Redacción. El jueves, 16 de mayo, la Hermandad del Rocío de Hinojos realizó su camino hacia El Rocío. Una peregrinación de un único día, sólo 30 kilómetros la separan de la aldea, pero cuyo hermoso trayecto transcurre en su 95 por ciento por el Parque Natural.
La filial número 19 de la Matriz realizó su camino no sólo arropada por vecinos de la localidad, sino también, y muy especialmente, por numerosas personas que gustaron de acompañarla debido, en parte, a su cercanía respecto a la aldea almonteña.
A las 8.00 horas, la Hermandad celebró su misa de romeros y emprendió el recorrido que, como siempre, comenzó en la ‘Venta de los Pinos’ . La carreta del Simpecado, de una belleza especial aportada por la madera que la conforma, iba engalanada con flores en tonos azules que le conferían alegría y color.
Luego, la comitiva se dirigió al ‘Puente Serrano’, donde realizó su primera ‘pará’. El siguiente descanso tuvo lugar en la Finca la Calera, en la que la Hermandad rezó el Ángelus y repuso fuerzas para continuar su andadura hasta la Finca la Cabezaraza.
Entre las voces de los peregrinos se distinguían acentos de diversos puntos de España, que demostraban la popularidad de un camino que conserva, a pesar de los años, su encanto y sabor tradicionales.
La música y la fiesta no faltaron tampoco y, entre paso y paso, las sevillanas envolvían con su ritmo el deambular de los romeros. Algunas gargantas rotas no impidieron a un pequeño grupo de peregrinos mantener la alegría y el regocijo en el espíritu de sus compañeros de camino.
El sesteo en el Pino de los Mil Duros -junto a la carretera que une Villamanrique con la aldea- fue uno de los momentos más bonitos, ya que en él los romeros rezaron el Ángelus antes de continuar. Además, fue en este lugar donde nació la Hermandad, donde, a principios del siglo XX, una familia adinerada donó mil duros para que Hinojos comenzara su casa hermandad en El Rocío, derribando de esta forma la choza en la que se cobijaban los hinojeros hasta ese entonces y construyéndola en ese mismo lugar. De ahí deriva su nombre.
Ya por la tarde, la comitiva pasó por el ‘Charco del cura’ y Almoralejo hasta llegar al Puente del Ajolí, puente que hace de frontera entre los municipios de Almonte e Hinojos, un lugar con mucha historia frecuentado durante siglos por los leñadores y cazadores, según cuenta la historia de la localidad.
Así hacía Hinojos su entrada en El Rocío, cargada de alegría e ilusión por ver a la Blanca Paloma pero también por haber pisado sobre las huellas que pueblan un camino único entre todos los que conducen a Ella.