Paula Martínez Barral, una psicóloga onubense que apuesta por las Terapias Asistidas por Animales

Anima a los universitarios a aprovechar todas las oportunidades que se le presenten.
Paula Martínez es una joven psicóloga amante de los animales.

Mari Paz Díaz. Con 23 años, Paula Martínez Barral es una joven onubense que, tras finalizar el Grado en Psicología de la Universidad de Huelva el pasado año 2017, decidió complementar su formación con otras materias ajenas a su carrera, como ampliar sus conocimientos de idiomas con el B2 de Inglés. Pero, especialmente, lo que más ilusión le hizo fue matricularse en un curso de Auxiliar Veterinario, con lo que pudo dar rienda suelta a su amor y conocimiento de los animales. 

Y es que, reconoce, que le encantaría dedicarse a algún ámbito en el que pueda desarrollar esa sensibilidad que siente hacia los animales, en el que prime el trato con ellos. Así nos lo cuenta en esta entrevista, en la que nos habla también de diversos reconocimientos que ha obtenido a lo largo de sus estudios universitarios y de su estancia, en la actualidad, en Granada, donde está realizando un Máster en Neurociencia Cognitiva, con la idea hacer un Erasmus que la lleve a Alemania.


Festival de Cine de Huelva

Ha estudiado Psicología en la Universidad de Huelva.

-Paula, ¿por qué elegiste la carrera de Psicología? 
-Realmente, la materia me pareció muy interesante y de aplicación cuasi universal, al tiempo que me permitía ayudar a los demás, que es algo que todos debemos hacer, tanto por ellos como por nosotros mismos. He de admitir que no era la carrera de mis sueños, pero, aún así, la he disfrutado muchísimo, sobre todo, gracias a aquellas personas que han hecho del camino una experiencia única.

-A pesar de ello, a lo largo de la carrera has recibido varios premios e, incluso, fuiste elegida Alumno 10C. 
-Lo cierto es que cuando recibí la noticia de que había sido admitida en el curso de Alumno 10C quedé sorprendida. No consideraba que mis méritos académicos fueran lo suficientemente buenos, pero, por suerte, las notas no eran lo único a valorar. Los criterios abarcan aspectos mucho más relevantes a mi parecer, como participación en actividades solidarias, conocimiento de idiomas, otras formaciones… Por una vez, no te sientes un número andante, puesto que las notas no lo son todo en la vida. 


Puerto de Huelva

No sólo han valorado la trayectoria académica, sino otros temas, como el voluntariado o los idiomas.

-¿Qué han valorado de tu trayectoria para darte el galardón? 
-Se trata de una valoración multidisciplinar que tiene en cuenta tu implicación social y académica, tus méritos académicos y laborales o experiencias internacionales, como Erasmus o estancias en el extranjero.

-¿Cómo te sentiste en el acto de entrega? 
-Pues, pese a que se hizo esperar, fue un momento bonito, ya que llevaba tiempo sin ver a mis compañeros, con los que en muy poco tiempo habíamos conseguido crear un grupo variado, en el que se respiraba un ambiente de cariño e intercambio de experiencias y opiniones muy enriquecedor. También es cierto que se agradece que reconozcan tu dedicación, aunque, personalmente, no soy una persona que disfrute figurando en los medios, ya que las cámaras siempre me han puesto muy nerviosa. He de agradecer al equipo directivo por organizarnos dicho acto en el que nos dieron nuestro reconocimiento.

Tiene claro que quiere seguir formándose y, sobre todo, viajar mucho.

-No es el primer reconocimiento que ganas.
-No, ya he recibido otros reconocimientos similares años atrás, pero cada uno es un poco diferente. ¡Y aún no me acostumbro a estar bajo los focos!

