Ana Rodríguez. En la Sierra de Aracena y Picos de Aroche tiene su sede un proyecto circense de nombre Kanagadama Circo. Su impulsor es un onubense de adopción, el clown David Cebrián, un hombre enamorado de su profesión que está intentando implantar y difundir esta cultura por la provincia.
Una de las iniciativas que ha puesto en práctica para alcanzar este fin es la creación en la Sierra de una escuela de circo que lleva unos años en funcionamiento y que está incentivando de manera considerable las vocaciones vinculadas a este tipo de espectáculos. «El primer año sólo había dos grupos de niños, uno hasta los seis años y otro de seis en adelante. El año pasado se incorporaron dos grupos de adultos y el año que viene parece que seguirá creciendo. Si bien el circo en esta zona era un desconocido y no había prácticamente proyectos que se interesaran en difundirlo, la experiencia está confirmando que el interés se crea con esfuerzo y cariño«, afirma Cebrián, quien además apostilla que el circo desarrolla» valores muy útiles en la vida, crea conciencia de nuestro cuerpo, fomenta el trabajo en equipo, la recompensa del esfuerzo y la posibilidad de abrirse y regalarse al mundo«.
Pero además de enseñar, David también actúa, hace lo que él denomina Circo Casual, que no es otra cosa que su particular forma de integrar las técnicas circenses en sus espectáculos, algo que hace como un maestro, fruto de sus años de experiencia. Y es este filósofo de formación siempre tuvo claro que no quería dedicarse a la docencia, así que empezó a apuntarse a cursos de clown y a aprender malabares de forma autodidacta. Un día descubrió que el circo le iba a permitir viajar por el mundo haciendo algo que le gustaba: «aún no sabía cómo integrar el clown en mis espectáculos, pero ya intuía que mi vocación natural era pertenecer a esa extraña familia que llama a la puerta de las emociones de las personas con una pequeña nariz roja y una mirada al mundo propio y exterior llena de humor e inocencia«, explica Cebrián, quien nos cuenta en esta entrevista su particular historia:
– Lo primero, una curiosidad. Siendo de Madrid y habiendo viajado tanto, ¿cómo ha acabado en Huelva?
– Yo suelo decir que soy un exiliado de Madrid o que salí de allí en cuanto me crecieron las piernas. Desde los 17 años he viajado y vivido en distintos lugares. Viví en Londres, recorrí Europa y la Península con una mochila, algunos malabares y muchas ganas de vivir. Viajé por África, viví en La Habana, recorrí México y volví a Alemania. El circo convertido en espectáculo de calle me permitió hacerlo sin gastar dinero. De hecho el dinero o la supervivencia era una cuestión a resolver cada día.
Cuando nació mi hija Ara vivíamos en Madrid, desde allí trabajaba en distintos proyectos. Uno de ellos era una compañía de música y teatro formado por viejos amigos de cuando viajábamos sin rumbo ni horarios, gente que conocí en el camino y que se convirtió en mi familia. Ellos se habían asentado en la Sierra de Aracena, en una aldea llamada el Calabacino, pedanía de Alájar. Cuando conocí el lugar me enamoré de su naturaleza y sus gentes y traslade allí mi vida y un terreno precioso quiso acogerme entre almendros y frutales. Allí tengo mi casa, aunque yo siento que la tierra en que vivo no es mía, más bien me ha hecho suyo y eso es un enorme regalo.
– ¿Qué experiencias le han marcado profesionalmente?
– La primera vez que decidí dedicar mi vida al circo fue en un encuentro de circo que se organizó en Córdoba hace ya más de 20 años. Allí conocí a una gran familia que viajaba por el mundo ofreciendo un pedazo de utopía, un mundo distinto, aparentemente imposible. Allí decidí que yo quería ser parte de esta familia. Años después, pasó por Sevilla la compañía francesa Le Colporteur con su espectáculo Filao. Durante tres meses representaron el espectáculo a orillas del Guadalquivir y por las mañanas ofrecían talleres de disciplinas circenses. Afortunadamente yo estaba por Andalucía y me apunté a esos talleres. Allí decidí que quería ser trapecista. Pocos meses después viajaba a Cuba para entrar en la Escuela de Circo de La Habana en las disciplinas de trapecio y acrobacia.
Hace poco viajamos un grupo de payasos a la Franja de Gaza. Habían pasado dos meses desde los últimos bombardeos del ejercito israelí que se llevaron la vida de 2.400 personas, casi todos civiles: mujeres, ancianos y niños. Después de una actuación en un barrio arrasado por las bombas, alguien, un amigo palestino, nos dijo: “Es la primera vez en 15 años que veo a mujeres, niños y hombres reír de esta forma”. Esto me confirmó algo que ya sabía: éste es el trabajo que quiero realizar y sus recompensas van mucho mas allá de las penurias económicas que a veces pasamos.
