Lecturas casineras 27 – Constitución Española

Salomé de Miguel

Del Grupo Azoteas


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En 1810, cuando los líos de la invasión francesa y la llegada del inepto Fernando VII (Paradójicamente llamado «El Deseado»), las Cortes se trasladaron de Sevilla a Cádiz, convocadas en San Fernando por el Consejo de Regencia, e hicieron un trabajo extraordinario, inspirados por la necesidad social de tener un marco que protegiera los derechos comunes y básicos, frente a los abusos de una monarquía de carácter feudal pretendido.

Tras muchas conversaciones en diversos ámbitos e ideologías, los acuerdos llegaron, porque eran necesarios y porque eran buenos acuerdos.


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Pero, mira por donde, hubo que emigrar a Cádiz (nuestra playa mas cercana y nuestra tierra amiga), para poder reunirse tales Cortes en sesión constituyente, sin que los bombazos interrumpieran. Aunque soportando el asedio napoleónico en apoyo del tal Fernando VII.

Y allí nació, como en parto precipitado, la hija de unos acuerdos históricos: «La Pepa».

Tanto se la esperaba que enseguida se le puso nombre familiar. Para celebrar el santo del día, San José, a la hija la llamamos «Pepa». Como en tantas familias del Sur y del Norte, que recurren al santoral de la fecha para hacer partícipe al santo de la paternidad honorable del neófito. Como padrino especial, que algo hará en beneficio del ahijado.

Pero en este caso, no. Ni ayuda, ni protección, ni reconocimiento. El tal Fernando VII pudo más que San José y dijo que de constitución nada, que aquí mando yo y mis amigos los franceses, que para eso me ayudan a ser feliz.

Y quedó arrinconada, que no en el olvido. Hasta que en 1978, un grupo de políticos de los de verdad, con el apoyo de un tal Suarez y sus rivales y compañeros de entonces, (Felipe, Manuel, Santiago, …), se sentaron alrededor de una mesa (alargada y solida) para debatir, discutir, negociar, conceder y abordar lo que convenía a todos, en mayor o menor medida: Gabriel Cisneros, Miguel Herrero, J. Pedro Pérez Llorca, Gregorio Peces Barba, Jordi Solé Tura, Manuel Fraga y Miquel Roca.

Ya lo dijo un tal Alfonso: «Es que entonces estaban los mejores».

La periodista de turno le preguntó, orgullosa de su «atrevimiento»:

– ¿Es que ahora no lo son?

El bueno de Alfonso, usando sus reflejos y su sentido común, no lo dudó:

– Yo no he dicho eso, lo ha dicho Usted. Yo me refería a los de antes solamente.

Bueno, lo cierto es que estos señores «padres» (Muchos padres eran. Ya podrían …), escribieron un librito, breve, pero sustancial, casi perfecto, eso sí, sin faltas de ortografía ni errores gramaticales, que eso se lo cuidaron técnicos de estilo que también entonces «eran los mejores» (Esto no lo dijo Alfonso. Lo digo yo ahora).

No fue fácil, pero lograron ponerle nombre: Constitución Española. Que no era precisamente lo sencillo, pues hasta el título hubo que negociar. El propio nombre refiere dónde se realiza la acción y quiénes son sus protagonistas.

En esta ocasión no hubo un crimen, un asesino, un detective y una solución. Ésta era muy clara desde el principio: Un montón de gente, millones, puso en manos de sus representantes (Los mejores) la decisión de discutir y acordar lo bueno para todos. Que no era lo mejor para ninguno, pero sí lo bueno para todos. O para casi todos.

Pero los vecinos de una comunidad que no pagan los gastos, no deben tenerse en cuenta en las decisiones. Sus derechos sí, pero no sus ambiciones o caprichos no compartidos.

Estos señores «Padres», salieron tras la cena a la calle y le dijeron a sus millones de paisanos: ¿Os gusta lo que hemos escrito?

Y éstos, en masa pocas veces vista, dijeron que sí. Que adelante.

Desde entonces en España hay un librito, breve pero intenso, que establece los acuerdos para poder ir por la calle, por las casas y por las instituciones (¿) con derechos y deberes en la faltriquera. Derechos y deberes, no se olvide.

Ocurre que ahora todo el mundo recurre al recurso de la Constitución para justificar su protesta, su reclamación o «su verdad».

Lo dice la Constitución, está en la Constitución, es constitucional, no es constitucional, … y así, machaconamente, como bofetada a quien duda de lo que reclamamos o hacemos. Es el recurso del dialogante desinformado (Inculto).

Esto me recuerda a un mayo de 1968, en el que España se quedó vacía. Todos estaban en París ese día. Entre mis amigos, al menos la mitad estuvo allí. Después se ha sabido que no era posible, por cuestión de capacidad de la hermosa ciudad.

Pues lo mismo parece ocurrir con la Constitución: Es amparo de miserias y llantos, pero pocos de los que la utilizan como argumento la han leído. No deja de ser curioso. Sí, curioso, porque este hecho evidencia una característica del ser humano (al menos de los que yo conozco), que es la de justificar lo que nos interesa con argumentos que conocemos de oídas.

Una vez aquí, recuerdo una discusión (debate, charla) que tuve con otros componentes del grupo Azoteas en La Zarza, uno de los casinos mas hermosos de la Cuenca minera. Estaban también otros amigos de allí y de El Perrunal, el casino amigo de una legua mas abajo. Allí había (debería seguir habiendo) un mueble rústico que recogía libros de un pasado recoleto y familiar.

En este mueble humilde había una serie de tomos encuadernados por un Maestro del lugar cuando la mina daba vida. Tal señor, aficionado a la encuadernación como tema a enseñar en manualidades, encuadernó un periódico de la época y comentó a uno de los socios del casino:

– Es bueno tener recuerdo de lo que ha pasado leyendo los periódicos del momento. Aquí está para poder leerlos cuando algo no se recuerde.

Así de sencillo y de admirable. La historia para ser leída.

Y digo yo:

¿Cuántos de esos que se llenan la boca de Constitución la han leído?

Pues hoy podemos darle la oportunidad de que lo hagan. Basta con que hagamos dos cosas:

  • Leerla nosotros antes (Es corta y sencilla. Y además amena a cachos).
  • Y preguntar después a estos enteradillos de poca monta:

– Esa Constitución a la que te refieres, ¿la has leído?

Si las respuesta son sinceras, nos llevaremos una «esperada» sorpresa.

Adelante, haced la prueba. Y ya que estamos, leámosla nosotros.

Por favor.

Grupo Azoteas

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www.casinosdehuelva.com

 

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