Redacción. Un año más los poetas de Algarve y del bajo Guadiana han sido convocados en uno de los lugares más bellos y poéticos de la costa portuguesa, Cacela Velha. Poesía, mercado de libros y de productos artesanales locales, lecturas poéticas y presentaciones de libros, hacen de este lugar un espacio mágico en las últimas tardes de un verano que está a las puertas del adiós.
La programación se hace extensa y se va derritiendo con los calores del día, de un día que se hace especial por un lado y sorprendente por otro. Se lucha contra el calor en las horas punta de la jornada y el cobijo de una sombra es un oasis en la tarde algarvia. Santiago Aguaded asoma con la lentitud de la tarde para presentar su Alquimia del Fuego y se empareja con los cerca de cuarenta grados que estoicamente soportan sus interesados espectadores.
Pedro y Jorge Jubilot, hablan de su última obra. Exponen y divulgan el porqué de algunos de sus poemas, de sus fotografías y de la composición que las casa en ese último trabajo. Mientras en las cercanías, en los puestos de artesanía y de dulces, propios y extraños hacen visitas improvisadas. Ojean, degustan, leen y al final, algunas de esas obras pasan a engrosar su bolsa de pertenencias.
Los Poetas del Guadiana se asoman de nuevo y a la vera de las murallas de la fortaleza cerrada a cal y canto, van mostrando sus últimas creaciones y van invitando al público a saborear la poética que les une, la del Bajo Guadiana. José Cruz, Diego Mesa, Eladio Orta, Ana Francisco, José Luis Rúa, Antonio Cabrita, Ángela Mascarenhas o Pedro Tavares recitan sorteando el fuerte calor y refrescando con sus mejores versos.
Fernando Cabrita el poeta de Olhao, recrea sus vivencias y sus historias sobre Antonio Rosa Mendes, un homenaje a su obra y una especial significación a “Soy algarvio y tengo el mar de fondo”. Cuenta con la colaboración de Teresa Patricio que deja escapara algunos de sus versos más significativos. Y así continúa una jornada muy especial y de un enorme significado para los muchos enamorados de la poesía de este Algarve luso-ayamontino. La jornada continúa hasta llegar con el límite del día. Poesía viva a orillas de un atlántico que se siente vigilado por esta fortaleza que hace del lugar, un paraíso para los sentidos.