Juan Carlos León Brázquez. La desmemoria es dañina, por eso las reivindicaciones de hoy no pueden cerrar los ojos a los despropósitos de ayer, aunque algunos lo intenten. No es casualidad que tres mil gargantas se planten ante el Parlamento de Andalucía, en Sevilla, para gritar al unísono NO a un vertedero de productos tóxicos y contaminantes impuesto en Nerva hace 25 años, por la voluntad e intereses personales de los políticos de turno y por las presiones de una industria generadora de putrefactos residuos, a la que le salió muy barato convencer a quienes tenían la capacidad de aprobar aquel descomunal despropósito. Son 25 años de promesas incumplidas, de sueños rotos, de soportar malos olores, accidentes de trailers cargados de basura tóxica, de incendios, de mil y una incomodidades sin notar ningún beneficio en tales sacrificios.
Es más o menos, lo que escuchamos en los diversos intervinientes de las organizaciones convocantes de la manifestación de este jueves, en Sevilla, hartas de que no se hayan cumplido las expectativas que levantó la apertura de este vertedero frente al inminente cierre de la mina a finales del pasado siglo. Engañaron y vendieron un vertedero, con la connivencia de fuerzas políticas y sindicales que en aquel momento tenían mucho que ganar y ocultar frente a lo que se le venía encima, sin entrever que el futuro de la comarca no estaba en un vertedero de la peor basura para beneficiar y enriquecer a las empresas promotoras del proyecto, incluidos algunos intereses personales de quienes favorecieron y atrajeron a una parte de la sociedad nervense que permaneció dividida hasta que despertó del engaño. El vertedero no ha servido para solucionar los problemas derivados del cierre de la mina, ni ha servido como foco para industrializar la zona y no ha servido para evitar el progresivo despoblamiento.
Lo decía ante las puertas del Parlamento andaluz, José Luis Lozano, conocido activista sociocultural de Nerva, “hemos perdido el 20 por ciento de la población de Nerva desde que está abierto el vertedero, pero si hace un año éramos unos pocos los que nos manifestábamos contra el vertedero, ahora aquí, en Sevilla, nos hemos juntado 3.000. Hemos llenado una decena de autobuses, aparte de gente que ha venido en sus coches, y toda la cuenca minera apoya el cierre”. Marcos Toti, de Zalamea la Real, ha resumido el deseo de toda la comarca, “no queremos que ni un camión más descargue en el vertedero”. No hay medias tintas, ni siquiera con justificaciones como la de la secretaria de UGT-Andalucía, Carmen Castilla, que hace solo una semana indicaba en Huelva que “no sabía qué ha ocurrido ahora para que cambie la perspectiva sobre el vertedero, ya que en 25 años no ha ocurrido nada”. Y aún más, dijo que “habría que ver qué impacto negativo ha tenido sobre el medio ambiente y, probablemente en 25 años no habrá tenido tanto impacto negativo”. No se puede hacer más gala de la ignorancia o la manipulación, José Luis Lozano se encargó de recordarle que le podrían regalar un bungaló del camping (de las pocas cosas que funcionaban en el pueblo) que tuvo que cerrar por colocarle al lado el vertedero. Pero, además, es evidente que no sabe de las filtraciones de aguas contaminadas al río Tinto, paraje natural protegido, ni de los incendios, ni de los accidentes, ni le ha importado que se traiga basura tóxica desde Macedonia. Ni del desastre que supone cada ampliación para cambiar naturaleza por basura. ¿Manipulación o ignorancia?
La ciudadanía ha despertado y exige el cierre ya, mientras las actuales autoridades saben que están inmersas en un conflicto de alto voltaje, ante la desidia que durante años ha sido sostenida por un Partido Socialista en el poder autonómico, promotor y benefactor de unas instalaciones al límite. Desde 2008 está colmatado el proyecto primigenio, que ha ido rellenándose y ampliándose en altura, sobrepasando la cota máxima legalmente permitida, mientras que ahora la intención es aplicar una sentencia de 2012 para ampliar la superficie del vertedero, ante la dejadez de la anterior alcaldía de Nerva que no recurrió en tiempo las alegaciones para la ampliación, con lo que la empresa gestora pretende arrasar 26 hectáreas de la zona, talando unos 3.000 árboles. No entiendo como algunos/as no perciben el concepto de “impacto ambiental”.
