José Manuel Alfaro / Cuaderno de Muleman. El pasado viernes, un conocido cazador de la localidad andevaleña avistó sobre las 5 de la madrugada un ejemplar de un ciervo ratón en los jardines de la Plaza de España de la localidad, cuando paseaba sonámbulo por el centro del pueblo con su escopeta. De confirmarse los hechos, estaríamos ante el primer avistamiento en el país de una especie que se creía extinta desde hace casi 30 años.
Nada más conocerse los hechos, un grupo de Biólogos de CSIC se pusieron en contacto con el cazador para comprobar que se trataba de un ciervo ratón, una curiosa y entrañable especie que se parece a un ciervo pero que tiene el tamaño de un conejo. De confirmase la veracidad de la noticia, estaríamos ante el redescubrimiento de una de las especies que se creían extinta y que se podría convertir en la nueva especie cinegética que poblará los numerosos cotos de caza que existen en una localidad, que celebra anualmente una de las ferias cinegéticas y de productos naturales más importantes del país.
Aunque los biólogos se han tomado con prudencia el testimonio de este hombre que caminaba con escopeta en mano, cartuchera y pijama corto en pleno otoño por el centro del pueblo y sonámbulo, los poderes públicos no han podido ocultar la riqueza que generaría la existencia de una especie que primero entraría en un programa de reintroducción en toda la comarca y una vez que alcanzara una población sostenible, pasaría a formar parte del catálogo cinegético de una localidad a la que todos los años se acercan miles de cazadores de la provincia.
Además, se piensa que la existencia de una especie tan exclusiva como esta para los cotos de San Silvestre, podría atraer a los principales cazadores de la esfera internacional, como pueden ser el Rey emérito Juan Carlo I o el mismísimo Vladimir Putin que en los próximos días podría llamar a la localidad para organizar una cacería de una especie que podría convertirse en el gran motor económico, no solo de la localidad sino de toda la comarca andevaleña. Algo para lo que ya se prepara nuestro entrevistado de esta semana y primer hombre en 30 años que ha avistado un ciervo ratón.
¿Cómo sucedió todo?
Yo no sé exactamente lo que paso, yo solo recuerdo que la noche anterior había estado tomando unos vinos en el bar de un amigo. Los dos nos pusimos morados de caldereta de venado, porque las cosas hay que decirlas claro, donde se pone un buen guiso de ciervo con todos sus avíos, que se quite un churrasco de pollo del Mercadona. Así que después de meterme en el cuerpo dos raciones, una botella de vino y un arroz con leche casero, salí de allí en un estado que no me quedó otro remedio que tomarme un par de tónicas en otro bar. Llegaría a casa sobre las 2 de la mañana, abrí la puerta y me fui a la cama directamente. Lo próximo que recuerdo es que las 5 de la mañana desperté en la Plaza de España, en pijama, sentado en un banco, con la escopeta en la mano, apuntando a un bicho que era demasiado grande para ser una rata, pero demasiado pequeño para ser un ciervo, era precioso, con los ojos brillantes, mientras el animalejo me olía los dedos que salían de los calcetines rotos y no dejaba de moverse. Cuanta clase desprendían sus movimientos acrobáticos, saltando y olisqueando cada uno de los dedos de mis pies. Era un animal tan noble, que ni siquiera le imponía mi niña, como yo llamo a mi BERETTA 682 GOLD E SPORTING, pero cuando fui a coger mi teléfono para hacerle una foto, el bicho listo, se fue corriendo y se perdió entre los primeros rayos de sol. Fue en ese momento cuando llego la policía local y le conté todo lo que había sucedido y tomaron nota para ponerlo en conocimiento del CSIC, después me colocaron una manta por encima, me dieron una pastilla de antiácido y me llevaron a casa para recuperarme de la hipotermia que me había puesto azul como un pitufo.
¿Por qué cree que se trataba de un ciervo ratón y no de una rata gigante?
