Mari Paz Díaz. A veces la vida nos pone a prueba. Hay situaciones que escapan a nuestro control, a nuestra posibilidad de hacer nada. Y, queramos o no, nos derrumbamos. Pero, aunque en un principio nos parezca que no hay salida, a nuestro alrededor podemos encontrar ejemplos que nos demuestran que nunca debemos perder la esperanza. Cuando menos lo esperas, la misma vida te sonríe.
Lo sabe muy bien nuestro protagonista de hoy, que tiene tan sólo cinco años. Su nombre es Saúl Torres Ruiz, un niño de Huelva que cuando todavía no había cumplido tres añitos le detectaron que sufría cáncer. En concreto, tenía Leucemia Mielomonocítica Crónica Juvenil con Eosinofilia.
Aquel día, el 6 de septiembre de 2012, sus padres nunca lo olvidarán. A todos les cambió la vida, porque tuvieron que enfrentarse a una situación muy dura. Una lucha que ha mantenido en vilo a toda la familia, incluido su hermano Rubén.
Después del mazazo que supuso para todos la noticia había que recuperarse y salir adelante. La única solución a la enfermedad era un trasplante de médula ósea. A partir de ahí comenzaba una carrera a contra reloj para encontrar un donante idóneo para el pequeño.
Para ello, su familia se trasladó a Madrid, donde Saúl fue ingresado en noviembre de 2012 en el Hospital Universitario Niño Jesús para recibir su trasplante. Fueron meses duros. Sus padres tuvieron que alojarse en la capital madrileña y estar muy lejos de Huelva, por lo que se vieron obligados a solicitar incluso un permiso especial en el trabajo. En concreto, se quedaron en la Residencia Española contra el Cáncer, si bien la mamá del niño no quiso dejarlo solo ni un momento, por lo que entre el 19 de noviembre y el 14 de abril se quedó todo el tiempo en el hospital.
Momentos difíciles que el pequeño vivió de la mejor forma posible, en gran parte gracias a la ayuda de todo el personal del centro hospitalario y de los voluntarios que contribuyen a que los niños que padecen cáncer tengan una estancia lo más llevadera posible.
También es inestimable la labor desarrollada por la asociación Asion, que lleva monitores al aula del colegio del hospital para que los niños no pierdan clase mientras están ingresados, así como los monitores de la Fundación Blas Méndez Ponce, que les llevan juegos y la Fundación Aladina, que les prestan un ordenador portátil para que puedan ver películas infantiles, juegos infantiles, una Nintendo y lo visitaban todos los días, entre otras actuaciones. Todos ellos sin olvidar los payasos de la Fundación Theodora.
El esperado momento del trasplante de médula ósea haploidéntico llegó a principios del año 2013. Su donante: su propio padre, Juan Ramón Torres Toledo. Fueron momentos de tensión a la espera de que la médula trasplantada fuera bien.
Sin embargo, la primera gran desilusión llegó cuando los médicos le comunicaron que la médula trasplantada no iba bien. Que era necesario un nuevo trasplante. Habían pasado tan sólo tres semanas y fue un golpe muy duro para todos. Y las fuerzas del pequeño estaban debilitadas.
El nuevo trasplante se produjo el 12 de febrero, previas duras jornadas de 12 horas de quimioterapia. Y, de nuevo, su padre iba a ser el donante, aunque, en esa ocasión, se produciría en el Centro Maktub, un nuevo espacio de trasplantes de médula ósea, que ha sido impulsado por la Fundación Aladina, una obra benéfica de Paco Arango.
En esta ocasión, todo parecía ir bien desde el primer momento. La médula trabajaba y así fue hasta conseguir que el 100% de las células fueran del donante, como esperaban los médicos. Pero todavía tuvo que solventar los problemas que le provocaron una cistitis hemorrágica, que alargó su estancia en el hospital.
La cistitis poco a poco fue remitiendo y, por fin, el 19 de abril de 2013, el pequeño Saúl recibía el alta. Después de meses iba a poder salir a la calle. Eso sí, todavía no podía volver a Huelva porque tendría que quedarse un tiempo en Madrid para las revisiones necesarias. Para ello, se alojaron en la residencia que le había brindado la Asociación Española contra el Cáncer. Era inevitable la alegría de Saúl y sus papás.
Por fin, la noticia más esperada les llegaba el 7 de junio de 2013. ¡Podía volver a casa, a Huelva! Su regreso a su ciudad fue toda una fiesta, donde pudo disfrutar de su vida familiar como cualquier otro niño de su edad. Fueron meses de reencuentros y juegos con su hermano Rubén.
Es cierto que surgieron algunos problemas que le volvieron al hospital, como una varicela, pero pronto quedó olvidado el susto. Y, sobre todo, en el mes de septiembre siguiente, su revisión en Madrid fue de lo más positiva: todo iba bien. Y su médula continuaba trabajando. Su papá le había devuelto la vida.
Hoy, ver a Saúl es todo un ejemplo de alegría. Matriculado como otros muchos niños de su edad en el Safa Funcadia de Huelva, el pequeño se va haciendo mayor y ya está matriculado en Tercero de Infantil, donde disfruta cada día con sus compañeros.
Le encanta el colegio, como este verano le encantaba ir a la playa y disfrutar de los juegos. Su sonrisa es el mejor ejemplo para animar a los donantes de médula. Y, de hecho, Saúl y su familia continúan colaborando con la Fundación Carreras para concienciar a todos de que se hagan donantes de su médula, que con un simple gesto puedan salvar muchas vidas. Enhorabuena Saúl.
1 comentario en «La historia de Saúl, un valiente de cinco años que ha superado una leucemia, el ejemplo de que nunca debemos perder la esperanza»
Yo tambien estoy afectado por esta enfermedad y por eso comprendo y comparto la alegría que os embarga. ,,,,felicidades