Mari Paz Díaz. A sus 25 años recién cumplidos, Beatriz Parrilla López es una enamorada de Aracena, su pueblo natal, al que define como «un pueblo situado en lo más profundo de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, donde un bello castillo, situado en lo más alto del pueblo, ilumina todas las casitas blancas de este». Un lugar en el que ha tenido la oportunidad de desarrollar su pasión por la música, puesto que desde niña cantaba, bailaba y tocaba el clarinete. Una vena artística que ha fomentado a lo largo de su vida, aunque con diferentes momentos y etapas.
Según nos cuenta, «de niña sólo quería jugar al voleibol, estudiar clarinete como aficionada, bailar flamenco, estudiar la ESO, Bachillerato… Digamos que mis responsabilidades no eran tan notables en aquellos tiempos. Luego, cuando ya tenía una edad con la que empezar a trabajar, decidí ser socorrista en los meses de verano para poder pagar mis estudios y comprar mis clarinetes para quitarles peso económico a mis padres. Además, he trabajado como profesora particular de clarinete, de iniciación musical, de iniciación al piano, en un grupo de música en los que dábamos conciertos en el Hotel Convento de Aracena, dando talleres musicales para niños, personas mayores y personas con diversidad funcional…, e, incluso, he sido camarera y monitora de natación».
Todo ello lo ha ido compaginándolo con la música. Con 11 años ya tocaba en la Banda Municipal de Música de Aracena. Fue la primera de muchas bandas y orquestas de cámara en las que ha tocado. A partir de aquí, un punto de inflexión en su trayectoria se produjo cuando, a sus 17 años, se presentó al Conservatorio de Grado Profesional, donde, tras seis años de estudio, obtuvo el Premio Honorífico. Una distinción de la que se siente orgullosa, puesto que considera que “todo trabajo tiene su recompensa”.
En la actualidad, Beatriz cursa 3º de Estudios Superiores en el Conservatorio Superior ‘Manuel Castillo’ de Sevilla, mientras que, desde 2017, forma parte de la Orquesta Joven de Córdoba. Una agrupación en la que entró tras hacer una prueba, algo que «me hizo muy feliz. Di un pequeño salto más en mi carrera musical», tal y como nos cuenta en esta entrevista concedida a Huelva Buenas Noticias.
-Bea, ¿cómo surge tu interés por la música?
-En mi familia paterna reina la música, así que yo no iba a ser menos (risas). Siempre me ha gustado cantar y, en general, la música siempre me ha gustado mucho. Por ello, con tan sólo 4 añitos, mis padres me apuntaron a la escuela de música Ian Murray de Aracena. Comencé tocando la pandereta, crotalos, xilófono, triángulo… Un sin fin de instrumentos de pequeña percusión en la asignatura de iniciación musical. Hasta que, con la edad de 7 años, decidí empezar con el clarinete.
-¿Cómo llegaste al clarinete?
-A los 7 años, mi padre me dijo: “Beatriz, ¿por qué no tocas la trompa?” Y yo le dije: “Papa, la trompa es demasiado grande para mí, pesa mucho y yo soy muy pequeña. Yo quiero tocar el clarinete”. Entonces mis padres me compraron mi primer clarinete, clarinete que a día de hoy sigo conservando. Y lo seguiré teniendo para el resto de mi vida, porque fue mi comienzo a la felicidad que nos da la música. Así que, sin darme cuenta, cogí el estuche del clarinete y fui a mi primera clase con José Luis Fernández Sánchez, más conocido como ‘Chipi’. Él me enseñó a hacer sonar el clarinete, a poner mis dedos en él… Aunque después de muchos años me ha vuelto a dar clase. Es muy especial dar clase con alguien después de una década. Después seguí repartiendo melodías en casa, algún que otro pitido, algún que otro llanto, porque no me salía la partitura, ensayando y dando conciertos con la banda… Así hasta que, con 17 años, Joaquín Jesús Calderón Ruiz, mi profesor por aquel entonces, me dijo en una de las clases: “¿Beatriz, por qué no te presentas al Conservatorio?” Y eso hice. Él me ayudo a prepararme la prueba, trabajamos mucho.
A Joaquín le agradeceré siempre que me haya impulsado en esta carrera tan maravillosa. Aprobé la prueba y di clases con Antonio Álvarez, Antonio José Quintero y Pepe Benítez. Esos tres profesores me han dado lo mejor de sí para convertirme en profesional. Estaré eternamente agradecida. En el Conservatorio Superior ‘Manuel Castillo’, en el que me encuentro actualmente cursando 3º, he dado clases con Francisco Cantó, el primer año, y con mi actual profesor, Camilo Irizo, desde 2º. Camilo va a ser quien ponga la guinda del pastel a mi carrera para dejarme volar y ser profesional y ser yo quien sea mi propia profesora. Aunque cuando todo termine, echaré de menos esas clases en las que tanto aprendo de él.
Además, he recibido clases de Josep Fuster, de Eric Hoeprich, John Durant… Podría decir que, cuando tomé la decisión de tocar el clarinete, no me equivoqué. No podría decir que mi vida junto a este instrumento es de luz y color, no (risas), porque el repertorio es bastante complicado, pero después me da momentos magníficos. Y, sobre todo, soy feliz cuando toco. Y eso es lo más importante.
