Paula Crespo. En ocasiones la intrahistoria nos deja curiosidades y anécdotas sorprendentes que no trascienden y que a la postre pueden llegar a resultar de gran interés histórico-turístico. Huelva no está exenta de ellas y, en este sentido, algunos de sus principales monumentos albergan en su interior recuerdos sorprendentes ligados a personajes de la vida cotidiana que de una manera u otra también forman parte de su historia.
Es el caso del Santuario de la Cinta y de la patrona de la capital onubense, de cómo una de as imágenes de su advocación sobrevivió a la Guerra Civil (1936-1939) y de cómo se simboliza hoy esa supervivencia a través de la arquitectura.
Así, los jardines del recinto albergan una columna de mármol de la desaparecida iglesia de San Francisco, presidida por una escultura en bronce, una réplica a mayor tamaño de la Virgen Chiquita, obra del escultor onubense Antonio León Ortega (1907-1991), cuyo emplazamiento no es fruto de la casualidad.
Según explica el vocal de Relaciones Públicas y Protocolo de la Hermandad de la Cinta, Javier Romeu, tal y como recogen los documentos de los libros de la Hermandad, «esa columna se encuentra en el lugar exacto en el que la que fuera durante muchos años santera encargada de velar y custodiar la ermita, Elena Montagut, mandó a su hijo Andrés a esconder bajo tierra en uno de los huertos del Santuario la imagen procesional de la Virgen de la Cinta, en plena Guerra Civil española».
Y es que durante los prolegómenos del conflicto bélico y en plena guerra la pintura mural del retablo de la ermita de La Cinta, así como la mayoría de imágenes religiosas de Huelva, salvo las de La Merced «fue destrozada casi completamente por el bando republicano con picos palas y los remos y salvavidas que hoy siguen luciendo en el altar mayor», cuenta el vocal de Comunicación de la Hermandad de La Cinta.
Esto provocó que entre 1939 y 1989 esta pintura permaneciera oculta detrás de una réplica obra de Padilla. Ya en 1989 se acometieron los trabajos de restauración de la pintura mural de cara a la Coronación Canónica de la virgen en 1992 y la réplica se trasladó al convento de las madres Oblatas que se encuentra ubicado junto al Santuario.
Para que no ocurriera lo mismo con la imagen procesional de la Virgen, una talla en madera policromada de 1760 que se atribuye a Benito Hita del Castillo, Elena Montagut y su hijo, la envolvieron para preservarla y la enterraron.
Cuando hubo pasado el peligro la sacó y como recuerdo de esa hazaña que salvó la imagen de la Virgen de la Cinta se levantó ese monumento, esa columna que se inauguró en 1977 y que hoy luce en los jardines del Santuario. En palabras del historiador del Arte, Jesús Baeza, «la talla de la Virgen Chiquita es una joya de la escultura barroca. Tiene un magnífico estofado y un impresionante movimiento de paño. Aunque no hay documento que lo certifique se le atribuye al escultor sevillano Benito Hita del Castillo. Lo hace el historiador y cronista de la Hermandad Díaz Hierro basándose en el parecido de los rasgos con otras obras del mismo autor».
La importancia que tiene esta talla y su conservación para la Hermandad de la Cinta y para Huelva reside, según Baeza, en su historia y en el hecho singular de que «La Cinta es la única advocación en Huelva y probablemente en todo el mundo que cuenta con dos representaciones, dos imágenes distintas, la del muro más antigua y la imagen procesional».
Esta última, la que aún procesiona, fue un encargo de Francisco Martín Olivares, un onubense que se marchó a México a hacer fortuna y que realizó una importante donación a la Hermandad, con la condición de que se celebrara la Feria deLa Cinta, con una partida especial para la procesión anual. Como la imagen que existía era la del muro, la Hermandad encargó una réplica, que según Jesús Baeza «no es exacta y fiel, aunque mantiene la mayoría de los atributos -la granada, el pelo suelto, el niño en el brazo derecho…, pero la gran diferencia reside en que la Virgen Chiquita es estante, mientras que en la pintura está sentada en un banco corrido. Difieren en la posición y en el estilo».
Existe un documento de 1762 en el que ya se relata una procesión de la Virgen Chiquita, aunque «no se sabe si es la primera o no, porque no se conserva la documentación del encargo».
Elena Montagut Carrión
En el barrio de La Orden la santera onubense protagonista de la historia, Elena Montagut Carrión (1880-1958), quien también fue maestra de las escuelas de la Cinta, ubicadas en la Cuesta del mismo nombre, tiene desde 1975 una calle que le rinde homenaje por permitir que la imagen de la patrona de Huelva haya llegado intacta hasta nuestros días y continúe procesionando para deleite de los onubenses y en especial de los cinteros.
1 comentario en «Una columna recuerda cómo la Virgen Chiquita sobrevivió a la Guerra Civil»
Muy inter4esante. Magnífica divulgación el gesto de Elena Montagut.