(Las imágenes y el texto de este artículo, no corresponden a los contenidos del libro «Casinos de Huelva»)
Miguel Mojarro.
Ya hace varios años, pregunté a Manolo, uno de mi familia que sabe de esto, que me aconsejara sobre un lugar para estar varios días conmigo y sin nadie más. Su respuesta fue inmediata: – Almonaster la Real.
Y allí me fui, conmigo y con Nieves, porque ella no molesta a mi soledad y enriquece mi compañía. A unas casitas que mi amigo Juan tiene en el monte, cerca de todo pero alejadas de lo no deseable. Donde la noche del verano es paraíso y el amanecer motivador.
Por la mañana, junto con el Sol, a dejarse guiar por esa torre que seduce, la mires desde donde la mires. Camino de ese cerro que pusieron allí para ser coronado por la Historia y adornado con el caserío blanco. Donde habitan los que se quedaron allí tras las épocas importantes. Gente inteligente.
Caminar hacia arriba siempre, con la torre como faro y sin prisa, para poder disfrutar de calles bien empedradas, fachadas cuidadas y esa peculiar forma de señalar los sitios de interés con rótulos de cerámica en la puerta.
Y sentarse en los bancos de la plaza, donde el Ayuntamiento señorea, la gente pasa y el palacio de D. Miguel Tenorio de Castilla luce su rehabilitación digna. Sentarse para ver, pero también para breve descanso antes de subir la cuesta que nos lleva hasta la joya: La Mezquita.
Mezquita que es un pretexto lógico para estar en Almonaster. Pero, una vez allí, no es bueno limitarse al conjunto fortificado del cerro. Es bueno usarlo como referente, pero no se debe pasar de largo por delante de una casa blanca, de dos plantas, bien diseñada y señalada con cerámica como «Sociedad Unión Amistosa».
Es el Casino de Almonaster, donde la memoria permanece y los viejos del lugar colocan sus recuerdos. Lugar de encuentro y contratación, que con el tiempo ha dejado de tener tal función. Pero mantiene su sitio, su fachada, su nombre y una calle en la que mesas del bar permiten charlar con los amigos. Y mirar, que es oficio grato y provechoso.
En esa calle me sentaba con los amigos de esa época para comentar las mil historias que permanecen en el aire de las calles blancas. Dentro del Casino ya no, porque sus paredes y suelos han sido modificados para convertirlo en un lugar más acorde con los tiempos y las necesidades.
En esa calle, sentado a la puerta del Casino, se puede gozar de los sones que vienen desde La Fuente, en las Cruces, entonados por las Diputadas. O el que procede del Llano, allá abajo, en otra de las plazas bonitas de Almonaster. No es mal sitio la puerta del Casino para disfrutar de las Cruces con el oído, cuando los cantos del romero y los fandangos se entonan en las cercanías.
Este Casino no está en el sitio principal, pero lo suficientemente cerca de todos los sitios principales como para poder gozar de la cercanía de todos. Sin tener que estar en el bullicio. Eso se llama saber elegir lugar.
Lugar de privilegio, no sólo por situación, sino por el origen de sus socios y por el uso de sus salones. Empezó siendo de socios accionistas, propietarios, que el tiempo ha diluido para terminar siendo propiedad de los actuales socios. Casino de “ricos” que fuera, durante el fuerte clasicismo que imperaba. En cuya puerta se arremolinaban los obreros que esperaban ser contratados por los propietarios, que estaban dentro, por supuesto.
Esta puerta tiene historia. Y la calle, que antes era humilde y áspera, hoy luce empedrado de lujo y fachadas atractivas. Por eso estar sentado en ella, con amigos del Casino, tiene dos premios: La charla siempre agradable y el disfrute de una calle cercana a lo principal, pero con discreción.
Aquí eran necesarios dos avales para entrar a formar parte de la sociedad casinera. Hoy el Casino favorece la admisión de nuevos socios y ha colocado el bar en situación de poder ser usado libremente por cualquier vecino o visitante.
