Recuperar a un hombre sabio

Documentos y libros de la Exposición.

Bernardo Romero. Escapaba a lo habitual de la época en los periódicos, o en el periódico. Primero en el Odiel, el Tragabuques que le llamaban entonces, y luego en el Huelva Información, con varios apelativos tabernarios en los que no vamos a entrar.

Los artículos de Ernesto Feria Jaldón (1922-1993) se salían por el margen debido a lo inusual pero también al inmenso fondo intelectual que irradiaban. Fue el maestro de periodistas, Víctor Márquez Reviriego, quien conocedor del inmenso saber y el rigor de Ernesto Feria, lo llevó por vez primera a las páginas impresas en una Huelva aún más cicatera que hoy con la intelectualidad, que ya es decir.



Recuerdo que en casa eran unos textos esperados y comentados. Podían ser una crítica cinematográfica o literaria, pero más comúnmente reflexiones sobre trascendencias de lo más variadas. Ernesto Feria, médico amado en todos aquellos lugares en los que ejerció (1), y filósofo respetado por los escasos paisanos con saberes suficientes como para poder admirarlo, y pensador respetado lejos de esta su querida tierra (2), apenas vio una de sus obras editada en vida, un trabajo psicológico sobre el nobel de Moguer.

En las últimas décadas, hijos y nietos se han propuesto dar a la luz su extensa e interesante obra (3). A finales del pasado año aparecía bajo el común epígrafe de “Las abstracciones del aburrimiento”, una última selección de sus artículos, de sus reflexiones habría que decir.


Puerto de Huelva

En Villanueva de los Castillejos, en el centro cultural que se rotuló con su nombre, se realizó con este motivo una exposición sobre la figura del médico y filósofo que ahora ha viajado a Huelva, concretamente al campus mercedario. Allí se ha instalado una sucinta colección de sus libros, de recortes de prensa, fotografías y documentos para acercar a los jóvenes universitarios a una figura señera en el pensamiento español del pasado siglo.

Las abstracciones del aburrimiento y otros escritos, recoge un amplio abanico de reflexiones del autor, muchas de ellas inéditas. Son de plena actualidad, como lo pueda ser la filosofía de Plotino o de Kant, por dejar sobre el papel apenas un par de pinceladas de la riquísima biblioteca que dejó Ernesto Feria a sus hijos, aneja a esa inquietud o necesidad que en torno al conocimiento, al saber, solo tienen los elegidos.

En alguna de sus obras se encuentran ya retazos de este tiempo tan emocionante y disperso que nos ha tocado conocer, un mundo de apariencias en el que las sombras iluminan una caverna sucinta, mínima.

Si la cultura grecolatina nos dejó en herencia el pensamiento como necesario instrumento vital; o los convulsos, terribles tiempos en los que un milenio después renacía esa cultura responsable del modelado de la existencia humana para hacernos entender que el tener, la posesión, es fin de todas nuestras ansias; hoy empero asistimos al rechazo de uno y otro valor, ya sea el intangible del pensamiento o el más pragmático del poseer. Hoy, como es bien sabido todo es apariencia, o siguiendo el habla más popular, todo es postureo.

Sería desde luego digno de escuchar a Platón, acurrucado en la caverna y observando a las sombras como necesaria y viable realidad, o a Ernesto Feria analizando en sus impagables artículos este tiempo tan curioso, como todos los tiempos, cierto es, que nos ha tocado vivir.

No lo tenemos ya entre nosotros, pero gracias al trabajo y dedicación de sus herederos, tenemos mucho de Ernesto Feria Jaldón para leer y para disfrutar. Al fin y al cabo, para conocernos a nosotros mismos. El tiempo está detenido para los clásicos, y el médico de
Villanueva de los Castillejos, de Gibraleón, es uno de ellos.

(1) El escritor Juan Angona no hace mucho recordaba en un hermoso texto los años en Gibraleón del filósofo castillejero.
(2) Fue invitado en programas como La duna móvil de Garrido Palacios, o La Clave de José Luis Balbín, referencias a pesar de los años transcurridos, aunque en estos tiempos de mediocridad triunfante vengan a ser inimaginables en la parrilla de una cadena de televisión.
(3) Aún no teniendo la suerte de haberle conocido, colaboré de una manera simplemente técnica en la edición de algunos de sus trabajos; Crítica de la razón tecnológica; Juan Ramón Jiménez, psicocrítica; y Artículos.
Pero lo editado en los últimos años gracias al empuje de sus herederos, escapa al espacio del que disponemos en esta breve reseña.

Las abstracciones del aburrimiento. Ernesto Feria Jaldón. Niebla Editorial.
Huelva, 2021. 293 pp.

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