Mari Paz Díaz. Aunque sus padres proceden de Jijona (Alicante), Javier Moya es onubense. Nació en junio de 1973 en Moguer, es decir, hace 42 años. Pasó su niñez a caballo entre Jijona, Moguer y Mazagón debido a que sus padres abrían sus heladerías en primavera en Moguer y Mazagón, pero en invierno volvían a Jijona para que su padre trabajara en las fábricas de turrón. Así que cuando le preguntan de dónde es, le gusta decir que es jijonenco-moguereño-mazagonero, porque “la verdad es que me siento de estos tres lugares, de sangre valenciana pero de tierra onubense”.
Así transcurrió su vida hasta que, en 1992, comenzó sus estudios universitarios. Se marchó a Sevilla a estudiar Económicas, pero, desde el primer momento, se dio cuenta de que había elegido la carrera equivocada. Sin mucha ilusión fue aprobando asignaturas, consciente de que aquello no era lo que estaba buscando, así que, tras tres de años en la facultad, abandonó los estudios y se reincorporó al negocio familiar de las heladerías de Moguer y Mazagón. Entonces tenía 23 años. “El trabajar en el negocio familiar siempre me ha gustado. Me mantenía cerca de Moguer y Mazagón, por los que siento pasión. Sí, el negocio de los helados me encanta. Pero, personalmente, siempre he sentido la necesidad de conseguir algo por mí mismo, quería algo más, algo que pudiera construir desde cero. Pero no sabía qué”, nos cuenta Javier.
La respuesta a su incertidumbre le vino cuando se percató de la utilidad de saber de leyes. En su día a día fue adentrándose en el campo del Derecho, así que pronto se le desarrolló el interés por este campo. Tanto que acabó matriculándose en esta carrera en la Universidad Nacional a Distancia (UNED) de Huelva. Dos décadas después volvía a la universidad, pero esta vez con ilusiones renovadas y con una carrera universitaria que le motivaba.
Tanto ha sido así que no sólo ha logrado terminar la carrera, sino que, además, lo ha conseguido con un enorme éxito al haber obtenido el premio al mejor expediente de los alumnos que se gradúan en la UNED, un galardón dotado con 1.000 € que concede la Fundación Altantic Copper. Un reconocimiento que le abre nuevas vías a este emprendedor moguereño, que ha querido contarnos en esta entrevista cómo ha alcanzado este logro y cómo se plantea el futuro a partir de ahora.
-Javier, ¿por qué decides estudiar Derecho?
-Con 23 años me hice cargo de la heladería de mis padres en Moguer. O sea, que llevo 20 años de autónomo. El gestionar un negocio te hace ver de primera mano la cantidad de problemas legales que se dan en el día a día. A ellos se unieron una serie de circunstancias personales que me fueron surgiendo y que me llevaron a comprobar la utilidad y lo presente que está el Derecho en nuestras vidas. Me gusta controlar las cosas por mí mismo, así que pensé que en el Derecho podía encontrar esa herramienta que me permitiera cubrir el vacío que sentía en mi interior, a la vez, que me permitiría también poder ayudar a los demás.
-¿Por qué ahora?
-He de reconocer que siempre he tenido una vida bastante cómoda. Podemos decir que de clase media, sin sobresaltos, con todas la necesidades cubiertas. La vida al lado de mi hijo Javier, también estupendo. Todo iba de maravilla. Pero…, llegó el año 2008 y con él la gravísima crisis que aún notamos ocho años después. Ese momento me hizo encender las alarmas. Reorganicé el negocio, limité gastos y me tocó implicarme más. Mamen, mi compañera en la heladería, me ayudó mucho y siempre le estaré agradecido. A pesar de todas estas medidas, el miedo se me metió en el cuerpo. Veía que se cerraban negocios con igual o más solera que el mío. Lo veía todo muy negro, pensaba que dónde iba a ir si mi negocio quebraba y qué ejemplo le daría a mi hijo.
