Cientos de miles de migrantes económicos entran en Europa, la votación sobre la salida de la Unión Europea del Reino Unido (Brexit) se confirma, Donald Trump es elegido presidente de los Estados Unidos, Arabia Saudí rompe relaciones diplomáticas con Irán, Rodrigo Duterte es elegido presidente de Filipinas, un camión arrolla y acaba con la vida de 86 personas en Niza (Francia)… el año 2016 fue un año extraño y de mucha convulsión a nivel mundial para nosotros, habitantes de Occidente. Este fue el año en el que se comenzó, a un nivel generalizado, a debatir sobre el papel de la UE en el mundo y el auge de los nacionalismos y populismos.
Es obvio que tales temas se llevan debatiendo desde años atrás, pero parece que desde el año 2016 ha calado en el colectivo. No es extraño debatir sobre geopolítica, las consecuencias de la manipulación en redes sociales por agentes externos y sobre una “regresión” del status quo en la UE. El éxito del Brexit, la elección de Trump y el auge del nacionalismo en varios países resultó ser una sorpresa para muchos.
Las campañas tuvieron éxito prometiendo un freno al libre comercio y recuperando el proteccionismo de antaño, en cierta medida. Desde jóvenes nos educan en las bondades del libre comercio frente al proteccionismo, debido a que el proteccionismo es propio de sociedades atrasadas y el libre comercio de sociedades avanzadas. Existe una correlación importante en la apertura al exterior y el desarrollo económico de un país, eso es evidente. Pero pocos advierten sobre las consecuencias de un libre comercio en el mundo globalizado.
Hay ganadores con el avance del libre comercio y la globalización del mundo, es evidente, pero, ¿hay perdedores? Por definición, para que unos ganen, otros tienen que perder. La consecuencia lógica de una apertura ilimitada es la competencia de unos pocos actores en el tablero mundial; que con el paso del tiempo consiguen convertirse en monopolios, debido a las economías de escala y a la automatización que pueden permitirse. Los consumidores elegimos a las empresas que satisfacen nuestras necesidades de la mejor manera posible y al mejor precio posible. Se produce una retroalimentación en la cual para cada sector quedarán pocas empresas de un tamaño global.
El 67% de los directivos europeos vaticina un aumento de las fusiones y adquisiciones entre empresas en el año 2018, esto es, que dos o varias empresas se unan para continuar con una estrategia de crecimiento. El tamaño de las empresas que están creciendo es tal, que de las 100 economías más grandes del mundo, 31 son países y 69 son empresas. Una empresa como Apple tiene una capitalización bursátil mayor que el PIB de Suiza o Arabia Saudí.
Existe un miedo generalizado en los ciudadanos que se dedican a trabajos que están evolucionando y necesitan menos de ellos. Un miedo a que van a perder su sustento y modelo de vida. El avance que se está produciendo al nivel de automatización genera miedo en los que va a suplantar y a los que ya ha suplantado. El auge de los movimientos nacionalistas y populistas, prometiendo medidas proteccionistas es una respuesta a este miedo. Recordemos que son las medidas proteccionistas de la UE las que permiten que los países europeos sean competitivos en ciertas industrias debido al mercado común europeo, en detrimento de países asiáticos o americanos.
Cabe mencionar que se está produciendo un fenómeno de cambio en el mundo en el que el modelo de estado nación pierde peso. Las ciudades están creciendo a un ritmo elevado y se está produciendo una importante migración hacia ellas. Más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas. ¿Cómo pueden ciudades como Londres, Nueva York y Tokio sentirse inglesas, americanas o japonesas si son parte del mundo interconectado? Londres genera el 22,5% del PIB del Reino Unido, teniendo el 12,5% de la población.
La realidad actual en la que vivimos está produciendo un cambio de paradigma. Las ciudades están ganando en peso frente a las naciones, las empresas más grandes se consideran economías y no están ligadas a ningún territorio, la revolución tecnológica que se está produciendo genera desconcierto en gran parte de la población que ve cómo su modelo de vida está amenazado y puede cambiar drásticamente. El aumento de medidas proteccionistas como respuesta a estos cambios puede que ayude a frenar el avance o no, pero no parecen la solución. Sí invitan a tratar de comprender que la globalización y el libre comercio benefician a unos y no a otros. Y todo se trata de comprendernos a todos.