Cristina Morales. De la ingeniería a la escritura. Así podríamos titular la trayectoria del joven José Antonio Vázquez, un cartayero de 24 años que ha materializado su pasión por escribir en su primera novela ‘Alguien normal’. Este ingeniero de Telecomunicaciones especializado en Imagen y Sonido y máster en Ingeniería Acústica, ha tratado en su obra temáticas tan de actualidad e importantes como la salud mental.
Tal y como reza la sinopsis de la novela: «En la búsqueda de un fármaco que cure la esquizofrenia, aparece la Z-20. Esta será probada en el protagonista (sin que sepa de su fase experimental) para comprobar los posibles efectos secundarios. Uno de ellos hará que la esquizofrenia del protagonista se torne en el trastorno disociativo de la identidad. De esta manera, una de las voces que oye cobrará vida en su propio cuerpo».
El escritor nos aclara que este fármaco: «hará que la voz que oye el niño tome presencia en su cuerpo. De modo que ya no solo será una voz en su cabeza, también podrá usar el cuerpo a su antojo. Es por eso que hablo del Trastorno Disociativo de la Identidad, porque estarían conviviendo dos personalidades distintas en un solo cuerpo. Y además, esta voz que se adueña del cuerpo del crío, tiene psicopatía».
En la redacción de la novela, José Antonio ha configurado un verdadero puzzle, cuyas piezas solo se entiende al final de la historia, haciendo además que el lector se ponga totalmente en la piel de una persona que sufre un trastorno como el del protagonista. En palabras de su autor: «Es una novela transgresora que destaca de entre la mayoría porque rompe los estándares típicos regidos por lo que debería ser una novela. Humor negro, palabras malsonantes, sarcasmos, ironías, reflexiones profundas y mucho descaro».
Se fundamenta en tres pilares. El primero es la psicología, ya que trata enfermedades mentales. El segundo sería novela negra por la sangre y lo sórdido de su contenido. Y el último sería filosófico por reflexionar sobre la muerte, el concepto de Dios, el yo, la identidad, así como otras cuestiones.
En cuanto a los personajes tienen tanta vida en la novela que la voz «loca» ha elegido su propia tipografía. Una letra que moleste a la vista, porque ese es el objetivo del personaje «molestar». De hecho, hay una segunda sinopsis que la cuenta él mismo y que dice: «Va de un psicópata que va matando a gente aleatoria y, para ocultar su identidad, usa diferentes máscaras». Pero en realidad no va de eso.
Un detalle curioso es que el color de cada capítulo tiene que ver con quien te lo cuente (si el cuerpo original o la voz) y lo macabro que sea. Por ejemplo, cuando te habla el niño, el color es blanco inmaculado, de inocencia. Si te habla la voz perturbada, será negro. Si están ambos, será gris. Como curiosidad, nos cuenta el autor que: «El nombre del fármaco en realidad viene de mi nombre y la edad con la que surgió. Z porque en todas las redes sociales me pongo Joze, lo hago a consciencia porque todos en mi pueblo cecean y me parece un modo original de llevar por bandera mi tierra».
En cuanto a cómo nació la idea de esta novela, Vázquez nos cuenta que surge «de una charla en el piso de estudiantes, donde uno de mis amigos me dijo que buscara información del ‘asesino del zodiaco’. Me dio tanto miedo que eso pasara en la realidad que empecé a escribir como si yo tuviera sus ideas. Ese fue el comienzo, lo demás nació en dos meses, el tiempo que tardé en escribirla una vez acabé mis estudios del máster con 23 años y decidí usar todo mi potencial en este objetivo. La inspiración fue tal que además de acabarla, empecé una segunda».
Ahora es el momento de adentrarnos en la mente del protagonista y ver la realidad en los ojos de alguien que padece este trastorno, quizás nos demos cuenta de que no todos estamos tan cuerdos como creemos.