Jaral: Un pueblo con casino

Cigüeñas en Jaral. / Imagen: Fotoespacios.

Miguel Mojarro

Cigüeñas en Jaral. / Imagen: Fotoespacios.
Cigüeñas en Jaral. / Imagen: Fotoespacios.

Los Casinos de Huelva no son homogéneos. Los hay de La Campiña, de la zona histórica burguesa de El Condado, serranos que comparten sombras con los guarros, sureños vecinos de la capital, para concluir con los orgullosos herederos de la tradición minera.


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Hijos de la Historia, que fue la que los parió. No hay casino que no tenga grabada en su memoria los rasgos de la sociedad que lo creo.

Impregnados de su color social actual, porque existe para ese entorno. Cada casino es diferente y único, peculiar y magnífico.


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Pero hay uno, el de Jaral, que busca protagonismo entre la variedad increíble de los Casinos de Huelva.

Jaral es un pueblo que no está en los mapas, ni en la agenda de los comerciales, ni en el calendario de fiestas, …

Jaral está cerca de lomas con encinas, tiene llanos ocres a su alrededor, sus hombres trabajaban en una corta próxima, el mar se divisa desde el barrio alto, vides y jaras pugnan por el sol de mayo, …

Jaral no está en las rutas, pero en sus campos y en sus calles hay aromas y colores de todos los pueblos de Huelva.

Jaral tiene que existir, porque sintetiza los valores de todos los casinos de Huelva, como si aquí se dieran cita todos los salones, todas las partidas, todas las discusiones y todos los rencores.

Reloj de Jaral. / Imagen: Fotoespacios.
Reloj de Jaral. / Imagen: Fotoespacios.

Jaral tiene un casino que no se parece a ninguno, pero en sus butacas se debaten los temas de cualquier casino, en sus mesas se juegan las mismas partidas y se toman las mismas manguaras.

En Jaral hay dos socios de siempre (Marcelo y Genaro), que dicen cosas y hacen otras que podían haberse dicho o hecho en Aracena, en Puebla o en Trigueros.

Ellos son los protagonistas de las conversaciones casineras que vamos a sacar a la luz. Porque en los casinos, se hacen tres cosas: Beber, jugar y charlar. Los tres pecados casineros.

Y eso es lo que van a hacer estos tres socios del Casino de Jaral, sin preocuparse de pecar, porque en el interior de los casinos no se peca.

Aunque se practique el pecado más humano: Ser libre.

Equipo Azoteas
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