JAdeM. En 1927 nacía en Gibraleón Mª del Carmen Beviá López, Maruja Beviá, en el seno de una familia de ferroviarios que desde 1888 estaba vinculada con la línea Zafra-Huelva. Su padre, joven directivo de la compañía; y su madre, profesora de piano; alumbraban en esta primogénita las mayores ilusiones que se pueden tener en la vida. El tiempo permitió que dichas ilusiones se transformasen en satisfacciones al ver crecer y hacerse mujer a esta dama onubense de gran personalidad, que siempre causó fascinación en quienes tuvieron la suerte de conocerla.
Maruja Beviá, cuando había alcanzado la treintena y ya tenía un hijo de tres años, fruto de su matrimonio con el también onubense Aurelio Díez, tomo una decisión clave, la de trasladarse a México para iniciar una nueva etapa que sería definitiva. Pero antes de afincarse en la capital mejicana, en la que tuvo un niño y una niña más, vivió en Huelva una intensa vida social y profesional que llevó siempre grabada en su retina y en su corazón y que, a la mínima oportunidad, manifestaba con orgullo a tanta distancia de su tierra natal.
Siempre atenta a lo que ocurría en su amada ciudad, las nuevas tecnologías y las redes sociales permitieron en sus últimos años de vida -falleció el pasado 15 de mayo-ampliar su abanico de fuentes para, a miles de kilómetros, sentirse en todo momento presente entre sus familiares y numerosos amigos de Huelva, a la que visitó en varias ocasiones a partir del año 1968.
Maruja Beviá fue la pionera como mujer en la radiodifusión onubense y la segunda voz femenina del conjunto del país en Radio Nacional en España. Comenzó en Radio Huelva, antes de ser RNE en Huelva, según nos apunta José María Segovia, presidente de la Real Sociedad Colombina Onubense y periodista testigo de la profesión en la mayor parte del siglo XX y lo que llevamos del XXI. En la segunda mitad de los años 40 y hasta julio de 1955, Maruja hacía felices a los onubenses con una preciosa voz –en palabras de Segovia- que resultaba deliciosa en sus charlas radiofónicas y encantadora en las dedicatorias de los discos. Para José María Segovia la voz de Maruja Beviá ha sido, probablemente, la mejor de todos los tiempos en la radio onubense. El clásico periodista de Huelva completa su descripción considerándola singularmente simpática, amena, cordial y muy guapa, causando siempre sensación por su atractivo como persona y como mujer.
Otro profesional clave en el periodismo onubense, Vicente Quiroga, que cuando tenía 16 años comenzó a colaborar en RNE con un programa realizado por jóvenes, recuerda a Maruja Beviá como alguien entrañable, simpática, afable y cariñosa, una gran profesional que dejó huella, con una magnífica voz, firme y hermosa, cuya melodía guarda en la memoria. La presencia en lo cotidiano y la influencia de la radio en la Huelva de entonces, aún sin televisión, era patente: en 1947 había más de 4.200 aparatos que hacían que escuchar la programación radiofónica fuese algo esencial en la vida ordinaria de los onubenses.
Maruja era en la radio de entonces en Huelva una figura estelar. Sus locuciones abarcaban también obras de teatro y seriales, en novelas dirigidas por Diego Figueroa. Pero el carácter inquieto y las dotes artísticas de esta onubense no limitaron su actividad a la radiodifusión.
Estudió Magisterio y ejerció en el Colegio Francés, donde muchos de sus alumnos, hoy sexagenarios, la recuerdan como un referente básico en sus vidas. Su encanto lo trasladó a la docencia y gente de Huelva con tanta sensibilidad como el escritor Manuel Garrido Palacios quedaría marcada por lo vivido con esta singular dama onubense. En Julio de 2010, Manolo Garrido describe una conversación que acababa de mantener con su antigua profesora:
`Anoche llamó Maruja desde México. Fue una conversación breve, cercana –la distancia no cuenta-. Desgranamos el ambiente mágico –por normal- del Colegio Francés y el paisaje aquel se nos deshizo en la palabra. Le dije que ahora hay un edificio muy grande, como si la altura en las cosas las diera la cinta de medir. Sabíamos los dos que la altura la tenía aquel centro, a ras de suelo, pionero en hacer bilingüe a unos niños, en mostrar en un momento crucial de este país que había otras formas de enseñar, de aprender, de estar, de ser. Que era posible mejorar en educación, por ejemplo. Me emocionó la llamada. Le dije que a mis tres años ya la señorita Maruja me parecía muy guapa. Ella dijo «resultona» y al final le mandé un besó que había esperado décadas. Esta noche he soñado con aquel ambiente al que creo que aún no hemos llegado en esta docencia del sur. Lo del gótico lo cambiamos por una fiesta bullanguera en plan de capa que todo lo tapa, hasta la ignorancia; peor: hasta el desinterés, hasta la indiferencia por la cultura que se salga del tiesto del olé. Habría que dejar atrás ese «chauvinismo» de «lo nuestro es lo mejor». Es más, se suele decir «lo mejón» para dar énfasis al entusiasmo. El culto a la nada, al vacío. Decía mi maestro don Pío Baroja que hay cosas que se curan viajando, conociendo, abriendo horizontes al alma para que se libere de ataduras. Pero para eso hay que dejar de mirarse el ombligo como centro del mundo.`