!Que distinto de aquel que en 1901 nació a la luz serrana! Más de un siglo, con fachada renovada, interior para necesidades actuales y un entorno primorosamente engalanado con pavimento y fachadas que enamoran. Más de un siglo … Nacido al mismo tiempo que grandes amigos de nuestra vida: Louis Armtrong, Clark Gable, Joaquín Rodrigo…, vieron la luz al mismo tiempo que este Casino. Pero éste sobrevive a los avatares incómodos de tanto tiempo y aporta una bella fachada a este conjunto de ensueño que es Almonaster.
Y dentro, Francisco García Gómez. Con el obsequio delicado de su arte, convertido en joya de Almonaster. Para tener presencia importante en épocas muy distintas: El siglo X de la Mezquita, el XV de San Martín, el magnífico XIX del palacio de Miguel Tenorio y el actual tiempo de Francisco García Gómez. El nuestro. Que para eso estamos sentados en su salón admirando el regalo que hizo al Casino.
Al final, cuando el descanso en el Casino haya producido el efecto deseado, a subir … Cuesta arriba, hasta llegar a la increíble mezquita, para ver todo el caserío hermoso de Almonaster. Que es sitio para ir y estar, usando el Casino como nota en nuestra agenda de caprichos.
Equipo Azoteas
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2 comentarios en «Almonaster. A la sombra de la Historia»
Mi amigo almonastereño José Alberto, me llevo a mi primera “matanza” un mes de febrero gélido, en el que la lluvia no consiguió frustrar esa curiosidad intrigante que suponía, para un madrileño, contemplar el ritual con el que se enriquece el sabor del cerdo. Yo llegue en la segunda parte, la más hermosa según dice, la de la elaboración de sus chorizos, morcones, jamones y extraordinarias pancetas que siguen siendo mi aporte de colesterol saludable con el que doy sabor a mi vida, a escondidas de mi esposa.
Un tiempo después volví por ese maravillo Almonaster, cuyo nombre procede del árabe al-munastir, término de origen latino que significa «el monasterio», y que nos recuerda que fue mora antes que cristina, de ahí la excelente construcción de su Mezquita del siglo X, en la que hace pocos días ha tenido lugar una excelente Jornada de Observación astronómica, en la que no sé si estará implicado mi amigo Miguel Espina Bioxo, adalid en estos menesteres que buscan en la observación del cielo la sintonía armónica que no se encuentra en la Tierra. Mejor lugar imposible para ver el cielo desde la serranía de Aracena y Picos de Aroche.
Esta segunda visita cuya fecha es fácil de recordar, tuvo el objetivo de disfrutar de las Fiestas de Santa Cruz, las populares y emblemáticas cruces de mayo que con sus bailes populares nos trasladaron a un Medievo bucólico y relajante, que completamos con el obligado rezo en la Ermita de Santa Eulalia, la Patrona de Almonaster la Real.
En ninguna de esas visitas me informaron de la existencia del Casino que nos descubre nuestro ínclito Miguel Mojarro, al que agradezco la descripción que nos hace de la historia del Centro y de su entorno. También me ha sorprendido agradablemente la excelente Web del Ayuntamiento, en la que se anuncia el Casino, y en la que seguro que aparecerá en breve este artículo de D. Miguel elogiando sus bondades, pues no en vano, un 27 de julio de 2010, en SESIÓN PLENARIA DE CARÁCTER EXTRAORDINARIO, el Ayuntamiento aprobó la ADJUDICACIÓN DEFINITIVA DE LOCALES COMERCIALES DEL CENTRO SOCIOCULTURAL “ALMONASTER FRONTERA ABIERTA”, al que prometo visitar en mi próxima escapada serrana.
En Azoteas sabemos elegir bien a los amigos. Por eso D. Benito de la Morena está en nuestra página de preferidos, porque siempre está listo para enriquecer y complementar, aportando lo que va más allá de lo que sabemos. Es muy grato encontar en el camino de la divulgación a quien siempre tiene el comentario que no se espera y la calidad que se desea.
Nos está retando a buscar su presencia en próximas rutas por los casinos y sus pueblos. Y así lo haremos.
Usted se lo ha buscado.
Y te agradecemos elogios que, viniendo de quien vienen, son muy apreciados y motivadores.