Juan Carlos Jara. La llegada a Huelva hace pocas semanas del Braemar, un crucero británico, se convirtió en un acontecimiento destacado para nuestra ciudad, poco sobrada de eventos de todo tipo en los más diferentes ámbitos e incluso huérfana de atraques de medianos barcos de pasajeros. Lo que en cualquier otra capital costera no pasaría de la anécdota cotidiana, aquí se convirtió en noticia de portada y en motivo de encuentro y celebración.
Y es que en esta tierra la inauguración de un centro comercial como Holea puede considerarse un evento sin par e incluso una fuente iluminada o un jardín con flores, por culpa de la dejadez habitual que nos rodea, en un paisaje extraordinario que admiramos embelesados. Una calle peatonal con cuatro maceteros -mal cuidados, eso sí- quizás nos parezca un espacio maravilloso, lo nunca visto, y un parque infantil enmoquetado, sin arena sucia y con hoyos, un inusual paraíso para los padres.
Lo que debería ser normal, en Huelva se vuelve extraordinario y esporádico. Nuestra desidia y la de quienes nos gobiernan, junto al conformismo y al falso ‘onubensismo’ ciego, dañan nuestro presente y lastran un futuro que apenas vislumbra unos cuantos proyectos creíbles o al que damos forma con inadmisibles propuestas que entierran nuestros residuos más vergonzosos.
La labor reivindicativa, casi inexistente, viene acompañada de ese extraño conformismo que algunos, quizás inmersos en un innato complejo, combaten con la falsa creencia de que nuestro presente y nuestro futuro, nuestros triunfos y nuestros logros, residen más allá de nuestras fronteras. Incluso el decanato futbolístico, uno de nuestros bienes más insospechadamente aprovechables, sobrevive aquí a duras penas y sufre la seria amenaza de tanto abandono.
Quizás veamos algún día la ciudad que nos robaron aprovechando que permanecía dormida en nuestros corazones. Quizás ya imaginamos, en un recóndito lugar de nuestra mente y sin que aún lo sepamos, esa Huelva maravillosa que, en el fondo, todos nos merecemos y no debería mostrarse de forma tan esporádica.