Alumno suyo también, aunque en clases particulares de francés, fue Angel Custodio Rebollo, con quien posteriormente mantuvo bastante contacto. Como curiosidad, el marido de Maruja, Aurelio Díez, era el técnico que alquilaba los equipos de sonido para los guateques que se celebraban en casa de Ángel Custodio, según nos cuenta el mismo con nostalgia. También coincidió con Maruja en RNE, desarrollando él, muy jóven, labores de producción. Precisamente, el padre de Angel Custodio fue director escénico de una compañía lírica de Huelva, la «Alvarez Quintero», que marcó época en la interpretación musical de esta provincia y en la que la polífacética Maruja Beviá también tuvo un protagonismo destacable. Si bien José María Segovia nos recordaba a Maruja Beviá como la protagonista «Margarita» en la zarzuela Molinos de Viento, la interpretación de «Rosina» en la zarzuela «La Canción del Olvido» quizá fue la que más reconocimiento tuvo en nuestra ciudad, debiendo ser repuesta por su éxito en diversas ocasiones en el Teatro Mora. Reproducimos parte de la crónica de uno de estos carteles publicada en el diario Odiel, el 29 de junio de 1944:
Ante el éxito obtenido con su primera representación de la popular zarzuela “La Canción del Olvido”, el cuadro artístico “Álvarez Quintero” la volvió a poner en escena anoche, en el Teatro Mora, con la sala totalmente llena de público. Justo es resaltar que si en la presentación de la obra todos los intérpretes obtuvieron un triunfo notable anoche, más acoplados aún los papeles, más ensayados todavía los números, crecido el entusiasmo en todos por el resultado primero, la velada fue un éxito resonante.
Si bien los plácemes, como decimos, deben alcanzar a cuantos han intervenido en la representación de un modo o de otro, es forzoso destacar la labor admirable de la primera figura femenina, Maruja Beviá, cuya voz agradabilísima cautivó desde las primeras escenas al público que la aplaudió con gran entusiasmo. Gabriel Báez causó asimismo magnífica impresión en el respetable, ya que sus dotes de cantante hallan en esta obra adecuados motivos de lucimiento. El tercer cuadro, muy difícil, fue a nuestro juicio el mayor triunfo de Maruja Beviá y Gabriel Báez, que realizaron un dúo con perfección de buenos profesionales…”
En esta agrupación actuó también otro conocido onubense, Manuel Silván de la Corte, quién nos comentaba hace escasas fechas que, precisamente, la presentación de «La Canción del Olvido» se demoró a causa de que a Maruja tuvieron que operarla de la garganta y todos temíamos no fuera a quedar en condiciones, pero al final la puesta en escena fue algo extraordinario.
Según Manuel Silván, la actuación de Maruja fue fantástica, sorprendiendo que con solo 17 años cantase como una consumada profesional. Recuerda que el entonces director del Puerto de Huelva, muy aficionado a la lírica, le había preguntado por el evento respondiéndole Silván que la primera voz femenina, de una chica muy jóven, podía impresionarle. Cuando la obra terminó, el director del Puerto reconoció a Silván que había estado en Madrid en la presentación nacional de la misma, y que la interpretación de Maruja Beviá había superado con creces a aquella.
Silván nos apuntaba que la primera obra de este Cuadro Artístico fue la zarzuela «Los Gavilanes», estrenada el 21 de diciembre de 1943, en Bollullos. Luego tuvo cartel con gran éxito en el Gran Teatro y posteriomente en el Teatro Mora. En el Gran Teatro también interpretaron la comedia «Como Hormigas», de cuyos actores mostramos foto cedida por él.
Avanzados los años 50 del pasado siglo, como indicamos, Maruja Beviá se fue a México. Dejó el testigo radiofónico a su hermana menor, Tony, quien también fue pionera, en este caso como voz femenina en Radio Popular de Huelva, donde también coincidió con los citados Segovia y Quiroga. En México, Maruja nunca dejó atrás sus raíces y realizó una constante promoción de la cultura onubense. En cualquier oportunidad ponía de manifiesto su condición huelvana, como aquella vez que un prestigioso cirujano español Teófilo García Hidalgo, afincado en México, se sorprendió escuchando la privilegiada voz de Maruja en su hospital, como indicaba Teodoro de Vega en un artículo publicado en el año 2000, denominado «década de los cuarenta»: …en una ocasión supe que un día oyó cantar un bello fandanguillo de Huelva en el paritorio de su servicio. Se emocionó. Conocía Huelva, y allí se encontró con una vieja amiga de todos, Maruja Beviá, que también había cruzado el gran océano por aquellos tiempos.
