(Las imágenes y el texto de este artículo, no corresponden a los contenidos del libro «Casinos de Huelva»)
Miguel Mojarro.
Hoy quiero apostar descaradamente por la supervivencia de valores que habitan entre la desigualdad social. Este hecho habitual en nuestros pueblos, ha generado una riqueza cultural que no se hubiera dado en una sociedad homogénea. La desigualdad, con sus defectos y sus injusticias evidentes, aporta una lucha interna, soterrada, que genera valores importantes antropológicos a la sociedad: Los que se derivan de las tendencias diversas, de los gustos polarizados, de los intereses divididos, de los afectos y desafectos grupales, de las economías de cada sector, …
Por eso, en pueblos como los de nuestro Sur, de clara estructura social dividida entre pudientes y asalariados, existe una riqueza cultural y de tradiciones que no se da en otras zonas más homogéneas socialmente.
Esto permite que podemos presumir de haber tenido en muchos pueblos dos casinos, uno «de ricos» y otro «de pobres», de pudientes y de menos afortunados, de la clase alta y del más llano de los sectores.
Los orígenes sociales de estos casinos hablan de una indiscutible necesidad de justicia social, pero su herencia es rica en valores antropológicos, diversos y espectaculares, que nos llegan llenos de tradiciones sectoriales. Cada sector social, según sus posibilidades y gustos, ha creado ritos y costumbres propios, diferentes, que llenan nuestra Historia de tradiciones envidiables.
Los casinos de los pueblos en los que había dos, han ido sucumbiendo a las necesidades actuales y los recursos poderosos de comunicación. Muchos de ellos han cerrado sus puertas ante la imposibilidad de sobrevivir y otros han tomado la decisión de una inteligente fusión. Por eso ya casi no existen pueblos con ese par de magníficas manifestaciones sociales que son los casinos «de ricos» y «de pobres», aunque algunos de sus socios no fueran realmente ricos, ni otros tan pobres.
Bollullos es una magnífica muestra de la presencia de dos Casinos en plena vigencia, en una localidad que ha sabido mantener dos templos del ocio, con las características que antaño tenían los pares de casinos de muchas localidades del Sur. Por eso Bollullos es ejemplo que debería ser protegido por los Dioses (O por quien corresponda), para que siga siendo historia viva de ocios que son distintos, porque el ocio no debe ser igual para todos. Sería aburrido un ocio que respondiera a una misma visión del asueto y de sus criterios. El ocio debe ser respuesta digna a las diversas formas de percibir el placer del tiempo libre. ¡Pobre de aquella sociedad que establezca normas para que todo el mundo «disfrute» del mismo tipo de ocio!
Pero en Bollullos no ocurre eso, afortunadamente. Por eso me uno a Marcelo cuando me invita a ir a Bollullos, a pasear por sus bellas calles y a visitar a sus amigos bodegueros, cosecheros y agricultores.
Marcelo tiene a Bollullos en el cuaderno de los recuerdos bonitos y por eso siempre que pasamos a tiro me pone en el volante la dirección de este lugar extraño.
Porque es extraño que se mantengan vivos dos casinos, representantes ambos del más puro estilo del primer tercio del siglo XX. Esto realmente es admirable, en un mundo en el que las estructuras sociales se han puesto del revés y las costuras de antes no coinciden con las de ahora.
Pero en Bollullos está la excepción. Dos Casinos, como los de antes. Dos Casinos que han heredado aposento y estilo, como si fueran testigos únicos de una sociedad que ya no existe y que nos han cambiado de los pies a la cabeza. Pero ellos siguen ahí, cada uno en su estuche para joyas bien conservadas.
Marcelo tiene aquí muchos amigos, de los unos y de los otros. Que es bueno tener amigos tanto en la gloria como en la feria. Y se topa con ellos o los llama cuando viene, para tomar algo, como pretexto para sacar el cuaderno pardo de las notas de antaño. Y a veces me pillan a mí en medio y tengo que soportar el placer de sus increíbles recuerdos.
Pero en Bollullos los amigos pueden ser de la Calle Real o de la Calle de los Caños, que son dos formas de disfrutar del asueto.
Pasear por Bollullos por su casco antiguo, el noble, el rico y el de bellas fachadas nacidas en la tradición sevillana de los siglos XVIII y XIX, es un placer para el que hay que ir con el sosiego puesto y la vista preparada para tanta belleza arquitectónica y urbanística.
Sentarse en la esquina de Los Caños, por donde antes se pasaba camino de Almonte, es dar al espíritu una dosis de vitalidad colorista y de aromas de campo, de ese campo que viste a Bollullos de color de vides y bullicio de faenas.
