Isabel Limón.Empujado por sus ambiciones y los consejos de su directora de la tesis, Ángel Mojarro decidió embarcarse en una nueva aventura que, además de aportarle conocimientos profesionales que le facilitasen el acceso al mercado laboral, iban a hacerle madurar y crecer como persona. Nuestro ‘Onubense por el mundo’ es un joven licenciado en periodismo que se ha trasladado a Bélgica para investigar, seguir ampliando sus conocimientos y continuar con sus estudios de doctorado. A sus 26 años, tiene claro que su objetivo es llegar a lo máximo profesionalmente y por ello se matriculó en el Programa de Doctorado.
Ángel Mojarro, vive en Lovaina (Bélgica), la capital de la provincia de Brabante Flamenco, en la región de Flandes. Se trata de una pequeña ciudad de 100.000 habitantes, situada a 25 minutos de Bruselas.
Hace casi cuatro meses que Ángel salió de Huelva y le quedan dos, en total seis meses, que es el máximo de tiempo que se les permite a los investigadores hacer una estancia en el extranjero. A pesar de haber estado viajando por otros lugares, es la primera vez que vive fuera y según nos ha contado, «vivir fuera de casa, es otro mundo». Un país nuevo, una nueva cultural y el idioma, que aunque Ángel partió con una buena base de inglés acreditado, hasta que no se enfrentó a él no valoró su verdadero nivel de idiomas.
-Ángel, ¿cuál es tu balance de la experiencia?
– En el tiempo que llevo puedo decir que estoy totalmente adaptado a vivir en esta nueva ciudad, un hecho que a la vez me ha dado la oportunidad de conocer muchas otras ciudades y países, y reunirme con gente de muchos lugares diferentes, desde Chipre a Florida, pasando por Holanda, Bulgaria, Francia, Italia, Reino Unido o Portugal. Además, diría que lo más importante de esta experiencia es que me he demostrado ser capaz de vivir de forma autónoma, algo que contrasta con la vida tan cómoda que tenía antes en casa, en la que sólo tenía que preocuparme por la ropa que iba a vestir, ya que de lo demás se encargaban mis padres.
-¿Cómo es vivir ahí?, ¿es muy diferente a España?
– Todo es diferente desde que pones los pies en tierra extranjera. En cuanto a la cultura, en el caso de Bélgica estamos en un país en el que se hablan tres lenguas de manera oficial, el holandés, el francés y el alemán, algo que pone de manifiesto la enorme diversidad. Eso sí, estés donde estés, se hable el idioma que se hable, nunca vas a tener problema en entenderte con ellos en inglés. Por otra parte, a nivel social, la mentalidad de la gente es completamente distinta a la de España, por ejemplo, la bicicleta es el vehículo más utilizado por excelencia, debido a lo concienciados que están con la contaminación. Eso sí, la sanidad, al igual que en la mayoría de los países de Centroeuropa, es totalmente privada y, por tanto, carísima. El nivel de vida o económico es muy superior al que tenemos en España, como el carrito de la compra, aunque también los sueldos y las oportunidades de encontrar empleo se multiplican. Y por último, el clima es totalmente deprimente, las horas de sol no dan para mucho porque apenas se ve, nos llevamos casi todo el día con nubes, lluvia, viento y frío. Eso sí, cuando sale el ‘Lorenzo’, hasta los niños dejan de dar clases y son los profesores los que los llevan de paseo por la ciudad, de convivencia en las zonas verdes, y los adolescentes abarrotan las plazas y parques para aprovechar los pocos rayos de sol que hay mientras disfrutan de una buena Stella Artois, la cerveza local producida en Lovaina.
– ¿Cómo es esta ciudad en la que vives?