En una de sus últimas visitas a la provincia que le vio nacer, en la sede de RNE en Huelva le hicieron una entrevista que se transformó en una prolongada tertulia sobre la historia de la radio en Huelva. Gentilmente, la dirección de la emisora nos han facilitado un breve corte de la misma, que subimos: Audio Maruja Beviá
El pasado 15 de mayo nos dejó Maruja Beviá. Lo hizo lejos de aquí, pero con los recuerdos grabados de su adolescencia en la calle San José, la Punta Umbría de playas infinitas, el club naútico de la avenida Francisco Montenegro, su primer baile en el Club Inglés de Bellavista o las temporadas de vacaciones en Los Milanos; e iluminada por sus Advocaciones Marianas de Cinta, Rocío y Amor. Siempre quiso volver, y donde esté continuará siendo embajadora de Huelva con ese orgullo característico e inevitable de haber nacido en un lugar del mundo tan especial, para ella el mejor.
6 comentarios en «Maruja Beviá, pionera de la Radio en Huelva, la dulce voz que cautivó a los onubenses de mediados del siglo XX»
Fue una de las primeras personas que yo conocí en Huelva. vino para el Bautizo del segundo hijo de su hermana Toni, fue en diciembre de 1.967. ( no en el 68). Era una mujer que dejaba huella. Sentido pésame a su hermana y a todos sus sobrinos.
Sólo añadir un detalle que dice mucho de ella.
Al llegar a Méjico, Maruja se dió cuenta que
la situación de la mujer en la sociedad mejicana
no le iba a permitir desarrollar una actividad
profesional como la que había tenido en España.
Acostumbrada a una actividad desbordante, estuvo
un tiempo dándole vueltas a qué hacer. Entonces
contaba ella, me acordé de Don Juvenal.. Desde
entonces, Maruja alfabetizó incansablemente en
parroquias y otros centros a los mejicanos más
humildes (criadas, peones, jardineros) intentando
devolver a aquel país una parte de lo que les
había dado
Mi recuerdo para esta gran voz de la Radio. Muy buen articulo sobre ella y mi sentido pesame a su familia.
Mi querida Maruja.Talentosa, bella, humana y caritativa, gran madre y esposa, amiga inolvidable. Gracias por este bello homenaje. Soy cubana residente en México y gran amiga de la familia Díez.
Maruja se ha ido al encuentro del Señor pero su recuerdo se quedó con nosotros para siempre.
Al llegar a México, ella fue nuevamente a la escuela de locutores para reafirmar, como tal, su licencia en este país y lo logró. Así como el segundo lugar a nivel nacional, en un programa de TV en busca de talentos del canto.
No continuó en la radio por su familia y muchos otros factores desde los permisos para trabajo, hasta por qué no decirlo, su acento andaluz, que en aquella época y recién llegada, a pesar de su personalidad, conocimiento y ser tan guapa, no le ayudaba mucho en este país que la radio era popular y los modismos y acento eran muy diferentes. Pero eso no la mermo, logró figurar con grandes personalidades. Más eligió estar con su familia, con su marido y sus hijos, pues no tenía a nadie más. Con el tiempo hizo grandes amigas que preservó hasta su muerte.
Pero bien dice Pepa Ortiz, continuó su labor como maestra durante toda su vida; en la iglesia como catequista, creo el centro de alfabetización hasta lograr el nivel bachillerato, (aquí en México es primaria, secundaria y preparatoria). La Secretaría de Educación Pública le otorgó, por su trabajo, dedicación y altruismo, establecer en la parroquia de san Felipe de Jesús, el centro de Educación para Adultos que aún persiste. No solo para personas sin recursos, ya que amas de casa que no habían terminado, también obtuvieron estudios y sus reconocimientos oficiales. En la misma iglesia, creo un centro de capacitación donde se impartían oficios como corte y confección entre otros para dar mayores oportunidades a la gente. Puntual, profesional, disciplinada, constante y sin paga alguna.
Para el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) Creo el taller de poesía y teatro, donde sus alumnos lograron los primeros lugares a nivel nacional por varios años consecutivos y además para la feria del libro hizo milagros y con orgullo consiguió publicarles un libro con las poesías que crearon dentro del taller. Dentro de este, muchas de las poesías están dedicadas a ella por el ejemplo y admiración que le tenían. Sería incontable la cantidad de reconocimientos que le otorgaron, oficial y extra oficialmente. Siempre enterada de los últimos acontecimientos de su tierra, devoraba los libros, la buena música, sus fandangos, rumbas, sevillanas, amante de la historia la poesía y canto. Por sus venas corría su Patria, paisajes, recuerdos, familia, amigos, festividades, lugares entrañables de su niñez y juventud. Y que decir por la comida, se saboreaba los choquitos fritos, las cigalas, el gazpacho que nunca faltó en nuestra mesa durante los veranos. Y antes que todo, su labor de servir enseñando todo ese acervo de conocimiento…será por ello que murió el día 15 de mayo… día del maestro aquí en México.
La recuerdo con gran cariño. En mi niñez, compartió con mi familia un verano en su querida Punta Umbría y me marcó con su agradable voz y las historias y canciones que nos regalaba cada noche. Mi sentido pésame para su familia y amigos.