Si de algo entiendo es de animales de campo. Como cazador se distinguir una liebre de un conejo a un kilómetro de distancia. Y estoy seguro que lo que vi en ese momento, en mi cabeza, al menos fue un ciervo ratón, aunque algunos vecinos se hayan reído de mí diciendo que a lo mejor era una rata gigante. De hecho, en el pueblo me han cambiado de mote y me llaman ahora el “Ciervoratón de San Silvestre”. A mí me da lo mismo que se rían de mí, yo podría estar sonámbulo en ese momento, pero no soy tonto. Además, cuando yo le hice una descripción del animal a la policía, ellos me enseñaron fotos en el teléfono y les dije que sí. Creo que si hubieran venido cinco minutos antes lo hubieran visto también.
¿En qué cree que beneficiará a San Silvestre de Guzmán su avistamiento?
Esto para el pueblo va a ser una revolución. Todavía es demasiado ligero para verlo, pero cuando empiece el proceso de reintroducción de este animal y empecemos a ver ciervos ratones por todos los lados, por la plaza, en los jardines, saliendo de las alcantarillas o volando. Esto hará posible que legiones de cazadores de todo el mundo vengan a San Silvestre de Guzmán a abatir estos animalejos. Los restaurantes se llenarán, harán falta cientos de plazas hoteleras para cubrir la demanda de una actividad que traerá paralelamente un desarrollo de la industria agroalimentaria, donde el fuet de ciervo ratón será una manjar y patés y carne en escabeche pasaran a formar parte del ideario alimenticio no solo de este pueblo, sino de toda la comarca, que se verá beneficiada de la explosión de este artiodáctilo.
¿Cree usted que esto representa un antes y un después para la caza?
Pues claro hombre, igual que si dices voy a ir de caza a Botsuana y se te vienen a la cabeza un safari para matar elefantes, en el que incluso corres el riesgo de partirte la cadera. Cuando empiece a haber ciervos ratones como gurumelos por toda la comarca, la gente oirá San Silvestres de Guzmán y se te vendrá a la cabeza un bonito ciervo ratón abatido entre tus brazos. No te voy a decir una barbaridad pero con lo que le gusta a Vladimir Putin la caza, que nadie se extrañe si un día de estos entro en el Restaurante Macarro, en el bar El Punto o en la brasería El Tropezón y me lo encuentro allí comiéndose una caldereta de venado o de ciervo ratón y mojando pan en la salsa.
¿Qué piensan sus amigos los animalistas de la caza?
De eso mejor no quiero hablar, no sé porque les molesta todo lo que tenga que ver con la caza, incluso ahora que se estaba planteando implantar en el sistema educativo conocimiento de caza, han puesto el grito en el cielo. Le voy a hacer de todas formas una confesión, mi pasión es la caza pero también tengo que decir que yo los toros los prohibía, es lo más parecido a asesinar un animal. Una cosa muy distinta es matar de un susto o de un plomo a un ciervo ratón con el objetivo de preservar el equilibrio del ecosistema y otra cosa muy distinta es poner a un toro en una plaza y castigarlo hasta la muerte, así que yo me considero un cazador anti taurino. Ahora sí, a estos animalistas me los traía yo al pueblo, hacía una caldereta de venado o de ciervo ratón en la plaza y cuando terminaran de chuparse los dedos hablábamos de prohibir la caza, va ser lo mismo comerse un Kebab de pollo hormonado que un trozo de carne silvestre, la mitad de los que dicen ser animalistas no saben ni lo que comen.
¿Qué opina sus hijos de la caza?
Mis hijos están encantados, están deseando coger un ciervo ratón entre sus brazos, ya me han dicho que quieren uno como mascota para los Reyes. De hecho, en el pueblo se empieza a hablar de utilizar al ciervo ratón como mascota, incluso algunos van más allá y dicen que debería nombrarse al ciervo ratón hijo predilecto de la ciudad. Yo no sé si llegaremos a hasta ese punto, yo de momento me conformo con volver a ver uno aunque sea en sueños.