Ana Rodríguez. Los mercados son espacios que se caracterizan, fundamentalmente, por ofertar todo tipo de productos frescos: carne, pescado, verduras… Sin embargo, no es la única forma en la que pueden adquirirse, existiendo para éstos otra posible presentación: la congelada.
El frío tiene una serie de propiedades por todos conocidas. Su capacidad para conservar en todo su esplendor los productos perecederos para que sean consumidos con posterioridad a la fecha de su compra es una ventaja valorada y considerada por los consumidores.
El Mercado del Carmen de la capital onubense cuenta con dos puestos de los llamados ‘congelados’, que destacan entre los restantes, centrado en productos frescos. Uno de ellos es el de Antonio Gómez Casado, ‘Congelados Casado’, que lleva despachando detrás de la barra de su congelador desde finales de los años 70.
Pescados, verduras y productos precocinados componen el grueso del género de Gómez, quien recuerda que los congelados «tienen las mismas propiedades que los productos frescos«. Y efectivamente, las temperaturas bajas garantizan las características organolépticas de los alimentos (textura, sabor, olor, color), además de paralizar la reproducción de microorganismos y demorar la pérdida de calidad de los alimentos.
El comerciante comenta que los fines de semana es cuando más ventas suele hacer, siendo la merluza en rodajas o filetes, la raya y las huevas los productos que más salida suelen tener. Además, una de las virtudes de los congelados frente a los frescos, sobre todo al pescado, es «la estabilidad de sus precios», apunta Antonio Gómez, quien añade que «los precios de los productos frescos oscilan mucho, mientras que los de los congelados son bastante estables, pudiendo no cambiar en meses».
Un buen argumento para decantarse por estos alimentos conservados en frío, cuya oferta en el Mercado del Carmen es tan variada y amplia como la del resto de sus compañeros frescos.