P. Gamero. Los jugadores y empleados del Recre merecían una alegría. Pero ¿y los aficionados? Los otros héroes del Decano en una temporada que sigue sin terminar pese a lograr el primer reto, la permanencia deportiva, han sufrido, han apoyado sin desmayo y se han liberado sobre el terreno de juego, tras confirmarse la permanencia.
Desde hace tiempo el aficionado de a pie del Recre es el mayor tesoro de una entidad centenaria que ha vivido muchos ‘últimos partidos’. Desde que los empleados del club tomaron el mando de las operaciones, y en uno de los mayores aciertos tildaron el partido ante el Granada B como “el último en la historia del Recreativo de Huelva”, la afición, de por sí con el equipo, con su equipo, dio un paso más en su sensibilización por unos colores, por un símbolo que se estaba perdiendo y que estaba corriendo -y sigue así- el riesgo de desaparecer.
Lo primero que hizo la afición fue dar el paso adelante y, desde ese encuentro ante el Granada B, el Nuevo Colombino ha tenido entradas que superaron con mucho las anteriores asistencias, incluso en Segunda A. Dos llenos y otros dos casi llenos, han posibilitado que el Recre juegue en casa al amparo de un afición que, cuando fue llamada a filas, respondió a la perfección.
Y no sólo en Huelva, sino que en Algeciras y, sobre todo, en Lepe, dieron una lección de amor a unos colores, a un sentimiento que, al menos en el terreno de juego, han podido salvar.
El empate ante el Linares fue muy sufrido, tremendamente sufrido. Mucho en juego, y el aficionado respondió asistiendo, animando a sus jugadores y, al final, celebrando con ellos el mejor título posible: una permanencia que, por lo menos, no compromete el futuro deportivo.
Han sido los otros héroes de una gesta que aún está por concluir y que, pese a la mala pinta que tiene esta historia, puede llegar al mejor puerto posible. La continuidad del club más antiguo de España. Ahí es nada.