-Te encuentras en la Orquesta Joven de Córdoba. ¿Qué supone para ti?
-La Orquesta Joven de Córdoba ha sido mi primera orquesta. Cuando eres un bebe y aprendes a decir mamá o papá es un momento que nunca olvidarán tus padres. Lo mismo sucede cuando das tus primeros pasos o cuando haces sonar por primera vez tu instrumento… Pues, cuando tocas por primera vez con una orquesta llena de gente maravillosa, con una sonrisa que te arropa y una música que te envuelve…, todo eso, te hace ser feliz. Esa es la palabra que relacionaría con esta orquesta: FELICIDAD. Y esa felicidad no se olvida nunca. Con más suerte aún: tuve el placer de ser dirigida, además de Alejandro Muñoz, por el director invitado Miguel Romea, que ha dirigido la Orquesta Nacional de España, la Orquesta Sinfónica de RTVE, la Orquesta de Córdoba, de Navarra, de Bilbao, la Filarmónica de Málaga, Duisburger Philharmoniker, entre otras… Es magnífico y he tenido el placer de estar sentada mirándolo para tomar nota de sus indicaciones, de mover la música con el movimiento de sus brazos…, de hacer música con el… Y lo mejor de todo es que es clarinetista, como yo.
Actuar encima de un escenario es una experiencia increíble. Y es que la música tiene ese poder que pocas cosas tienen en la vida. La música te llena, te hace sentir, vibrar, soñar, imaginar, volar… La música une a las personas. Y algo más importante aún: Une el corazón de las personas.
-¿Ha sido muy difícil entrar a formar parte de la Orquesta?
-Hace un año me dispuse a hacer las pruebas para la convocatoria de la Orquesta Joven de Córdoba. Preparé el Concierto 1 de Weber, compré un billete de tren y me fui a hacer mi prueba. Estaba segura de mí y quería mostrar mi mejor versión, porque tan solo tienes 10 minutos para demostrar quién eres. En la música o cualquier arte en el que te expongas a un directo, debes saber que solo tienes una oportunidad y pensar que va a ser un buen día e ir a por todas.
Un día recibí un correo con la lista de admitidos y ¡aaaaaahhhh! ¡Había entrado! Era la quinta, lo cual me dio una alegría increíble, porque clarinetes en este mundo hay más que días de sol, es decir, ¡millones! Así que esperé a que me convocaran para tocar y, el 3 de septiembre, recibí un correo en el que, por fin, me convocaban para el encuentro. En ese momento, ¡mi cara de felicidad era increíble! Iba a ser la primera vez que tocaría con una orquesta y estaba súper contenta. Y, como remate final, iba a tocar de primer clarinete en las Suites de Carmen 1 y 2 de G. Bizet y en las Danzas eslavas op. 46 de A. Dvorak. Sabía que tendría muchos solos y que iba a ser un gran estreno.
–¿Cómo te preparaste para la prueba?
-Estudié mucho el concierto de Weber, cada frase melódica, cada acorde del piano con el que caminaba la melodía. El afinador es mi fiel amigo y el de todos los músicos, sin olvidarnos del metrónomo ¡claro! Además, teníamos que preparar un solo orquestal y, cuando lo trabajaba, escuchaba diferentes versiones de orquestas y tocaba encima de ese video para así saber con qué instrumento estoy tocando a la vez o qué instrumento ha hecho antes ese solo para hacerlo igual de articulación, sonido, timbre… Y es que en la orquesta tienes que saber con quién estas tocando en cada momento, saber que los instrumentos de viento deben ser uno, debemos empastar, tocar juntos y afinados, cambiar el color de nuestro sonido dependiendo de con qué instrumento estés tocando, etcétera.
-¿Qué actuaciones tenéis previstas?
-Con la Orquesta Joven de Córdoba, el siguiente proyecto es en enero, en el que se interpretará la Sinfonía 104 de Haydn. También hay un concierto de solista para el cual, en diciembre, se harán unas pruebas de solista. El elegido será quien protagonice la segunda parte de este concierto. Luego, en abril, la Orquesta Joven de Córdoba hará una colaboración con la Orquesta de Córdoba, bajo la dirección de Carlos Domínguez-Nieto y Alejandro Muñoz, para tocar la Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky.
Alejandro Muñoz, que el director de nuestra orquesta y un magnifico violista y violinista, ha recorrido numerosos conservatorios, como el Conservatorio Superior de Música de París y el CNR Boulonge-Billacourt. Además, ha dirigido, entre otras, a la Banda Sinfónica de Granada, de Córdoba, Joven Orquesta del Sur… Ha pertenecido a la Joven Orquesta Nacional de España, European Young Orchestra, West divan Orchestra… Dejo un largo etcétera, porque podría seguir hablando de su trayectoria días y días. Alejandro es un “musicazo” y, como director, es increíble. Es un placer dejarte guiar por un director con tanta experiencia y un camino largo por recorrer.