– Su compañía, Kanagadama Circo, está asentada en la Sierra. ¿Por qué este lugar?
– Porque es uno de los mas hermosos que conozco… y conozco muchos. Y porque he sentido que este lugar me ha recibido y acogido con cariño, tanto cariño como yo le tengo.
– ¿En qué consiste el Circo Casual?
– Circo Casual es como me gusta llamar a mi forma de integrar las técnicas circenses en mis espectáculos. Si bien me gusta el circo y su continuo desafío a la realidad y a lo imposible, entiendo que un escenario es una gran oportunidad para comunicar, para mover los sentimientos e incluso para activar las conciencias. Para eso está el teatro, que es, con la música, otra de mis pasiones. Cuando introduzco una técnica circense en mis espectáculos trato de que ésta no sea una simple muestra de habilidades en busca del ‘¡Tachan!’. Más bien trato de justificarlas dentro de la historia que quiero contar, de forma que se convierten en una especie de recurso poético que introduce un universo fantástico en una realidad posible. A esto le llamo Circo Casual, pues el circo ocurre casualmente y no es un fin en sí mismo. Esto no es nada nuevo, ya lo hacían los grandes clowns y actores de cine mudo, Chaplin o Buster Keaton son un claro ejemplo de ello.
– Conocer Mali le cambió…
– En Mali se encuentran, como sin querer, algunas de las grandes experiencias de mi vida. Tenía unos 23 años y me embarqué en un viaje por Marruecos, Mauritania, Senegal, Mali y Burkina Faso. Durante siete meses recorrimos esos países con sus culturas, que aún hoy son ajenas a las fronteras coloniales que les impusieron. En una Renault 4 (cuatro latas) atravesamos el desierto del Sahara y Senegal y después en transportes públicos Mali y Burkina. Ofrecíamos espectáculos cada vez que llegábamos a una aldea o ciudad y, al hacerlo, nuestra relación con las gentes cambiaba, dejábamos de ser unos blancos europeos cuyo máximo interés estaba en sus carteras cargadas de billetes, para convertirnos en unos extraños visitantes que ofrecían arte y diversión. África vibra a través de sus expresiones artísticas, que se reflejan en cada acto de vida y en su folclore, así que nuestros espectáculos creaban un efecto mágico de empatía con los habitantes de aquellas tierras, nos devolvía la condición de humanos e iguales y, por fin, unos blancos llegaban por allí con algo distinto al dinero, al progreso y sus consecuencias… llevábamos un lenguaje común.
En Mali tuve la fortuna de conocer el Pais Dogon, un pueblo que vive aún de forma similar a como lo hacían hace 2000 años. Algunas de sus representaciones simbólicas y sus formas de entender la realidad parecían coincidir enormemente con mi propia forma de ver la vida. Su interpretación mágica de la naturaleza y la vida, su continua disposición para convertir un acto cotidiano en una fiesta, su forma de transformar en arte cada expresión de su vida… Aunque no estuve suficiente tiempo para conocer a fondo su cultura, esta visita me marcó y aún hoy sigue ocupando un lugar relevante en mí.
– De hecho el nombre de Kanagadama procede de allí, ¿no?
– El nombre Kanagadama es la unión de dos palabras. Por un lado, ‘Kanaga’, nombre de una máscara que emplean los dogones en sus danzas rituales que representa la unión entre lo divino y lo mundano por la línea de la vida, la unión de cielo y tierra. Yo siempre firmo mis escritos con la frase ‘En la luna la cabeza, los pies en la tierra’, por eso siento que esa máscara y mi frase hablan de lo mismo. Y por otro lado ‘Dama’ es una fiesta ritual con la que los dogones despiden a sus muertos. En este sentido, yo siempre he creído que las fiestas son la mejor forma de celebrar la vida y, por consecuencia, también la muerte.
– Su último espectáculo es ‘Metamorfosis’ si no me equivoco, ¿en qué consiste?
– ‘Metamorfosis’ es una reflexión en clave de humor sobre la vida. El Máximo Común Múltiplo es continuamente importunado por un mosquito que no para de molestarlo. En la lucha con este insecto, Múltiplo acaba transformándose en el mismo en mosquito. La reflexión que hay detrás, entre otras muchas, es que a veces nos empeñamos en pelear contra cosas que forman parte de nuestra propia esencia y el camino hacia la liberación está en aceptarlas y asumirlas más que en luchar contra ellas.
