Rosa Mora. Suma más de una década viviendo prácticamente en el mar. Un empleo que lleva consigo momentos duros, puesto que implica pasar largas temporadas lejos de casa, familia y amigos, pero que, a su vez, te regala experiencias inolvidables que, de otra manera, con cualquier otro oficio, serían imposibles de vivir. Nos lo explica el onubense David Medina Rebollo, un joven natural de San Juan del Puerto, y enamorado de su tierra, Huelva.
Director de Crucero en la conocida compañía Pullmantur, David Medina comenzó a formarse en un área con escasa relación con el sector en el que ha terminado desarrollándose como profesional. Ingeniero Técnico en Informática de Gestión con Máster en Dirección y Gestión de Empresas Hoteleras, el sanjuanero nunca había barajado seriamente la posibilidad de trabajar en un buque de cruceros, no obstante, se le presentó una oportunidad y supo aprovecharla. A día de hoy se muestra orgulloso de aquel ‘cambio de rumbo’. Un trabajo, el que ejerce en la actualidad, que le ha permitido descubrir la belleza de más de 60 países. Asimismo, tiene el privilegio de convivir con personas de hasta 35 nacionalidades diferentes, lo que supone todo un enriquecimiento personal. Todo ello nos lo cuenta en esta entrevista que ha concedido a Huelva Buenas Noticias:
– Cuéntanos, ¿Cómo llegaste a tu actual trabajo?
– Durante los años en la Universidad trabajé de animador sociocultural en hoteles para, en ese tiempo, tener independencia económica. Después de terminar mi formación hice un máster en programación en una empresa privada, y me fui a Nueva York a hacer un curso intensivo de inglés. La empresa donde hice el máster me contrató como informático, pero al poco tiempo me di cuenta que ese trabajo no me llenaba. No me veía toda mi vida detrás de una pantalla de ordenador y en una oficina. Sorprendetemente, me llegó un correo publicitario de que se necesitaba gente en barcos de crucero para trabajar como animador y envié un currículo antiguio que tenía a mano, sin pensamiento de que me respondieran, ni que fuera a emprenderme en la aventura de trabajar en el mar. Mi sorpresa fue, sin embargo, que sí, que me llamaron y, tras varios procesos completados, en un par de meses me embarqué en mi primer buque de crucero que zarpaba desde el puerto de Barcelona para hacer la ruta de Mediterráneo como animador.
– Digamos que te inscribiste en la oferta y, sin pensarlo demasiado, directo al mar, pero, ¿Te habías imaginado alguna vez trabajando en un puesto de estas características?
– Alguna vez que otra pensé en esa opción, pero como algo muy lejano e imposible. Disfrutaba mucho de mi trabajo como animador, era divertido, conocía a gente y aprendía idiomas. Alguna vez que otra pensé en la posibilidad de combinar ese trabajo y el estar en un barco que navegara por el mundo, pero como digo, era algo muy lejano y que nunca pensé que se haría realidad.
– ¿Cuáles son exactamente tus funciones?
– Soy Director de Crucero y como tal me encargo de todo el departamento de entretenimiento, espectáculos, equipo artístico, relaciones publicas, desembarques, anuncios, apoyo a los departamentos de venta, entre otras muchas funciones.
– El barco navega por las noches parando en los diferentes puertos durante el día, ¿Cuál es tu rutina diaria?
– Durante la noche el barco navega, mientras que por el día suele estar parado en puerto. Por la mañana, lo primero es hacer el desembarque una vez que las autoridades dan el permiso para desembarcar. Junto a mi equipo, y en colaboración con otros departamentos, estamos encargados del desembarque de los pasajeros, tantos los que participan de excursiones como aquellos que deciden conocer el destino por su cuenta. Así, durante el día tenemos un amplio programa de actividades que deben ser ejecutadas y controladas. Ya por la noche hago la presentación de los espectáculos en el teatro, así como superviso todos los pases de música en vivo y fiestas. El resto de la jornada se emplea en gestionar la oficina del departamento, la cual requiere muchas horas de trabajo, reuniones y, sobre todo, relaciones públicas con los pasajeros.
– Un empleo que te ha permitido conocer alrededor de 60 países, ¿Esa es quizás la parte más positiva de tu trabajo?
– Eso es, sin duda, lo mejor de mi trabajo. Cada día amanezco en un país diferente. Es mágico que cada día el paisaje que hay fuera de mi ventana cambie y pueda disfrutar de muchísimas ciudades del mundo ejerciendo mi trabajo, el cual amo hacer. Son más de 60 países diferentes, y cada uno de ellos llenos de historia, cultura, detalles, costumbres y diferencias que los hacen únicos.
