Mari Paz Díaz. Con la llegada del siglo XIX, muchas provincias españolas vieron nacer sus primeros periódicos, en parte amparados por el ambiente que se vive en la Península a raíz de la instauración de la libertad de prensa por la Constitución de Cádiz de 1812. Fue el caso de Huelva, donde en plena Guerra de la Independencia aparece la Gazeta de Ayamonte (1810), un modesto rotativo editado para exaltar los valores del ejército español frente a la invasión francesa. Es cierto que la convulsa historia de España hizo que el panorama periodístico fuera muy fluctuante a partir de este momento hasta que la situación se estabilizó en la Restauración (1874-1923), al lograrse la consolidación de la prensa española con una explosión de títulos sin precedentes.
Al mismo tiempo, el XIX también se caracterizó por un crecimiento paulatino de los niveles de alfabetización de la población, especialmente a partir del último tercio de siglo, cuando la mujer accede a la instrucción pública. Aún así, el número de no instruidos entre la población femenina era mucho más elevado que entre los hombres. Era lógico. La mujer aún era vista como madre y esposa, por lo que su vida solía transcurrir en el hogar. Por eso, no estaba bien visto que la mujer ejerciera una profesión como el periodismo. La información era redactada casi exclusivamente por hombres, normalmente personas procedentes de profesiones liberales y de cierto estatus social y cultural.
Sin embargo, frente a los estereotipos femeninos, hubo mujeres que decidieron desafiar los cánones que les imponía la sociedad e irrumpieron con sus creaciones en la prensa española, haciéndose un hueco en ese universo masculino. Fue una minoría, pero a través de sus logros alcanzaron unas cotas lo suficientemente llamativas como para conquistar su propio espacio. Y eso que las dificultades eran muchas. El perfil de las mujeres interesadas en la prensa escrita fue muy concreto: personas de la burguesía o la aristocracia que no querían ser sólo amas de casa. Teresa Mañe, Faustina Sáenz de Melgar, Emilia Pardo Bazán o Jesusa Granda fueron algunas de las primeras mujeres que aparecieron en los periódicos españoles, iniciando un camino sin vuelta atrás.
Sin ir más lejos, en la provincia de Huelva se hizo especialmente conocida Concha Espina (Santander, 15 de abril de 1879-Madrid, 19 de mayo de 1955), una escritora y periodista cántabra que alcanzó fama nacional por sus crónicas diarias de los sucesos de las minas de Riotinto a finales del siglo XIX, noticias que posteriormente inmortalizó en su novela El Metal de los Muertos. En este libro se narran los sucesos de la huelga del 4 de febrero de 1888 en la Cuenca Minera, conocida como ‘El Año de los Tiros’. La publicación tuvo un enorme impacto en Huelva.
Como Concha Espina, por lo general, las pioneras del periodismo solían ser escritoras que recurrieron a la prensa para difundir sus creaciones. Fue después cuando accedieron al oficio de informador. Porque la profesionalización de las mujeres como periodistas fue un proceso más complicado. La primera mujer española que se dedicó profesionalmente al periodismo fue Carmen de Burgos (Almería, 1867-Madrid, 1932), que solía firmar con el seudónimo de ‘Colombine’. Es la prueba evidente de que, durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, el mundo de las letras, de la creación y de la prensa en general parecía estar reservado a los hombres. El resultado es que la historia de la prensa está repleta de grandes nombres de mujer ocultos bajo un alias.
A pesar de ello y, aunque a pueda sorprendernos, durante el siglo XIX algunas onubenses lograron que sus creaciones se difundieran en cabeceras de fuera de la provincia de Huelva. Fueron pioneras del periodismo onubense. Entre ellas podemos encontrar a la poetisa onubense Casilda de Aranda, ‘Antón de Olmet’, nacida en 1871 y que destacó por su activa colaboración en los periódicos madrileños La Época y La Correspondencia de España, la triguereña Amalia Toscano o Rosario Domínguez Muñoz, que desde Higuera de la Sierra, donde ejercía desde 1870 como maestra, llegó a publicar sus artículos en la revista madrileña La Educación.