-¿Qué estás haciendo ahora? 
Este curso ha sido bastante diferente, ya que terminé la carrera y he podido dedicar más tiempo a actividades que tenía un poco apartadas. Por ello, me he dedicado a formarme en ámbitos que disfruto muchísimo, como es el mundo de la biología y los animales, me he preparado idiomas, he realizado más actividades como voluntaria… Y, justo ahora, me encuentro haciendo un Máster en Neurociencia Cognitiva en la Universidad de Granada con la intención de hacer un Erasmus, probablemente, en Alemania.

Su pasión son los animales, por lo que le gustaría trabajar en terapias con ellos.

-¿Cómo te planteas el futuro? 
-Quiero vivir muchas cosas, vivir una temporada en el extranjero, probar diferentes vertientes laborales y siempre quiero continuar formándome, porque, muchas veces, te descubren tus pasiones de formas inesperada. Creo que hay que estar abierto a nuevas opciones. Lo que más quiero a corto plazo es viajar, viajar tanto como pueda, cerca, lejos, al pueblo de al lado, a la otra punta del mundo…, da igual, porque cada rincón tiene algo particular que descubrir y que hace del viaje una experiencia fascinante y, sin duda, muy enriquecedora.

-¿A qué te gustaría dedicarte? 
-Mi gran pasión son los animales. Me encantaría poder dedicarme a ellos por entero, pero, curiosamente, no quiero ser veterinaria, por eso no hice esa carrera. Lo que me gusta es un trato con ellos menos clínico. Hace unos años llegó a mis oídos un tipo de terapias que desconocía: las denominadas Terapias Asistidas por Animales, que son un tipo de intervención que puede realizarse desde disciplinas como la medicina, el trabajo social o, -y aquí es donde podría intervenir yo-, desde la psicología. Pude realizar mis prácticas curriculares en una consulta que las realiza en Huelva y, realmente, me encantó la técnica. El animal es un elemento clave. Y, como amante acérrima de los animales, disfrutaba muchísimo de las sesiones con ellos. Pero creo que es un campo que en España es desconocido por muchos, por lo que es difícil trabajar en este ámbito si no dispones de los suficientes recursos. Esperemos que, con el tiempo y con la apertura de miras de nuestra sociedad, se convierta en una práctica habitual.

Anima a los universitarios a aprovechar todas las oportunidades.

-¿Algún mensaje a los jóvenes universitarios onubenses?  
-Creo que lo mejor que les puedo decir es que disfruten de esta etapa, que no se centren solo en sacar buenas notas, ni en ser los mejores, que eso es importante, vale, pero no es lo primero en la vida, al menos, desde mi perspectiva. Que aprovechen todas las oportunidades que la vida les brinde, que viajen, que salgan, que conozcan todo lo posible, puesto que, como se dice popularmente, y con razón, de lo que uno se arrepiente es de las cosas que no ha hecho, ya sea por miedo, por pereza, que por otro motivo que, con el tiempo, descubres que era absurdo. En mi caso, por ejemplo, hace unas semanas pude disfrutar de un curso de inmersión lingüística. Dudé mucho si hacerlo, pero resultó una experiencia increíble, con gente con la que, en poquísimo tiempo, se estableció una relación de amistad, tanto que parecía que nos conociésemos de toda la vida. Y, ahora, después de esta tan buena experiencia, me gustaría buscar algo similar por mi cuenta, pero para un idioma menos habitual. ¡Los idiomas siempre vienen bien! Por ello, creo que este tipo de cursos es muy necesario. Pienso que deberían realizarse para el colectivo de estudiantes y futuros profesionales en general, y no solo para unos pocos elegidos. Porque son cursos que se salen de la norma. No hay apuntes, temarios que aprenderse de memoria, ni exámenes en los que, si tienes un día tonto, puedes fallar, aunque seas un experto en la materia. Por el contrario, te dotan de herramientas fundamentales, tanto a nivel académico, como personal. Y, sobre todo, algo muy importante para aquellos que queremos lograr una exitosa inserción en el mundo laboral: nos enseña cómo desenvolvernos en la búsqueda y consecución de un buen puesto de trabajo. 

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