– ¿Algunas otras cosas positivas de vivir en el mar, en un buque de estas características?
– Aprender idiomas y poder usarlo a diario es una cosa a valorar en este trabajo. En el barco conviven tripulantes de 35 países diferentes y eso es un enriquecimiento personal que no tiene precio. En una sola conversación, en una misma mesa, se pueden usar al mismo tiempo más de cinco idiomas. Es sorprendente que tantas nacionalidades puedan convivir en un lugar cerrado y limitado sin ningún problema, creo que hay demasiadas guerras y conflictos en este mundo con lo grande que es y con la cantidad de recursos que tenemos. Este barco de cruceros es un buen ejemplo de cómo se puede vivir sin conflictos, ya que el respeto, la igualdad y la tolerancia son los valores principales de los que allí vivimos.
– Imagino que tendrá también momentos duros…
– Es duro estar lejos de casa y de la familia y amigos, pero después de una década en el mar, forma parte de mi vida y lo llevo bastante bien. Tengo la suerte de que mi familia viene mucho a verme al barco, es otras de las cosas buenas de mi vida, el poder ofrecerle a mi familia la posibilidad de descubrir el mundo conmigo, han estado en cuatro continentes tras su pequeño hijo viajero.
– Un gran número de países, de culturas… ¿Cuáles te han impresionado más?
– Todos los países tienen su encanto, todos tienen sus particularidades, algunos muy ricos y otros muy pobres, pero sabiendo ver la belleza de cada lugar tal y como es se puede llegar a valorar mucho más cada destino. Destacar las pirámides mayas y las de Egipto, la belleza de los fiordos noruegos y el encanto de las islas griegas. Es maravilloso tomar el sol en una playa paradisíaca en el Caribe y excitante participar del carnaval en Brasil. Templos budistas, sinagogas, mezquitas, iglesias, catedrales, castillos, murallas… son muchos los paisajes que puedes encontrar en cada destino.
– Una década viviendo en el mar habrá dado para más de una anécdota…
– Lo más impactante que me ha pasado es participar en el rescate de tres marineros que estaban a la deriva después de perder su barco y ver cómo, en medio de una tempestad a las 3 de la mañana, los tripulantes de mi buque arriesgaron la vida para salvar la de esos desconocidos. Recordar el abrazo de los tres tripulantes, que ya casi se habían dado por vencido y que no tenían esperanza de sobrevivir una vez que se reencontraron en mi barco, fue algo que aún me pone los pelo de punta.
– El conocer otras culturas nos hace, a veces, valorar más nuestra tierra, ¿Es tu caso? ¿Qué piensas que hace singular a Huelva que hace que merezca la pena conocerla?
– Cada vez que salgo valoro más mi tierra. Cuanto más me alejo, más valoro este rincón donde tuve la suerte de nacer y crecer. Tenemos una situación fantástica entre cuatro continentes, al lado de Portugal, a un paso de Marruecos-África, a mitad de camino entre Asia y América. Una suerte formar parte del viejo continente, de una Europa increíblemente bella, que es muy fácil desde aquí descubrir.
Estamos en un enclave que muchos han conquistado por su belleza y por su riqueza. Tenemos una costa envidiable con playas que compiten por ser de las más bonitas del mundo con sus kilómetros y su arena blanca y una Sierra que es un pulmón con un gran valor, que se enriquece más aún con las minas de Riotinto y las Grutas de la Maravillas en Aracena. Una tierra de descubridores llena de historia: el descubrimiento de América, dólmenes, Reino de Niebla, Tartessos y Fenicios. Un Parque Nacional de Doñana que se corona con el Rocío. Todas esas riquezas y maravillas, unidas a la gastronomía, el clima, los precios de nuestros productos y la simpatía de los onubenses hacen de este un paraíso del que tengo mucho orgullo de pertenecer. A todo esto le podemos sumar ciudades próximas como Sevilla, Cádiz, Mérida y el Algarve portugués con los que dividimos similitudes e historia.
– ¿Cuáles son tus aspiraciones?
– Mi aspiración es seguir viviendo esta vida fantástica tal y como lo hago hoy en día. Tener salud para continuar disfrutando cada día con intensidad como si fuera el último y con la misma ilusión que el primero. Lo mejor de salir de Huelva es la posibilidad de volver a ella, y, claro, siempre volver más enriquecido: con nuevas vivencias, experiencias y anécdotas y con más ganas de disfrutar de mi tierra y los míos.
– Muchas gracias.