Ana Rodríguez. El paso del tiempo y los avances de la tecnología han hecho que muchos de nuestros conocimientos y tradicionales más ancestrales acaben en desuso y, lo que es peor, lleguen a olvidarse. Eso es lo que ocurría hasta hace unos años con el rastreo, la capacidad de interpretar las huellas que los animales dejan en el entorno bien para fotografiarlos, estudiar su comportamiento, cazar e incluso localizar furtivos y delincuentes.
Una de las personas que ha emprendido su cruzada particular para que el rastreo vuelva a tener la importancia de antaño es José María Galán, un ingeniero técnico forestal de Almonte que trabaja de guía en el Parque Nacional de Doñana desde el año 1992.
El interés por esta práctica del onubense surge en el año 2000, cuando Galán, aficionado también a diferentes técnicas artísticas, impartía un curso de escultura. Una alumna le preguntó que cuál sería el primer molde, y él le respondió, por deducción, que probablemente una huella. Entonces empezó a indagar, a consultar a los guías más viejos del parque onubense, quienes le indicaron que, con las nuevas tecnologías, el arte del rastreo se había dejado de lado.
Siendo un patrimonio inmaterial tan importante, Galán se dijo que tenía que hacer algo para recuperar estas técnicas, así que recabó información y publicó la guía Huellas y rastreos de la fauna de Doñana, en la que describe la actividad de los rastreadores de épocas pasadas y hace un repaso por las especies más importantes del Parque Natural.
Pero no todo se quedó en sacar esta publicación. Tras hablar con sus compañeros del Parque ya jubilados, empezó a formarse haciendo cursos, hasta que en 2004 el director de los Parques Nacionales de Sudáfrica visitó Doñana y le invitó a conocer a los rastreadores Shanganna del Parque Nacional del Kruger y a los Khoi-San del Parque Nacional del Kalahari. Galán no se lo pensó dos veces y viajó a Boswana, donde los bosquimanos le enseñaron sus ancestrales técnicas de rastreo. Una experiencia única que ha repetido desde entonces hasta en ocho ocasiones, acudiendo el almonteño al continente africano para actualizar sus conocimientos con los expertos indígenas.
«Me impactó la sencillez y la proximidad de los bosquimanos, grandes profesionales del rastreo que localizan leones y leopardos para que los turistas puedan verlos, para la industria del ecoturismo», explica el almonteño.
Y es que el rastreo permite conocer la naturaleza a través de algo que el ser humano lleva haciendo a nivel evolutivo desde el principio de los tiempos. «Rastrear requiere un entrenamiento constante, educar la vista, el oído, el olfato y el cerebro para lograr alcanzar un animal a través de sus huellas. También hay que ser persistentes, porque el rastro a veces se pierde y tienes que tomar decisiones de hacia dónde dirigirte. Es una cultura de esfuerzo y superación», afirma José María.
Cabe destacar que en Boswana el guía de Doñana recibió formación a través de CyberTracker, una ONG que promueve el rastreo y el uso de nuevas tecnologías para la conservación de la biodiversidad. Con el paso de los años, Galán se ha acabado convirtiendo en evaluador inicial de CyberTracker para la Península Ibérica, siendo desde 2014 el único español que ha pasado el examen de Especialista en Huellas y Rastros, el máximo nivel del Stándar Leopard.
Dada su alta cualificación, el onubense es requerido para impartir cursos en diferentes puntos del mundo, de hecho hace poco estuvo en Holanda y Finlandia enseñando lo que sabe a futuros rastreadores, además de ser examinador en Doñana, donde acuden aficionados y profesionales para ser evaluados por el onubense y lograr un certificado oficial.
En este sentido, Galán pone de relieve la importancia de formarse con expertos, ya que aventurarse a seguir el rastro de un animal sin conocimiento puede provocar situaciones peligrosas. Según afirma: «tu comportamiento puede desencadenar el ataque del animal si no es el adecuado. Aquí lo máximo que te puedes encontrar es una vaca mostrenca o un toro, pero cuando estás ante un león o un hipopótamo, que es peor porque su comportamiento es más impredecible, tienes que saber cómo actuar».
Las huellas que mejor conoce Galán son la de los animales que vive en su lugar de trabajo, Doñana, un espacio en el que las características del terreno, arenoso y con una humedad ambiental importante, hacen que se puedan registrar muchas huellas en buen estado, desde el tejón al lince ibérico pasando por el ciervo. «Disfrutas viendo los rastros porque a través de ellos puedes construir una historia. Puedes saber que lo que ha pasado por allí es una hembra de jabalí con sus crías y apreciar que se han tumbado y se han puesto a mamar. Cada día el terreno te enseña algo diferente, es como un periódico en el que siempre se publican noticias con distintas variedades y matices», explica José María.
Asimismo, el almonteño pone de relieve que los buenos rastreadores saben leer entre líneas, percibir, a través de las huellas, lo que está pasando en el propio ecosistema. Galán ejemplifica estas palabras con un caso real, un coto de caza en Cádiz en el que sólo se localizaban rastros de perdices y conejos, pero no de zorros ni tejones. «Ahí había una disfunción, estaba actuando la mano del hombre envenenando a los depredadores», siendo la otra posibilidad que éstos fueran víctimas de alguna enfermedad.
A día de hoy, el guía de Doñana está tratando de introducir el rastreo como una actividad turística en el Parque, al igual que lo es la observación de aves. Su intención es aplicar todo lo que sabe no sólo al seguimiento de los animales pensando en su conservación, sino también a actividades educativas y de interpretación ambiental, una medida muy en línea con lo que, cada día más, demanda el turista: experiencias. Así, el rastreo se presenta como una perfecta herramienta de divulgación entre los visitantes del Parque Nacional, siendo el guía una especie de traductor, alguien que interpreta para ese turista sin conocimientos del medio qué es lo que está viendo en la naturaleza y qué significa.
En esta línea, han creado recientemente la Asociación de Guías de Doñana, una entidad entre cuyos objetivos fundamentales está la limpieza y mejora paisajística del Parque, pero también la formación del personal que allí trabaja, ofreciendo desde este nuevo organismo a sus socios cursos que van desde la Geología al rastreo, a fin de conseguir el reciclaje de sus empleados e introducir nuevas actividades de cara al público.
Y es que cada año más personas interesadas en el rastreo acuden al Parque Nacional de Doñana desde lugares como Holanda, Italia o Finlandia, no sólo por las excelentes condiciones de este enclave para localizar y seguir huellas, también porque gracias a personas como Galán se está fomentando en la zona esta manera de relacionarse con la naturaleza, una afición que está en nuestros ancestrales instintos de caza y supervivencia.
2 comentarios en «José María Galán, el onubense que ha revitalizado el rastreo en España tras aprender las técnicas de los indígenas africanos»
Galán, me encanta el reportaje aunque no te hace justicia. ánimo en el proyecto y espero que cada día vaya a mejor la aceptación. Me encanta lo que haces.
Hola desde el norte. Te he escuchado en la radio y me ha encantado. Mi duda es cuantos libros tienes publicados?