– En esta estancia estoy viviendo en un estudio individual en la zona de Heverlee, justo a las afueras de la ciudad, una zona residencial en la que no hay muchos estudiantes pero que está ubicada en un sitio privilegiado, ya que estamos rodeados de zonas verdes y a sólo 10 minutos andando de la estación de tren, del centro de la ciudad y de la facultad. La ciudad es pequeña y muy cómoda y bonita, muy monumental y con una herencia histórica envidiable; lo que destacaría sobre todo es la fuerte influencia de la religión católica que ha habido y hay en esta región, y el auge y fama de su universidad, la Universidad Católica de Lovaina, la cual acoge anualmente a unos 11.000 estudiantes de todo el mundo. Además de ser un sitio en el que resulta muy placentero pasear por sus calles, el ambiente es excepcional, un sitio muy acogedor.
– ¿Y sus habitantes, cómo son?
– Son unas personas muy educadas, amablemente te contestan a cualquier duda o consulta, se preocupan de manera desinteresada para que llegues a cualquier sitio, desde los empleados y empleadas de los supermercados hasta los conductores de autobús. Y en la propia universidad me he sentido uno más desde el primer día, me han acogido con los brazos abiertos ofreciéndome ser uno más. Además, tanto los alumnos como profesores que viven aquí se esfuerzan por que estemos a gusto, por aconsejarnos dónde ir y cómo llegar, qué comprar y qué no. Es un lujo ver la disposición total que existe en todos ellos, es algo de lo que todos deberíamos aprender.
-¿Cuál es la imagen que tienen de España?
– Desgraciadamente, los españoles, para ellos, somos gente que solemos llegar impuntuales a los sitios, nos cuesta trabajo a la hora de ponernos a trabajar, y sobre todo, somos famosos por nuestro pésimo nivel de inglés. Los dos primeros son fácilmente solucionables y no se cumplen al cien por cien en todos nosotros, pero me centraría sobre todo en el último, nadie sabe cuándo llegaremos a tener un sistema educativo que forme a los estudiantes para desenvolverse en situaciones reales y cotidianas, y respecto al aprendizaje y uso de un nuevo idioma, nuestra educación hace aguas por todas partes, quedan muchas cosas por mejorar.
-¿Qué estás haciendo en estos momentos?
– En estos momentos me encuentro traduciendo una serie de cuestionarios y entrevistas para que sean cumplimentados por profesores y alumnos de la Universidad de Lovaina. El objetivo primordial de esta estancia era recoger una serie de datos de la comunidad educativa belga de esta región para incluirlos en la tesis doctoral y ver cómo afectan las diferencias culturales entre países en el uso de las nuevas tecnologías para enseñar/aprender.
– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
– Pues además de todo lo anterior, por ahora tengo en la agente un nuevo objetivo, ya que, además de dos artículos científicos en los que ando trabajando, he asistido a la sede central de la UNESCO en París para asistir al Fórum Europeo sobre Competencia Mediática, gracias a una invitación que recibí de uno de los profesores que he conocido durante mi estancia aquí, más un Congreso Internacional en Bruselas. Por otra parte, sigo estudiando inglés para obtener un certificado válido para poder aspirar a becas postdoctorales en el extranjero. Es bueno ser ambicioso y tener claro tu objetivo, sin perderlo de vista en ningún momento.
-¿Qué piensa tu familia de tu aventura?
– Tanto mis padres como mi pareja desde el primer momento me apoyaron en esta decisión, conscientes de que era lo mejor para mí y sólo me traería cosas positivas, y de lo que les estaré agradecidos de por vida. Aunque supusiera el traslado a otra ciudad a más de 3.000 kilómetros, he contado con su apoyo en todo momento, algo de lo que no hubiera podido prescindir. Si soy honesto, me siento choquero de los pies a la cabeza, no hay cosa que me guste más que estar y disfrutar de mi gente en mi tierra, y al ser la primera vez que me alejaba tanto de mi casa sí que sentí algo de incertidumbre por lo que pudiera pasar en el futuro. Todos nosotros hemos aprendido a convivir con la distancia, algo que se hace mucho más fácil con las nuevas tecnologías, y puedo decir que no hay un día en el que no hable por videoconferencia con ellos, aunque sean dos minutos.