– ¿Quiénes son los demás artistas que le acompañan en sus espectáculos?
– Aunque yo soy el único artista visible en la escena, hay muchos artistas que participan o han participado en el espectáculo. El primero es Marcos Sanz, gran músico y amigo que ha sonorizado todo el espectáculo, creando todos los efectos sonoros con su voz. También se ha convertido en director artístico de la compañía y en los bolos es el técnico oficial. Pero no es el único. La dramaturgia me ayudó a crearla mi maestro y amigo Andrés del Bosque, la escenografía Gemma Lunar, Luis Montero las fotos que ilustran el dossier, Escena Lunar y Guillermo los vídeos, Ellavled Elcano vestuarios, etc.
– Hace poco participó, junto a otras compañías y clowns, en una gala en Aracena, ¿cómo fue aquel evento?
– Aquel evento fue hermoso, tanto para los que lo realizamos como para quienes pudieron verlo. Los artistas que participaron son profesionales enormes, algunos nombres los conocemos todos como Pepe Viyuela, maestro del arte del clown y también una persona excepcional llena de humildad y amor. Pero no fue el único, Laura Mandarina, Kambahiota Trup, La Máscara Teatro y nosotros mismos… Todos habíamos coincidido en un Festiclown en Cisjordania y me parecía maravilloso poder traerlos a la Sierra. Desgraciadamente, el espectáculo no tuvo la afluencia que esperaba y eso fue un poco frustrante – todos los participantes pagaron sus gastos de desplazamiento y manutención y hubiera sido deseable llenar el Teatro Sierra de Aracena-, pero aún así fue otra experiencia inolvidable que nos regaló este trabajo.
– ¿En qué manera colabora con Pallasos en Rebeldía?
– Pallasos en Rebeldía es una asociación que se empeña en enfrentarse a la injusticia de las armas, la violencia y la dominación de un mundo demasiado condicionado por los intereses económicos y políticos de unos pocos. Para enfrentarse, para denunciar estas injusticias, solo tenemos un arma, tan chiquita como poderosa: la nariz roja. Se trata de un proyecto abierto con el que colaboramos muchos payasos, algunos muy conocidos, otros no tanto. Las acciones se realizan en zonas en conflicto donde las personas defienden su derecho a la tierra y a una vida digna. Desgraciadamente esto ocurre en demasiados sitios, así que los proyectos de Pallasos en Rebeldía no paran de crecer por todo el mundo. Yo he colaborado con ellos en varios proyectos en Palestina, México y Sahara occidental, también en actividades que se realizan en el estado español para financiar y visibilizar esos proyectos. Espero seguir colaborando con ellos y próximamente ya que hay programado un viaje a Colombia. Además también he participado en otras expediciones a Palestina con otros grupos que defienden el derecho de sus habitantes a la felicidad y la libertad como CREART.
– ¿Suelen ir de la mano circo y solidaridad?
– No tiene porqué, pero es una asociación fácil. Creo que el circo, y sobre todo los payasos, se mueven en un mundo de gran sensibilidad y empatía con el resto de sus congéneres. Si hay una palabra que define la esencia de un payaso es su humanidad.
– Tradicionalmente la palabra circo se asocia con animales. Ese concepto ha cambiado mucho en los últimos tiempos…
– Definitivamente una de las apuestas del nuevo circo es no tener que recurrir a la explotación animal para entretener o comunicar. Buscamos más en nuestros cuerpos y en todas las artes escénicas y plásticas para crear nuestros espectáculos sin arrancar a otros seres de su hábitat natural. Aun así, me merecen gran respeto las familias tradicionales de circo que han convivido con fieras de forma respetuosa y amorosa, pues creo que ésa es la forma de la mayoría de los domadores de circo clásico, aunque… si he de ser sincero, confieso que el verdadero protagonista de mi espectáculo es un mosquito al que he domesticado… ¿o fue él quien me domó a mí?
– Finalmente, ¿dónde podremos verlo actuar próximamente?
– Acabamos de terminar una pequeña gira por la costa de Cádiz que hemos combinado con unas vacaciones playeras. El 6 de agosto estaremos en el Castañuelo, del 10 al 17 viajaremos al Cabo de Gata, el 23 trabajamos en Galaroza, el 27 en Almonaster y el 28 en Valdezufre. Después el 6 de septiembre estaremos en Alájar. nuestro pueblo, un placer y una alegría. Aún así, el calendario de un payaso nunca está cerrado y es muy posible que surjan mas fechas, así que para conocerlas os invito a visitar nuestra pagina web kanagadamacirco.com
Muchas gracias David