Elisabeth Méndez. Si hay algo por lo que siempre ha mostrado un interés especial el ser humano ha sido por buscar una explicación a las realidades del presente en el pasado, por conocer la historia de nuestros antepasados y ver qué aspectos aún conservamos y cuales quedaron relegados.
Pero en este contexto hay que luchar contra un enemigo fuerte: la imaginación. Tal y como nos explica el profesor titular de Historia Medieval de la Universidad de Huelva, Juan Luis Carriazo Rubio, “es muy importante que el lector o aficionado distinga entre lo que realmente puede ser calificado como historia y lo que se aproxima más a la ficción y la fantasía”.
Y es que hay momentos de la historia que siguen suscitando interés hoy día, pero de los que se tienen referencias dudosas. Este es el caso de la Orden del Temple, también conocida como los Caballeros Templarios, un movimiento que nace en la Edad Media asociado a un arraigado sentimiento religioso, reconocida como una de las unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas, y cuyo principal propósito era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaron a Jerusalén tras su conquista.
Para el profesor Carriazo Rubio, “la importancia de los templarios en su momento fue muy notable. Realizaron una labor militar muy destacada en Tierra Santa durante la época de las cruzadas. Además, gozaron del favor del papado, de los reyes europeos y de personas de cualquier nivel social, que realizaban donaciones de tierras y bienes de todo tipo con las que la Orden engrosaba un patrimonio que, en última instancia, servía para financiar las costosas operaciones militares en Ultramar”.
Respecto al legado que los Templarios dejaron en la provincia de Huelva, Carriazo asegura que este es “prácticamente ninguno”, añadiendo que es “la imaginación, la fantasía y el testimonio de algunos autores antiguos, transmitido sin el debido tratamiento crítico, los que hacen que se vinculen con ellos lugares como La Rábida, Lepe, Aracena, Villalba del Alcor, Trigueros o la isla de Saltés”, pero de ninguno de ellos se tiene una referencia verosímil, siendo la alquería de Refañana, en la aldea de Tejada, perteneciente al municipio de Escacena del Campo, “el único enclave templario constatado documentalmente, según consta en el repartimiento de Sevilla realizado bajo el reinado de Alfonso X el Sabio, y que tenía más de 100 hectáreas de extensión”.
Esta escasez de referencias documentales, unida al misterio existente en torno a la Orden de los Temple y a las trágicas circunstancias que rodean su desaparición, puede deberse a que «los hechos históricos fueran ‘adornados’ desde fecha relativamente temprana” según declara este profesor de Historia Medieval, para quien la imagen de los templarios como sociedad secreta se debe a los francmasones del siglo XVII y labor de novelistas como Walter Scott”. Aunque lo que más nos ha llegado hoy día, según él, son los textos de escritores del siglo XIX, accesibles en librerías e Internet que “aunque no nos sirvan para conocer la verdadera historia de los templarios, pueden ser leídos como testimonio de la época en que se redactaron y de unos intereses diferentes a los del historiador”.
Este profesor de Historia Medieval de la UHU participa desde este jueves, dos de mayo, en el curso sobre ‘Los Templarios: ideal de vida y organización del territorio’, organizado por la Asociación ‘Hespérides’, en el que se tratará de ofrecer una aproximación a la historia “real o imaginada” de la Orden. En el marco de este curso, que se desarrollará del dos al cuatro de mayo comenzando en Jabugo y finalizando en Cortegana, se realizará el día tres una visita al municipio extremeño de Jerez de los Caballeros, “una encomienda templaria que Gonzalo Martínez Diez, el más importante de los historiadores de los templarios en España, calificó como la más importante encomienda del Temple en la Corona de Castilla”, según explica Carriazo Rubio.
