Redacción. El equipo de investigación, del que forma parte un grupo de la Onubense y miembro del Campus de Excelencia Internacional del Mar ha publicado un nuevo modelo evolutivo del Espacio Natural de Doñana, tras descubrir un intenso hundimiento de las formaciones geológicas más recientes en la zona, entre el año 2000 AC y el comienzo de nuestra era. Según la publicación de la revista Geomorphology, este hundimiento favoreció la acción de cataclismos marinos (tsunamis) y provocó el soterramiento de amplias zonas destruyendo asentamientos humanos previos en lo que es hoy Doñana y su entorno.
La sedimentación y la geomorfología de Doñana han estado fuertemente condicionadas por la actividad neotectónica en los últimos miles de años, con la existencia de una serie de fallas. La más importante de ellas es la que cruza la Marisma de Hinojos y el Parque Nacional desde el Suroeste al Noreste, denominada ‘Torre Carbonero–Marilópez (TCM)’, que dio lugar hacia el año 2000 AC a un notable hundimiento o subsidencia del terreno al sur de la misma, prolongado después durante al menos dos mil años.
Prueba de ello son los restos arqueológicos dispersos que se han hallado incrustados en ciertas formaciones marismeñas, como la de Carrizosa-Vetalarena. Debido a la subsidencia, la supuesta Doñana prerromana y tartésica se localiza soterrada a varios metros de profundidad bajo las formaciones actuales. Esta sería una de las causas de la infructuosa búsqueda de restos de esos periodos protohistóricos en Doñana, desde las campañas de Adolf Schulten y George Bonsor en la década de 1920 hasta nuestros días.
Desde comienzos de nuestra era y hasta la actualidad el proceso de hundimiento ha permanecido relativamente estable, dando lugar a un espectacular crecimiento de los sistemas litorales y estuarinos (marismas).
El nuevo modelo evolutivo para el Espacio Natural que resulta del hallazgo, permitirá un nuevo enfoque de los estudios arqueológicos en la zona.