Con este panorama, no es extraño que la primera firma femenina que conocemos en la prensa escrita de Huelva date de comienzos del siglo XX. Se trataba de Remedios Vargas Zúñiga, Condesa de Villanueva, que en 1902 firmó un artículo en el que instaba a la lucha obrera en la revista onubense El 4 de febrero. Sin embargo, Remedios escribía desde Jerez de la Frontera (Cádiz), por lo que no era de Huelva. Así, para encontrar la primera firma femenina nacida en Huelva en una cabecera onubense habrá que esperar a la escritora María Luisa Muñoz de Vargas.
María Luisa Muñoz de Vargas (1898-1975) fue efectivamente la primera colaboradora habitual que ha tenido la prensa de Huelva a lo largo de su historia. Su incursión en el periodismo se produjo como escritora, siendo La Provincia (1874 – 1937) su cabecera de referencia. Y no era extraño. Porque el diario no sólo era el periódico más leído de Huelva, sino que era propiedad de su padre, del impresor José Muñoz Pérez. Es más, cuando José Muñoz muere en Madrid en 1921, su viuda Luisa de Vargas y sus hijos heredaron la imprenta y la continuidad de La Provincia, incluyendo a su hermano Francisco Muñoz de Vargas.
Dirigido durante más de un cuarto de siglo por José García Cabañas, este diario contó con una destacada nómina de redactores y colaboradores de prestigio, entre los que podemos citar a Julio Torres Bono, José Sánchez Mora, José María Morón, José Nogales, Rogelio Buendía o Juan Ramón Jiménez. Y, junto a todos ellos, en sus páginas aparecieron las creaciones de Muñoz de Vargas.
Fue precisamente María Luisa la responsable de que en este diario se publicara por primera vez en España un texto en español de la obra del escritor portugués Fernando Pessoa. Sí, la primera vez que se difunde en España sus textos fue en un periódico de Huelva. Así sucedía en la portada del diario del 11 de septiembre de 1923. Eso sí, lo firmaba su marido, Rogelio Buendía, si bien, todo parece indicar que en esta difusión fue vital su esposa, aunque se omita este dato. Una afirmación que ha recogido la investigadora Pepa Merlo en la obra Peces en la tierra, editada por la Fundación José Manuel Lara, dando a conocer la realidad de las mujeres poetas en torno a la Generación del 27.
La biografía de María Luisa Muñoz de Vargas comienza el 15 de abril de 1898 cuando nace en una de las familias más distinguidas de Huelva. Conocida como ‘Luchy’, estudió en Inglaterra, donde adquirió una destacada formación académica que le permitió dedicarse a la literatura. En su vida personal, María Luisa se casó en 1922, cuando contaba con 24 años, con el escritor Rogelio Buendía Manzano -médico de la Compañía Minera de Riotinto-, del que tomaría el apellido al hacerse llamar Mª Luisa Muñoz de Buendía, siguiendo así la costumbre anglosajona. Su marido, Rogelio Buendía, también compaginó su actividad profesional con la literatura y el periodismo, pues colaboró e impulsó diversos periódicos y revistas onubenses.
Junto a La Provincia, María Luisa logró escribir para otros títulos tan destacados en la época como Cervantes y Pictorial Review, dos revistas de enorme relevancia en las que publicó sus cuentos e impromptus. En primer lugar, la gaceta iberoamericana Cervantes (1916 – 1920) fue un mensual en la que se divulgó en 1919 el Manifiesto Ultraísta, en el que jóvenes escritores reclamaban una renovación literaria. Por su parte, Pictorial Review (1889-1939) fue un magazine mensual diseñado en Nueva York para el público femenino. Lo más probable es que María Luisa Muñoz de Vargas colaborara con la edición española de Pictorial Review, ‘Publicación mensual ilustrada para el hogar’, una gaceta dirigida a mujeres de clase media-alta, un género que alcanzó un gran desarrollo en España en la década de los veinte.
