Redacción. La revista científica especializada en salud pública Journal of EnvironmentalResearch and PublicHealthha publicado el artículo titulado AnthropometricMeasures as PredictiveIndicators of MetabolicRisk in a Population of `HolyWeek Costaleros´ en el que han participado varios profesores de la Universidad de Huelva. El trabajo analiza la condición física y la forma de prevenir los problemas de salud de los costaleros en Semana Santa.
El estudio forma parte de la tesis doctoral titulada ‘El costalero en Huelva. Composición corporal y adecuación al trabajo’, defendida en la Onubense por José Miguel Robles, docente de la Faculta de Enfermería de la UHU. Una investigación co-dirigida por José Arenas Fernández, de la Universidad de Huelva, y por Juan Gavala González, de la Universidad de Sevilla, grandes conocedores del mundo costalero, al haber permanecido bajo las trabajaderas durante casi dos décadas. También han participado en la publicación los profesores de la Onubense Eduardo J. Fernández Ozcorta, Juan Gómez Salgado y Carlos Ruiz Frutos, así como Macarena Romero Martín, del Centro Universitario de Enfermería Cruz Roja (Universidad de Sevilla).
El artículo pone de manifiesto cómo las medidas preventivas deben ser una prioridad entre los costaleros de la Semana Santa, al ser un colectivo con riesgos cardiovasculares a medio y largo plazo. El riesgo está en realizar un intenso esfuerzo físico sin una preparación física previa, sobre todo si se padece de sobrepeso u obesidad.
A modo de ejemplo, el profesor Robles pone de manifiesto que el Paso de la Hermandad del Prendimiento de Huelva, el más grande de Andalucía, cuenta con un peso de 2.898 kilos y una cuadrilla de 60 costaleros, lo que supone que cada costalero soporta una media de 48,3 kilos.
En este contexto, el investigador de la Universidad de Huelva ha llevado a cabo un exhaustivo estudio descriptivo en 101 costaleros de la Semana Santa de Huelva, que presentaban una edad media de 28 años de edad, y promedios de 1,74 m de altura y 82.59 kg de peso, en los que se analizó la asociación entre obesidad y la presión arterial.
A todos ellos se les realizaron dos exámenes para medir su condición física: el test de Ruffier-Dickson, que mide la resistencia cardiaca al esfuerzo y la capacidad que tiene la persona para recuperarse tras el esfuerzo; y la prueba Abalakov, que da cuenta de la fuerza o potencia del tren inferior de los sujetos. Dichas pruebas eran adecuadas para medir la altura de un salto (levantá).
Uno de los resultados más notables del estudio es que la probabilidad de presentar una presión arterial anormal es mayor entre los sujetos cuyo contenido de grasa es mayor y el contenido muscular, menor. Es más, el índice de masa corporal, la relación cintura-cadera y el nivel de grasa corporal resultaron buenos predictores de ese riesgo cardiovascular, puesto que “el aumento de la grasa corporal se correlaciona inversamente con la capacidad de recuperación cardíaca después del esfuerzo y provoca un aumento en las cifras de presión arterial en reposo, lo que confirma la importancia de controlar los niveles de adiposidad como un factor de riesgo para la rigidez arterial en adultos de mediana edad”.
Entre las principales conclusiones señaladas en el estudio de José Miguel Robles se encuentra el hecho de que “aunque los participantes estudiados perciben su estado de salud como bueno y creen que cuidan su dieta, los resultados de las pruebas no parecen mostrar un estilo de vida saludable. Todo esto los clasifica como un grupo de riesgo desde un punto de vista cardiovascular. Desde un punto de vista salubrista, las diferencias entre salud real y salud percibida hacen que la modificación de los hábitos poco saludables sea más difícil, ya que es realmente complejo lograr este objetivo si no existe una verdadera concepción del riesgo por parte del individuo”.
Por último, el profesor de la Onubense considera relevante este trabajo, porque “puede ayudar a concienciar a todos los costaleros sobre la necesidad de tomar medidas preventivas que contribuyan a minimizar la posibilidad de sufrir una lesión”. Asimismo, este estudio presente servir de modelo y aplicarse a cualquier otro colectivo o persona que por cualquier circunstancia se someta a un sobreesfuerzo físico y precise medir o controlar su condición cardiovascular