Miguel Velasco Márquez. Parecen ya lejanos los años en que la ciencia ficción aún entregaba productos de una apabullante dignidad, desde que la pionera Metrópolis destapó el género hasta que Stanley Kubrick lo sublimó en la intocable 2001: una odisea en el espacio. Entre tanto, un joven George Lucas alzó el mismo hacia el blockbuster absoluto con su trepidante Star Wars, Ridley Scott nos brindó la prodigiosa Blade Runner y más tarde nos atemorizó con Alien. Pero desde entonces ya ha llovido en demasía.
Joseph Kinski coloca a Tom Cruise en el centro de una deslumbrante aventura visual, se nota la mano de Claudio Miranda Oscar por La vida de Pi, y cambia la chaqueta de cuero de otras misiones imposibles por las naves espaciales para regalarnos otra de las interminables Cruise-aventuras en que el cienciólogo salva al Planeta y se queda con la chica, y para colmo, el trailer se encarga de dejarnos bien clarito, para evitar sorpresas, el tipo de subproducto al que nos vamos a enfrentar, una especie de capítulo de Futurama pero sin gracia ni talento.
Oblivion significa olvido, encargándose así de dejarnos claro su destino desde el inicio, y su principal error es aspirar a más de lo que finalmente acaba dándonos (frases tan pretenciosas como “debemos recordar que no podemos recordar” marcan el tono de la cinta).
El guión está basado en un relato corto de apenas 15 páginas y produce el alargamiento innecesario de la historia llegando al metraje central con una sensación de sopor absoluto difícilmente digerible, mientras que Kinski se encarga de meter con calzador civilizaciones capaces de construir naves interestelares, conquistas de planetas con el objetivo de vaciar sus recursos y fugas a Titán y, ¡ojo!, todo esto en 2017.
El mediático Tom Cruise se nos presenta en esta ocasión como uno de los últimos mecánicos de aviones no tripulados destinados a la Tierra. Forma parte de una enorme operación dirigida a extraer recursos vitales después de décadas en guerra con la aterradora amenaza que representan los Scavs (una especie de seres carroñeros). Pero la misión de Jack toca a su fin.
Recorre y patrulla el cielo a miles de metros de altura hasta que su “elevada” existencia se derrumba cuando rescata a una preciosa desconocida de una nave derribada. Su llegada pone en marcha una serie de acontecimientos que obligarán a Jack a cuestionarse todo lo que sabe y que acabarán poniendo el destino de la raza humana en sus manos.
Los actores se limitan a hacer lo que pueden, guardando siempre su lugar secundario ante unos efectos especiales apabullantes que son la estrella principal del film. Mención especial para Morgan Freeman que se encarga de dar un poco de alma al conjunto.
Oblivion no descubre nada, sólo es una vuelta de tuerca más a un género agotado y denostado al máximo que vive años de decadencia. Historias sacadas en serie cuyos guiones recaen principalmente en efectos especiales y sin el aura metafísica de las películas del género de hace más de tres décadas. Por el mismo precio tenéis en otra sala Tierra prometida, de Gus Van Sant, que, sin ser lo mejor del realizador, por lo menos está cargada de autenticidad y chispa. Yo no me lo pensaría.
Ficha técnica:
Película: Oblivion. AKA: Horizons. Dirección: Joseph Kosinski. País: USA. Año: 2013. Duración: 125 min. Género: Ciencia-ficción, acción. Interpretación: Tom Cruise (Jack), Olga Kurylenko (Julia), Andrea Riseborough (Victoria), Morgan Freeman (Beech), Nikolaj Coster-Waldau (Sykes), Melissa Leo (Sally), Zoe Bell (Kara). Guion: Karl Gajdusek y Michael DeBruyn; basado en una novela gráfica de Joseph Kosinski. Producción: Peter Chernin, Dylan Clark, Barry Levine, Duncan Henderson y Joseph Kosinski. Música: Anthony Gonzalez y M83. Fotografía: Claudio Miranda. Montaje: Richard Francis-Bruce. Diseño de producción: Darren Gilford. Vestuario: Marlene Stewart.