era extraordinaria la animación, discurriendo todo el día en juergas pacíficas. Al llegar la comitiva al Humilladero el Arcipreste Sr. Muñoz Espinosa procedió a la bendición del mismo, en el que se habían realizado importantes obras>>.

En ocasiones, los hijos de Caco han profanado el recinto sagrado del Humilladero. Tal caso ocurrió, según nos relata “La Provincia”, el día 8 de abril de 1932:

<<Robo en el Humilladero de la Cinta. Durante la noche de ayer ha sido robado el Humilladero de la Virgen de la Cinta.
Los rateros con una llave a propósito rompieron la cerradura de la cancela penetrando hasta el interior. Una vez dentro procedieron a destrozar el candado del cepillo llevándose cuánto dinero había y se calcula en más de cuatro pesetas la cantidad robada.
Los “randas” no hicieron más destrozos que el del candado.
La Guardia Civil del puesto de Las Colonias hace gestiones para dar con los autores del hecho>>.

En los días finales de noviembre e iniciales de diciembre de 1945, los alborotos atmosféricos convirtieron a nuestra ciudad en un lodazal. Todavía el día 7 de diciembre, “El Duende de la Placeta” decía en su “Perfil del Día” perteneciente al diario “Odiel”;

<<…Véase si no lo ocurrido en los alrededores del Humilladero de la Cinta, donde la tierra se abrió en grietas pavorosas y no hay forma de llegar a la reja para rezar una Salve o echar en el cepillo una moneda…>>.

En la sesión del 24 de febrero de 1960 se pone sobre el tapete municipal un proyecto de reparación del camino del Humilladero:

<<…Dada cuenta del proyecto confeccionado por el Sr. Ingeniero de Caminos don Miguel Manero González de reparación del camino del Humilladero de Nuestra Señora de la Cinta, y cuyo presupuesto de ejecución material asciende a la cantidad de ciento cuarenta y siete mil ochocientas diecisiete pesetas con once céntimos, así como el informe emitido por el Sr. Interventor municipal y de expediente instruido para su realización por razón de urgencia sin someterles a los trámites de subasta o concurso, por unanimidad se acordó:
Primero. Aprobación del referido proyecto de reparación del camino del Humilladero del Santuario de Nuestra Señora de la Cinta.
Segundo. Subvencionar dichas obras con la subvención de ciento quince mil pesetas que el Gobierno Civil de la Provincia ha facilitado a este Ayuntamiento para mitigar el paro obrero según oficio de fecha veinte de enero del año actual, y las treinta y dos mil ochocientas diecisiete pesetas con once céntimos que faltan para completar el presupuesto de ejecución material de ciento cuarenta y siete mil ochocientas diecisiete pesetas con once céntimos, se abonen con cargo al presupuesto especial de Urbanismo.
Tercero. Eximir las obras de los trámites de subasta o concurso por razón de urgencia, acreditada en el expediente sumario instruido, con arreglo a lo que determina las reglas a) y b) del párrafo tercero del artículo número cuarenta y dos del Reglamento de Contratación de las Corporaciones Locales, facultándose al Ilmo. Alcalde para su realización por administración o contratación directa.
Cuarto. Dar cuenta de este acuerdo al Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia con copia del proyecto y documentos complementarios, rogándole que remita el importe de la subvención concedida para poder comenzar las obras inmediatamente, dada la situación económica municipal que no permite anticipar cantidades…>>.

El verano de 1961 fue muy activo para la Concejalía de Obras del Ayuntamiento. Así, se pavimentó el acceso al Santuario de la Cinta por el Humilladero y, meses más tarde, se efectuó la pavimentación del camino alto de la Cinta desde el mirador hasta el Santuario, por lo que quedó en perfectas condiciones de circulación rodada este maravilloso paseo.