Es una lucha continua, de David contra Goliat, en la que este jueves se ha mostrado en Sevilla el vértice de la misma. La población de Nerva y de toda la cuenca minera del río Tinto ha despertado. Ya no hay excusas, estamos ante un problema enquistado en el que nadie toma soluciones, pero el pueblo debe ser escuchado, Ahora el clamor es unánime, ahora si. La empresa que sarcásticamente actúa con el nombre de Diseño de Soluciones Medioambientales (DSM) defiende que su actuación “es intachable” y que está respaldada por las autoridades en materia medioambiental, “con todos los permisos necesarios que la regulan”. Nada más y nada menos, por ello no solo quiere aplicar y quedarse con lo que tiene, sino que quiere ampliar aún más el vertedero. Quiere montar, además, una incineradora y una planta de tratamiento de líquidos tóxicos peligrosos. Y en zona próxima, dentro de la cuenca minera, proyecta una planta de pestilentes tecnosuelos. Hasta aquí hemos llegado, parece decir ahora toda la ciudadanía, que ha estallado cuando descubre que la basura tóxica no llega ya desde Huelva, Cádiz o Sevilla, sino que las autoridades andaluzas y españolas permiten que llegue de otros países. Se sabía y había sucedido con anterioridad, pero el brutal impacto de conocer que 40.000 toneladas de tierras y piedras contaminadas, procedentes de la lejana Macedonia, llegarían a Nerva, vía puerto de Sevilla, levantó al unísono no solo a la población nervense y a la comarca minera, sino a una veintena de colectivos sociales y a las fuerzas políticas de la zona, que por primera vez apartaron sus posicionamientos ideológicos para clamar contra este nuevo despropósito. Cientos de camiones esperaban a los barcos y emprendían los 80 kilómetros de ruta hacia el vertedero. Tal fue el revuelo, que la guardia civil, tras inspeccionar al carguero Dakota, con 7.500 toneladas de granalla (residuo arenoso muy peligroso) encontró irregularidades que hizo que el Gobierno detuviera la descarga de nuevos barcos procedentes de Macedonia. Algo es algo, pero solo es un parche al gran problema.
José Luis Lozano, del colectivo “Nerva, Salud y Dignidad”, cree que el cierre ordenado advertido por la Administración autonómica, que nadie sabe en qué consiste, “encierra muchas trampas, porque lo que se necesita es que la Administración, la empresa y las asociaciones civiles se sienten a negociar y planificar el cierre”. En el acto también han participado alcaldes de la comarca y de diversas colectivos y agrupaciones civiles. El exdefensor del pueblo andaluz (1996-2013), José Chamizo de la Rubia, conocedor de la división social que produjo la instalación del vertedero, tomó la palabra, para dejar claro que, tras 25 años de injusticias, de soportar la existencia de este vertedero, “Nerva vive una situación insostenible y el pueblo necesita no sentirse abandonado a su suerte, una vez más, alejado del calor y la empatía de sus gobernantes”. Una voz autorizada, junto a la máxima expresión del pueblo andaluz, el Parlamento de Andalucía. “Ahora -dijo Chamizo- toca arremangarse y meterse en faena para buscar una solución para Nerva”. Solo hace falta que los parlamentarios y el gobierno andaluz hayan escuchado el grito de las 3.000 gargantas que se manifestaron bajo el lema “Por el cierre del vertedero Ya. 25 años de olvido y soledad son suficientes”. El pueblo no callará y promete nuevas movilizaciones para ser escuchado tras muchos años de silencio.