Todos ven en esta estancia una experiencia muy necesaria en la vida, algunos de ellos ya habían estado en el extranjero con becas Erasmus y todo lo que había escuchado habían sido maravillas. Creo que mis amigos son conscientes del enorme esfuerzo que supone dejar tu vida en Huelva e irte a otro país, con una mano delante y otra detrás, como se suele decir, en busca de nuevas oportunidades y nuevas destrezas. Pero tengo la suerte de contar con amigos que en todo momento me han animado a salir, amigos con los que no he dejado de hablar y estar contacto a pesar de estar tan lejos, y a los que les agradezco enormemente todo su cariño.
– ¿Cuáles son tus planes futuros?
– Por lo pronto acabar mi tesis doctoral no más tarde de diciembre de este año, y una vez finalizada, buscar un hueco como docente universitario en cualquier sitio. Siendo realista, no descarto volver a tener que salir de Huelva para poder cumplir con ello, como ha hecho y sigue haciendo la gente de mi generación, los que hemos salido al mercado laboral en el peor momento posible. Hay que tomárselo con la mejor filosofía posible, se trata de hacer los máximos méritos posibles para volver con un buen currículum.
-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
– Lo que más a mi gente, mi familia y amigos, porque me considero una persona muy cercana que me gusta pasar mucho tiempo rodeado de ellos. Lo siguiente diría que la comida, se echa en falta llevar una dieta mediterránea rica en todo tipo de alimentos, poder disfrutar de productos tan habituales como el aceite de oliva, el jamón o el pescado fresco. Y no los intentes comprar aquí, puede que no haya, y si lo hay, los precios son más que desorbitados. Y por último, aunque soy muy caluroso, echo de menos los días de sol, porque con días nublados es imposible disfrutar de la vida de verdad.
– ¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España?
– Por supuesto que sí. Además de aprender a valerte por ti mismo en todos los ámbitos de la vida cotidiana, es muy bonito y enriquecedor conocer otras culturas distintas a la tuya, vivir en un espacio multicultural te hace conocer algunos aspectos de la vida con mayor profundidad y te proporciona nuevas habilidades lingüísticas en un idioma que no es el tuyo materno, que al final, es la verdadera esencia de vivir fuera. Eso te permite, además, valorar el lugar en el que vives y que no valoras por vivir allí. A mi parecer, todo es positivo.
– Un mensaje a los onubenses…
– Les diría que somos unos privilegiados por vivir en la tierra en la que vivimos. Aparte, si tienen la posibilidad de realizar una estancia en el extranjero, que la hicieran. Van a aprender muchas cosas útiles de la vida que no se estudian ni están escritas en los libros, y qué decir tiene, que van a crecer y madurar como personas y futuros profesionales con una proyección internacional. Como dicen por ahí, “no dejes que te lo cuenten. Vívelo tú mismo”.
3 comentarios en «Ángel Mojarro, investigador y periodista onubense en Bélgica»
Enhorabuena Ángel por el optimismo, entusiasmo y positivismo que transmites siempre. En tu Universidad y en tu Departamento te echamos de menos como profesional y compañero, pero estamos convencidos que esta etapa será una buena inversión en tu trayectoria formativa e investigadora. Ánimo y hasta pronto!!
Me sumo a la las palabras de mi compi Mariló. Muchas felicidades por el momento que te toca vivir. Seguro que culminarás esta etapa profesional de forma exitosa y pronto continuarás con tu formación universitaria. Pronto estarás de nuevo por aquí y nosotros encantados de contar contigo. Un abrazo¡¡
Mucha suerte,tanto en lo personal como profesionalmente.
Un fuerte abrazo y espero que podamos echar un rato juntos algun día.
José Manuel