Conozcamos, a través de la sesión municipal del día 2 de marzo de 1962, a quienes les adquirió el terreno colindante al Humilladero de la Cinta:

<<…Visto escrito presentado por doña María de la Cinta, doña Rosario y don José María Jiménez de Mora, las dos primeras asistidas de los esposos don José Rodríguez Cordero y don Antonio García Vaca, respectivamente, como propietarios de finca sita en la carretera de Gibraleón, colindante con el Humilladero de la Cinta de cabida de noventa y dos mil metros cuadrados aproximadamente, otorgando como operación de compra a este Excmo. Ayuntamiento durante el plazo de cuatro meses, de precio de treinta y tres pesetas el metro cuadrado previa medición, siendo el objeto de la venta el solar resultante del derribo, entrando en dicha venta los productos del resto de las construcciones que existen en la misma, siendo la forma de pago al contado o desalojo total con derribo de las edificaciones, treinta días a contar del momento del otorgamiento de la escritura, por unanimidad se acordó aceptar en principio dicha propuesta, adoptándose igual acuerdo en presupuesto firmado por don Juan Francisco Moreno en representación de doña Josefa Aagot Mathisen Deinstan, don Juan Manuel, don Francisco y doña Josefa Giménez Mathisen (según poder otorgado en Oslo ante el Secretario de la Embajada española en Noruega) ofreciendo en venta durante el plazo de cuatro meses terrenos propios de dichos señores en la Carretera de Gibraleón de una superficie de veintiún mil cuatrocientos veintidós metros cuadrados al precio de veintiocho pesetas el metro cuadrado…>>.

No sabemos cómo se produjo el accidente. El caso fue que un camión destrozó una farola del alumbrado público que se alzaba en la barriada del Carmen, limítrofe al Humilladero de la Cinta. Tras el juicio se condenó al chofer del citado camión al abono de la citada farola (sesión municipal del 28 de mayo de 1976):

<<…De conformidad con lo dictaminado por la Comisión Informativa de Régimen Jurídico, se acordó acatar y cumplir, en sus propios términos, Sentencia dictada en trece de mayo de mil novecientos setenta y seis, por el Juzgado Municipal número 1 de los de esta capital, en expediente de juicios de faltas sobre daños a una farola del alumbrado público sita en la Barriada Nuestra Señora del Carmen, a la altura del Humilladero de la Cinta, causados por el camión Pegaso, matrícula M. O. P. 2.356, conducido por don José Rodríguez Bogado, cuyo valor se estima en veintinueve mil pesetas, por la que se le condena al mencionado señor Rodríguez Bogado al pago de dichos gastos…>>.

En febrero de 2009 salía a la luz el proyecto mediante el cual el entorno del humilladero quedaría drásticamente cambiado en poco más de un año, ya que se convertiría en la rotonda más grande de la capital onubense. Este proyecto se desarrollaría en el cruce donde confluyen el Paseo Marítimo, la Avenida Cristóbal Colón y la carretera de la Cinta. Contaría, además, con una fuente que la financiaría la Empresa “Bekinsa”.
El proyecto fue adjudicado a la empresa Rafael Morales por una cuantía cercana al millón de euros.
Finalizando agosto de ese mismo año, en el diario “Huelva Información” se anunciaba que las obras de la rotonda finalizarían en octubre de ese mismo año y que habilitarían tres carriles interiores para soportar el tráfico desde la barriada de las Colonias, el Paseo Marítimo, el acceso a la barriada de Cardeñas y la Nacional 441.

En la actualidad, sin que nos la cuenten libros amarillentos por los años ni desdentadas bocas de viejos cronistas, pasa la leyenda, el espíritu de Huelva sobre este Humilladero de la Cinta, cuyo nombre por fuerza hemos de pronunciar con respeto y, si miramos en su interior y vemos a la Virgen de la Cinta, con veneración mariana.

1 comentario en «Historia del Humilladero de la Cinta»

  1. Resido en Huelva hace más de 7 años. Y este y otros monumentos son de las pequeñas cosas que hay en Huelva, las cuales no le damos valor, pero siempre la tenemos ahí, pasamos por el coche incluso ni la miramos. Pero gracias a usted señor Navarro, desde este mismo instante, voy a empezar a valorar este monumento.

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