Juan Carlos León Brázquez. Si Huelva tiene una figura señera en la pintura esa es, sin duda, Daniel Vázquez Díaz (Nerva,15 de enero de 1882- Madrid, 17 de marzo de 1969) y sin embargo, a los 50 años de su muerte, no hay ningún acto oficial programado, ni en la Diputación, ni en el Ayuntamiento de Nerva, ni siquiera en el Museo que lleva su nombre, o en el Provincial, ni en los Institutos de enseñanza blasonados con el Vázquez Díaz, que le recuerden en éste cincuentenario de su fallecimiento.
Me gustaría siquiera repasar hoy los medios de comunicación que lo recuerden, no ya de España, sino de aquí de Huelva. Quizás y ojalá me equivoque, la norma será el silencio. Imbuidos en periodo preelectoral nos olvidamos de aquellos que fueron y marcaron nuestro pasado. Y Daniel Vázquez Díaz marcó una época en la pintura española del siglo XX, junto a los grandes nombres que fueron: Picasso, Juan Gris, Miró, Dalí, Iturrino, Solana o Blanchard, solo por citar algunos de la vanguardia pictórica que simbolizan la impronta del pasado siglo. Marcó, además, la escuela pictórica de la generación de la postguerra, con alumnos como José Caballero, Cristino de Vera, Ibarrola, Díaz-Caneja, Granados Valdés, Rafael Botí, Povedano… y dejó lo que el catedrático Ángel Benito llama los mejores murales europeos del siglo XX, los del Monasterio de Santa María de La Rábida. Y aún conservo en mi retina la amplia galería de retratos en Exposición en Madrid, en el año 2000, de los cientos de personajes, dibujados o pintados, desde 1910 hasta la década de los sesenta, inmortalizándolos, por si ya no estaban inmortalizados, con sus rostros, como Unamuno, Ortega, Baroja, Galdós, Falla, Rubén Darío, Picasso, Lorca, Cajal, Marañón, Primo de Rivera, Indalecio Prieto, Madariaga, Rodin, Sorolla, Valle Inclán, Belmonte, Manolete, María Guerrero… o el gran dibujo a Juan Ramón Jiménez, reproducido en sellos, vitolas de puros y en multitud de catálogos referidos a la obra de su amigo, el poeta de Moguer. Tantas y tantas figuras que por si solas nos bastarían para recorrer la intelectualidad de la España del siglo XX. Y todo empezó en 1911 cuando Rubén Darío le hizo un primer encargo para su revista parisina Mundial. De ahí a seguir con las cabezas de sus “contemporáneos” en periódicos como ABC o El Sol, con los que empezó a colaborar hace justamente cien años, como si de un fotógrafo de época se tratara.
Está quizá pagando Vázquez Díaz el ser el pintor que, lejos de dogmas doctrinarios, se negó a acompañar a la República hasta el exilio de una guerra pérdida, porque su decisión de quedarse en la España de Franco le sigue pasando factura, aparte de componentes artísticos aplaudidos o difamados por ser fiel a su credo estético, olvidándose -además- la gran labor de maestría ejercida en su taller-escuela de Madrid, donde florecieron nuevos talentos en la España oscura y gris de postguerra. Granados Valdés, con sus 101 años recuerda al maestro y lo dice: “Fue un gran pintor, no entiendo cómo no está siendo homenajeado. Le debo mucho, sin él la pintura española hubiera sido otra cosa”. También Rafael Botí, que le hizo de modelo para la figura de Manolete y es el mayor coleccionista privado de su obra, no entiende este olvido; “Don Daniel -como él lo llama- lo fue todo en la pintura y ahí está su valor como retratista, con esa ingente cantidad de cabezas que hizo y que nos trae a la actualidad todo el siglo pasado. España y en especial Huelva debieran recuperarlo, porque es una de las grandes figuras de la pintura del siglo XX”. Hasta la joven Ana Berruguete, quien presentó en 2015 su tesis doctoral sobre el pintor de Nerva, se extraña de este olvido, “por la trayectoria sin igual y por ser un autor paradigmático en el complicado proceso de renovación de la pintura española. Vázquez Díaz planteó una alternativa hacia la modernidad, donde unos y otros parecían encontrarse y sirvió de maestro y ventana de conocimiento a toda la generación posterior”.
Vázquez Díaz, a pesar del inexplicable olvido, es todo un punto de referencia de nuestra pintura. Prolífico se le atribuye más de 3.500 obras, de las que un tercio son retratos de sus contemporáneos (como él los llamó), en un trabajo situado entre lo clásico y lo moderno. Amigos pintores, músicos, políticos, críticos, poetas, novelistas, actrices, toreros, entre otros, forman parte de esa inmensa galería. Y eso que, como le confiesa a Francisco Garfias, le costó mucho aprender a dibujar, “el dibujo se me resistía. Tuve que luchar mucho, muchísimo. Me di cuenta de que no sabía dibujar al llegar a París. En España se dibuja poco y con un concepto anticuado que a mí no me interesaba. Fue en Francia en donde encontré la pasión por el dibujo y donde me hice dibujante”. Algo que transmitía a sus alumnos a los que incitaba a dibujar todos los días. Vázquez Díaz, no solo alcanzó una enorme maestría en el dibujo, sino que en su tratamiento los dotó de una personalidad desconocida e innovadora. Sus apuntes al natural, con escenas de la Primera Guerra Mundial, o de los paisajes vascos, de marineros, de fiestas populares, de aldeanos, de frailes, de gente del circo, o los marinos que envuelven a Colón en su viaje a América, dicen mucho del estudio de las formas que envolvían las figuras proyectadas por Vázquez Díaz. En los viejos muros de La Rábida, en un aprendizaje continuo y elevado que logró romper -según el crítico Lafuente Ferrari- “con todo el lastre anecdótico literario y sociológico que aún subsistía en la pintura de su época”. Para Ángel Benito, su biógrafo, es, “tras lavar su pintura en el País Vasco”, el dominador de los grises, grises blancos, grises rojos, grises verdes, grises azules…los grises.
Lo cierto, aun a pesar de que a muchos políticos y responsables culturales (?) se les llena la boca evocando la figura y maestría de Vázquez Díaz, incoherentes, interesados o adormecidos, ninguno ha sabido en este cincuentenario de su muerte rendirle el merecido homenaje que su figura representa en el arte español del último siglo. Y, sin embargo, según María Dolores Jiménez-Blanco, la obra de Vázquez Díaz es indispensable para comprender la pintura que se hace en España en la primera mitad del siglo XX; “hasta tal punto es así -escribe- que podría tomarse su trayectoria personal como hilo conductor para definir la situación del panorama artístico español, tan contradictorio como la obra de Vázquez Díaz, a medio camino entre la vanguardia y la tradición, entre el cosmopolitismo y el casticismo”. Hoy lo olvidamos.
Juan Carlos León Brázquez, es periodista y bibliógrafo, autor del documental “Daniel Vázquez Díaz, trazos de un navegante de la modernidad”, que en 2008 recibió el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva.
1 comentario en «Daniel Vázquez Díaz, el olvido de un gran pintor»
Excelente trabajo el del periodista Juan Carlos León sobre la figura del genial Vázquez Diáz. . Deseo que se repare este olvido tanto en Hueva como en su tierra de Nerva por parte de las autoridades de nuestra tierra, así como de la Universidad y de la Junta de Andalucia. Su figura artistíca debe ser dada a conocer a los más jóvenes para que conozcan nuestro rico patrimonio cultural..