Necesitaba cubrir mis espaldas por si lo peor ocurría. Esto encendió un fuego en mi interior que me acerco a la UNED con el objetivo de recuperar aquel sueño que abandoné veinte años antes.
Necesitaba acabar mi carrera universitaria y crearme una opción de empleo, por si acaso. Así que un día me presenté en el Centro Asociado de Huelva y les pregunté que había que hacer para comenzar la carrera de Derecho y hasta hoy.
-No es fácil estudiar una carrera a distancia, teniendo otras ocupaciones familiares y de empleo.
No, no es fácil, nada fácil. Pero la UNED te da esa oportunidad. A esta universidad me gusta llamarla la “Universidad de las segundas oportunidades”. Con 250.000 alumnos en todo el mundo, te permite compaginar los estudios universitarios y tu trabajo, te da la opción de estudiar y ¡solo depende de ti aprovecharla! Tengo compañeras que cuando acuestan a sus bebes estudian hasta la madrugada. Mi compañero Albertutxo se ha sacado la carrera estudiando en las dos horas que tarda en llegar de casa al trabajo en Madrid. Así son los estudiantes de la UNED. Son auténticos héroes para mí. Los aprecio y respeto muchísimo a todos, por la dificultad y el esfuerzo que supone.
-¿Eres consciente de que puedes ser un ejemplo para mucha gente que quiere empezar de nuevo?
-Si mi caso sirve de ejemplo, perfecto. Yo creo que no soy excesivamente inteligente, pero sí muy persistente. Así que si yo lo he conseguido, cualquiera puede hacerlo. Las personas solo necesitamos encontrar ese objetivo, que se encienda esa chispa de motivación en nosotros y, una vez que se enciende, una vez que tienes ese sueño, nada ni nadie te pueden frenar hasta que lo consigues. Así es.
-Además, la Fundación Atlantic Copper te ha premiado con el galardón al mejor expediente. ¿En qué consiste?
-La Fundación Atlantic Copper colabora en muchas actividades de la provincia, culturales, deportivas, etcétera. Una de ellas es la concesión del premio al mejor expediente de los alumnos que se gradúan en la UNED, un galardón dotado con 1.000 € para los graduados en distintas materias (Económicas, Políticas, Derecho, Psicología, Historia, Trabajo Social, etc). Tuvimos una reunión para organizar el acto de graduación y me comunicaron que había obtenido el premio por acabar con el mejor expediente. Eso sí, he de reconocer que ha sido por los pelos, porque había muy buenos expedientes entre mis compañeros.
-¿Cómo te has sentido al ganar el premio?
-Lo más importante para mí no ha sido el premio en metálico. Con lo que me quedo es con la satisfacción del deber bien hecho. Esa sensación de sentirte orgulloso contigo mismo. Que las horas que te has pasado estudiando durante seis años en la trastienda de la heladería, en esa mesa vieja donde de pequeño hacía bombones suizos con mis padres, han tenido su recompensa. No tanto por el premio al mejor expediente, sino por haber conseguido un objetivo que te planteaste y haber sufrido durante tantas horas en solitario. Los estudiantes saben que es muy gratificante.
-¿Cuáles han sido tus motivaciones a la hora de estudiar? ¿Has tenido el apoyo de tus familiares y amigos?
-Los amigos están encantados. Se echaban las manos a la cabeza cuando me veían que me iba al ‘zulo’ a estudiar, a mi lugar de estudio, un sitio pequeño, solitario donde pasaba horas y horas. En cuanto a la familia y la motivación, no sé muy bien lo que piensan ellos de esto. Tengo la suerte de encontrar motivación hacía donde mire en mi familia. Si miro hacía arriba veo a mis padres. Mi padre, Salvador, trabajador incansable y mejor persona. Cuando pienso en mi madre, Práxedes, se me viene a la cabeza la palabra diálogo. Una mujer poco estudiada pero con gran sabiduría, de las personas con la que pasarías horas escuchándola y muy querida por sus amigas, de lo que más me gusta de ella.