-¿Qué proyectos se abren ante a ti a partir de ahora?
-Mi primera meta es acabar mi carrera. Cuando acabe, quiero estudiar un master, seguir dando clases de clarinete, tocar en orquestas, que para mí es una pasión. Sinceramente, para entenderlo, hay que formar parte de ella. Quisiera también ser profesora de clarinete en un futuro. Me encanta la docencia, sobre todo dirigida a niños pequeños… Son mi debilidad. Me encantaría hacer concursos, viajar con mi clarinete, conocer mundo… Hay tantas cosas que me gustaría hacer…
-De los lugares que has tocado, ¿alguno que recuerdes de forma especial?
-Recuerdo una vez que toqué en la Gruta de las Maravillas de Aracena. Tocar allí fue precioso, rodeada de estalactitas y estalagmitas, formaciones imposibles de imaginar de cómo ha sido su creación… Este verano, la Banda Municipal de Música de Aracena también tocó en el castillo, a los pies del campanario y, si mirabas de reojo mientras tocabas, teníamos ante nosotros unas vistas de la sierra y del pueblo espectaculares. Para mí fue otro momento especial, porque, tanto el programa que tocábamos como el entorno, eran difíciles de igualar. Por último, destacaría el concierto con la Orquesta Joven de Córdoba en el Teatro Góngora. ¡Qué placer tocar encima de ese escenario junto a mis compañeros, compartiendo música y sentimiento! Al principio estaba súper nerviosa, tenía que tocar muchos solos, pero, antes de tocar cada solo, miraba a Miguel Romea y manteníamos el contacto visual, junto con sonrisas, y esa era la cura a cualquier nervio. Así que disfruté muchísimo, estaba emocionada… Mis vellos de punta, un cosquilleo en el estómago… La primera vez tocando con una orquesta nunca se olvida.
-¿Tienes alguna otra idea para el futuro?
-Seguir con mi carrera musical, dedicarme a tocar con orquestas y a la docencia. Son dos cosas que me llenan mucho. La primera, porque transmites emociones, y, la segunda, porque enseñas a sentir emociones creando música y dando lo mejor de mí a cada alumno.
-¿Algún sueño que te gustaría conseguir?
-Aparte de querer estar en plantilla en una orquesta, como todo músico (risas), me encantaría tener mi propia escuela de niños, hasta 7 u 8 años, correteando por los pasillos entre clase y clase. Ver esas caras de inocencia, donde todo lo que haga en clase les haga ilusión. Enseñar cómo coger el clarinete por primera vez y cómo hacerlo sonar. Los niños son mi debilidad.
-A nivel personal, ¿qué es lo que más echas de menos de tu tierra estando fuera?
-Soy sincera: la ciudad de Sevilla me encanta. Es un lugar donde me encantaría vivir en un futuro. Echo de menos el ir tranquila por la calle sin que un coche te pite, echo de menos el no esperar atascos, el respirar aire puro de la Sierra, el poder ir andando a cualquier sitio. Aquí en Sevilla tienes que utilizar el transporte público para casi todo… Echo de menos el llegar a casa y tener la comida preparada (risas), pero ya no pienso en eso, porque llevo 7 años viviendo fuera de mi casa y estoy acostumbrada. Echo de menos el no ver a mi familia tan a menudo… Pero yo soy feliz en esta ciudad. Estudio y trabajo en lo que me gusta. Comparto mi vida con gente maravillosa.
-¿Qué ha supuesto para ti la Banda de Música de Aracena?
-La Banda es mi segunda familia, mi segunda casa. Entré con tan solo 4 años a la escuela y ahora voy a cumplir 25 y sigo entrando por la misma puerta y con la misma ilusión. Esta banda me ha dado amistades, apoyo, arropo…, me ha dado el inicio de mi carrera musical. A día de hoy, me siento orgullosa de pertenecer a ella, de ser culpable de mantenerla viva. De emocionarme cuando formamos una piña y hacemos música. John Durant, nuestro director, es, aparte de un gran músico, clarinetista y violinista, un director increíble. Solo con expresar con movimientos lo que quiere conseguir de nuestra música, se me ponen los pelos de punta. Antes de tocar con la banda municipal, todos pasamos por La Banda Juvenil, que es como la cantera de un equipo de fútbol. Y esta cantera es un espectáculo. Ver cómo niños tan pequeños hacen música, simplemente, “se te cae la baba”.
-¿Algún mensaje final a los onubenses?
-Quisiera decirles, no solo a los onubenses, sino a todos los españoles, ¡qué la cultura hay que mantenerla viva! Hay que apostar por algo que te hace sentir, emocionar… Me encanta la tierra en la que vivo. Puedo presumir, sin cansarme, de todo lo bello que tenemos en nuestra provincia. Y, como decimos los músicos de Huelva en la Orquesta Joven de Córdoba, ¡¡Que viva Huelva!!”. Por último, decir que animo a todo aquel que quiera, que aprenda a tocar algún instrumento, porque cuando prueben, van a sentir el poder de la música: “Sigamos creando la melodía de nuestra vida… Siente el poder de la música”.