Muñoz de Vargas compaginó su participación en estos títulos de tirada nacional e internacional con colaboraciones en las revistas culturales más destacadas de Huelva. Así sucedió con la principal publicación literaria onubense de la primera mitad del siglo XX: Papel de Aleluyas ‘Revista de literatura y arte. Hojillas del calendario de la nueva estética’ (julio 1927-julio 1928), una de las propuestas andaluzas más representativas de la Generación del 27. La revista era mensual y estaba dirigida por Rogelio Buendía -lo que facilitó la presencia de María Luisa en la cabecera-, Fernando Villalón y Adriano del Valle. Entre sus colaboradores estuvieron Rafael Alberti, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Guillén, Francisco Ayala o Ramón Gómez de la Serna.
Papel de Aleluyas aseguraba en su primer número que nacía con el objetivo de publicar textos que anteriormente habían sido rechazados por otros editores. Desconocemos si éste fue el caso de Muñoz de Vargas, pero lo que podemos asegurar es que la portada de su primer ejemplar recogía el poema ‘Noche’ firmado por ‘Félix de Bulnes’, seudónimo habitual de María Luisa. Tras este primer número, María Luisa Muñoz de Vargas continuará colaborando con Papel de Aleluyas hasta octubre de 1927, pero ya no utilizó el calificativo de ‘Félix de Bulnes’, sino que optó por el seudónimo de ‘Lucky’, alias bajo el también que firmó su relato De la Dulce Inglaterra y el poema Cristal pintado.
Pero, tras la desaparición de Papel de Aleluyas, habrá que esperar unos años para volver a encontrar algún artículo de María Luisa en una publicación periódica. Por ejemplo, lo hizo en La Isla (Cádiz, 1932-1940), la primera gaceta gaditana dedicada a la poesía, en cuyas páginas apareció ‘Primavera’ y ‘Poemas andaluces. Mañana. Serradillas. Cigüeñas. Noche’, en 1934 y 1936, respectivamente.
Parece que, tras estas colaboraciones, Muñoz de Vargas decidió centrarse en sus libros, dejando a un lado su faceta como articulista, salvo algunas excepciones. Su primera obra fue Bosque sin salida, prologada en 1934 por el Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez, al que le unió una enorme amistad. De hecho, la trayectoria de María Luisa fue relevante, tanto que esta onubense está considerada una de las representantes de la generación de escritores españoles de 1935-1940. Su fallecimiento se produjo en Madrid, en su casa de la calle María de Molina, el 31 de octubre de 1975 tras una intensa labor en el mundo de las letras y el periodismo.
Y es que Muñoz de Vargas contó también con una prolífica trayectoria como escritora y como traductora. Entre otras obras, la autora publicó cuatro novelas, una colección de cuentos infantiles, varios libros de poemas e, incluso, una obra de teatro.
En cualquier caso, María Luisa Muñoz de Vargas confirma que, como hemos comentado, la mujer se inició en la prensa de Huelva como colaboradora literaria. Y no es algo que debamos entender como negativo, puesto que, desde siempre, los periódicos han rivalizado en las firmas de colaboradores. Además, a medida que fueron avanzando las primeras décadas del nuevo siglo, se incrementó la presencia de la mujer en el periodismo, sin olvidar que proliferaron las revistas de corte feminista y tirada nacional.
En definitiva, la literatura fue la primera salida para las mujeres que se sentían atraídas por el periodismo. A través de la escritura fueron introduciéndose en un oficio en el que irían alcanzando cotas inimaginables tan sólo unos años después, como sabemos todos. Tan sólo hay que ver la cuota de género de las clases de las facultades de comunicación de hoy en día. Pero, esa ya, es otra historia que contar.
Nota: Artículo extraído de una comunicación sobre esta temática presentada al I Congreso Internacional de Comunicación y Género, celebrado en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.