Y si miro hacia abajo veo a mi hijo, Javi Moya jr., que se encuentra en la adolescencia. ¡Qué decir de él! Que se ha tragado en el coche las clases de derecho de la UNED mientras lo llevaba al colegio y al instituto y, aun así, me dice que quiere estudiar Derecho también. Es la persona a la que no quieres decepcionar, que vea en ti un ejemplo a seguir. Y esto hace que te esfuerces aún más si cabe en todo lo que haces. Él sabe lo unido que estamos y que lo quiero con locura.
Y por último, el plato fuerte, la energía arrolladora en persona: Cuando miro a mi lado, la veo a ella, Mónica, mi pareja, la que empuja de mí todo lo bueno y la que siempre está a mi lado. Tiene un corazón que le sale del pecho. Puede con todo y todo lo da a los demás y a los animales. En las decisiones importantes, es a la que siempre consulto. Es todo coherencia.
Es de ellos de donde viene mi motivación. Son estos tres pilares los que me motivan. En los momentos de flaqueza, siempre pienso que no los puedo decepcionar y me dan esa fuerza que necesito para no parar.
-Después de terminar la carrera, ¿qué estás haciendo en estos momentos?
-Ahora mismo estoy acabando el primer año del Master de Acceso a la Abogacía, que viene a ser como el antiguo Master de Práctica Jurídica. En octubre empezaré unos meses de prácticas en un despacho de Huelva. Son especialistas en Derecho Penal y Civil, materias en las que me quiero enfocar cuando ejerza, junto con Laboral y Administrativo.
-¿Cuál es tu idea a partir de ahora? ¿Quieres ejercer como abogado?
-El Derecho me encanta, incluso de forma obsesiva, y me alegra. Me paso las horas leyendo y leyendo y me gusta cada vez más. Así que sí. Pienso ejercer en cuanto termine el Master y haga el nuevo examen de acceso a la Abogacía en Madrid. Si todo va bien, en marzo de 2017 podré colegiarme en el Colegio de Abogados de Huelva y comenzar a trabajar después de 7 años de estudio.
-¿Dónde te gustaría trabajar en el futuro?
-Mi despacho físico estará situado entre Moguer, Mazagón o Huelva. Aunque, hoy día, entre la globalización y el desarrollo de las comunicaciones, un abogado debe estar preparado para la movilidad y trabajar en cualquier provincia o país. Yo tengo una relación estrecha con el País Vasco, la Comunidad Valenciana y Andalucía. Me desplazo a estos lugares con asiduidad y, por eso, ya estoy contactando con editoriales jurídicas que me permitan gestionar mi despacho on-line, disponer de mis expedientes en cualquier lugar y atender a los clientes de forma rápida desde donde me encuentre.
-¿Compaginarás esta nueva tarea con tu actividad empresarial?
-Pues sí, es mi idea. Lo más probable es que tenga que contratar a una chica más en la heladería. Es un tema que llevo dándole vueltas a la cabeza desde hace tiempo. Son dos trabajos que me gustan: fabricar helados y estar en la heladería me encanta, y ahora, también el ejercicio de la abogacía que se avecina. Seguro que me las apaño bien.
-¿Alguna idea final?
-Algo de lo que me he dado cuenta durante mi experiencia profesional o personal, y que he podido corroborar durante el estudio de la carrera de Derecho, es que las personas solo acudimos a los abogados cuando un problema ya se ha presentado y lo buscamos para que lo resuelva, aunque a veces ya es tarde y sin solución posible. Creo que hay que aconsejar, que al abogado hay que acudir no después de producido el problema, sino antes de tomar una decisión importante para la vida de las personas. Así que sería idóneo acudir a un abogado a pedir consejo antes de firmar una hipoteca, antes de comprar un coche de segunda mano, muy importante, antes de casarse o establecer una pareja de hecho, o cuando vas a firma un alquiler de local de negocio o vivienda, etcétera. Estas consultas no son caras, pero a buen seguro, que te hará ahorrar de cara al futuro, tanto en dinero como en disgustos, que es más importante.