Marcelo me conduce de un casino a otro, como si quisiera mezclar sabores, el dulce de la Historia y el salado de un excitante presente. Me dejo, porque con Marcelo hay que sucumbir siempre que te lleve de la mano por calles que conducen a Casinos del Sur.
Bollullos es un pueblo de azulejos en fachadas y bodegas con aromas de uvas. Es extraño que no haya un azulejo en cada una de las fachadas de los Casinos, mencionando origen y valores propios. Pero todo se andará, si a alguien se le ocurre …
Las bodegas sí han dado un paso adelante en defensa de los valores casineros y la literatura de referencia. Fue en una de esas bodegas, la de un amigo de Marcelo, donde se presentó el libro «Casinos de Huelva», en un marco bellísimo y con la presencia de amigos, no sé bien si de los Casinos o de la propia bodega. Pero fue realmente hermoso el encuentro en aquel rincón de la Bodega Iglesias, que por algo es parte viva de la vida casinera de Bollullos.
Iglesias, Andrade, Saucí, … y tantas otras bodegas que esparcen por el mundo el nombre de aquella Bubulca romana o Bolules árabe, mientras dos Casinos espléndidos hablan claramente de valores sociales complementarios. Valores que han dado origen a dos tipos de asueto y que han generado dos estirpes de casinos.
Dos Casinos hijos de la diversidad social y ejemplos de dos visones del tiempo libre. Dos Casinos que permanecen en sus sitios, cada uno en la calle que le da carácter y con un denominador común: Las tertulias con los iguales y el disfrute de su lugar. El propio, el que nos ha visto crecer junto a tradiciones diferentes.
Bollullos, la Bolules de antes, tiene dos Casinos y dos historias complementarias. Por eso Marcelo, cuando viene a este sitio, se sienta en un sillón de la esquina de la Calle de los Caños y comenta:
– Me gustaría tener dos vidas, una para cada Casinos de aquí.
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2 comentarios en «Bollullos Par del Condado. Dos Casinos para que la Historia presuma»
Hace treinta años, cuando yo era un jovenzuelo Director de la Agencia Medio Ambiente, tuve la oportunidad de conocer al actual Vicepresidente de la Junta de Andalucía, que era otro joven iniciándose en política, y me invitó a conocer los problemas ambientales de su tierra, Bollullos Par del Condado. Esa fue la primera vez que me asomé a ese extraordinario y próspero municipio y aunque mi querido Diego Valderas ya no me volvió a llamar cuando fue Alcalde de su pueblo, yo seguí acudiendo a él a visitar sus mesones y a comprar vino o vinagre, pero ya no desde mi cargo directivo, aunque siempre con el mismo cariñó que se merecen los “bollulleros”.
La imagen lejana que tengo de aquella primera visita no me hace recordar si estuve en la Peña Recreativa o en el Casino Español, pero si me llevaron a uno de ellos donde departimos sobre temática ambiental, acompañados de buena tapa y buen vino. Fue un momento de ocio muy agradable que ahora D. Miguel me ha hecho recordar leyendo su brillante comentario.
Ricos y pobres, pobres y ricos, ese fue uno de los signos diferenciadores de los Casinos, cosas del ser humano que siempre anda con distingos, quizás por eso del “mecanismo inconsciente, neurológico, en el cual tratan de compensarse los sentimientos de superioridad de los individuos” y que se conoce por complejo de superioridad, pero sobre eso y sus miles de perniciosos ejemplos hablaremos otro día; ahora nos basta con saber que en la Calle Real o en la Calle de los Caños, todavía siguen disfrutando de su ocio personas tradicionales que dan vida al Casino, manteniendo, además, la riqueza patrimonial de su ciudad. Ojala su alcalde, D. Francisco Díaz recoja este mensaje del Sr. Mojarro y se anime a respaldar esta parte de la historia de Bollullos que han marcado sus Casinos.
Así da gusto. Don Benito de la Morena, no sólo aporta lectura que se agradece, sino que complementa con matices que enriquecen.
Lo del complejo de superioridad es una buena nota para profundizar en ella y sus consecuencias en las relaciones sociales.
Y lo del Sr. Alcalde, nada mejor que un toque desde la mente equilibrada del Señor de la Morena para que ponga en su agenda densa la palabra Casino, porque en Bollullos hay motivos para la satisfacción. La riqueza patrimonial de ambas sociedades es tema de valoración importante en la Historia de nuestra Bubulca o Bolules, que cada cual elija.
Como siempre, gracias amigo Benito por tan rica aportación.
Por cieeto, en la web de Azoteas hay una entrevista que en su día hicimos a Don Benito de la Morena, en la que se puede ver el talante de este admirable amigo de la Historia y de la Naturaleza.