Miguel Ángel Velasco. Existe en la calle la creencia casi generalizada de que el mundo de “la Pasarela”, de los concursos de belleza, es un estadio falso, superficial y vacío que adocenan a jóvenes de poca preparación y menos madurez, que le inducen a seguir o confundirse en fábulas y oropeles de un idílico e irreal sendero de flores y éxitos prontos. Piensan, también casi de forma unánime, que estos chicos y chicas poseen una visión muy peculiar de la vida. Poca mente, mucha fibra musculosa, parcos y pobres vocabularios y expresiones, nulos pensamientos. Su futuro se basa y apoya en su belleza exterior, efímera, y su meta en un éxito igualmente temporal, sin esfuerzos, ni constancia. Pero mucho sabemos que ese estereotipo es tan falso como esos argumentos huecos de la ignorancia y del desconocimiento.
Por ello, Huelva Buenas Noticias ha querido conocer de primera mano, cómo son, qué piensan, cómo viven y sienten estos diplomados, licenciados, estudiantes universitarios, trabajadores y empresarias, veintiocho en total, entre hombres y mujeres, que desde este martes 17 de diciembre se encuentran concentrados en el Hotel Barceló de Punta Umbría a espera de que este viernes 20 las luces del salón central del Centro de Celebraciones Palace, de Huelva se apaguen y el reflector luminoso dibuje sus figuras ante las atentas miradas ocultas en la noche del público asistente.
La mañana. Son las 8 de la mañana y los despertadores vibran su cantar en las habitaciones. Pasada media hora comienzan a bajar hacia el comedor 24 cuerpos de envidiables figuras, frescas, atléticas, curvadas, aparentemente perfectas, embutidas en vaqueros ceñidos y negras camisetas, marcando aún más sus esplendidas superficies. Apenas hablan entre sí, unos esbozos de sonrisas quizás mientras se acercan a la mesa del boufette para desayunarse a su antojo. Muchos cereales, zumos, nada de bollería industrial y abundantes alimentos vitamínicos, Hay que mantener la forma y preparar, a la vez, el cuerpo, para soportar la dura jornada que se avecina. En el exterior, leves rayos de sol reposan lánguidos sobre las aguas mansas de la piscina. Hace frío y el jardín se encuentra desierto.
En otra mesa, atentos y vigilantes, Gema, Rocío, Polena Fernando y Adrián preparan las clases y tareas del día. Se muestran satisfechos tras la dura jornada de ayer y evalúan el esfuerzo realizados por cada uno de los aspirantes. Son los organizadores y profesores y en sus manos radican el éxito del certamen y la buena preparación y formación de ellos. Se muestran cercanos pero, a la vez, rígidos y firmes en el comportamiento. Nada de salidas al exterior, nada de voces, nada de malas palabras o gestos inadecuados. Escuela de crecimiento y comportamiento. Un lujo, de verdad.
La primera clase es impartida por Gema Alamínos. Profesora titulada superior de Música reconvertida en empresaria de asesoramiento de imagen y estética. Joven, pero con una experiencia profesional, tanto a nivel nacional como internacional, de vértigo y una preparación de auténtica magíster. En el salón habilitado por la dirección del Hotel Barceló a tal efecto, les enseña a los ocasionales alumnos los modos y fórmulas para hacer valer los aspectos positivos de sus cuerpos, de ocultar los negativos, de conocer sus rostros en profundidad. Saber en qué momento o situación debe llevarse un maquillaje u otro, de estimular las zonas favorecidas y ocultar las menos sobresalientes. Habla con tranquilidad, audible, de forma fácil de comprender, con soltura y eficiencia. La escuchan con atención y los brazos se alzan repetidamente, interrumpiéndola, para requerir tal o cual información. Necesitan y quieren saber. Aprender. Saben que están escuchando, enriqueciéndose con temas muy importantes para sus fines.
Dos horas después y tras un breve receso, vuelta a clase. Esta vez les espera Rocío Parreño, como profesora de Pasarela, acompañada de Polena Rompete, de organización. Rocío les observa con media sonrisa dibujada en los labios, estáticos. Erguida, bella tiene la brillantez de una imagen marmórea de carne y hueso desde una altura ignota. El cabello atirantado hacia atrás desemboca en un recogido suelto. Su frente despejada, los ojos felinos y penetrantes se hunden sobre los asistentes, impávidos. Posee una larga experiencia laboral en sus piernas, años de pasarela profesional y de secciones fotográficas, aprendizaje y trabajos con la conocida agencia de modelos Doble R, de la sevillana Miss España Raquel Revuelta. Sabe que, a pesar de su juventud es experta en estas lides y madura, muy madura.
A un toque de mano los alumnos acallan las conversaciones y la música empieza a sonar. Al ritmo de sevillanas va sacando a los seleccionados de uno en uno, primero y de dos en dos y de tres en tres, posteriormente. Una y otra vez, sin descanso. Les anima, les corrige, les reprocha. Está encima de ellos, les acompaña en sus bailar, alza las piernas y cimbrea las caderas al son del ritmo, se deja imitar, exige ser imitada, Cambia de ritmo, las sevillanas se convierte en melodías y los pasos acordes a ellas, más lentos y pausados. Así una y otra vez. Sin cesar ni descanso. Haciendo siempre que el cuerpo y la música sea un todo. Que vibre al son del violín o al ritmo de las palmas flamencas. Dos elementos. Un solo cuerpo.
La tarde. Antes de almorzar, a las dos y media de la tarde, suben a sus habitaciones a asearse mientras profesores y organización evalúan el transcurrir de la mañana y preparan los quehaceres vespertinos. Se preparan abundantes los platos con muchas pastas y pocas calorías. Carnes y/o pescados sin salsa, a la plancha. Es la hora de hablar con ellos, de conocerlos, de conocer de sus propias voces sus inquietudes y afanes, Comen en grupos separados. Hombres y mujeres se alinean por sexo. Ellas me miran desconcertadas cuando me siento a su mesa. Me dicen sus nombres y edades. Simpáticas y bonitas. Cito a algunas, con perdón para innominadas. Cristina, Teresa, Zoraida, Fabiola, Olaya, Paola, Jennifer, Alicia…Y son diplomadas en Magisterios, estudiantes universitarias en su gran mayoría, trabajadoras, etc.
Todas están contentas de haber venidos, buscan en esta oportunidad la posibilidad de saciar un sueño, el deseo de aprender, un complemento para su formación. Las que estudian para Diseño y para Costura una forma de engrandecer sus conocimientos y de entrar en contacto directo y práctico, que no teórico, con el mundo de la moda. Todas cuentan con el beneplácito familiar y de amigos y novios. Una oportunidad para hacer y conocer algo nuevo. Se sienten preparadas y maduras a pesar de sus edades. Son conscientes de que no se van a dedicar en un futuro a esto, al menos de una forma directa, Sus futuros están en las escuelas, en los talleres, en las clínicas, en las empresas. Como cualesquiera otras chicas de su edad. Me levanto satisfecho. No tienen miedo a las malas historias negras de acosos y favores. Se sienten con los pies en el suelo y arropadas con su intacta y pétrea seguridad que se va desarrollando en brillante madurez. Si los demás van al gimnasio o a tomar café porque o pueden ellas acudir a una agencia para cultivar cuerpo y mente,
Los chicos parecen serios. Su forma de vestir y peinar es idéntica a la de otros tantos jóvenes con los que te topas a diario por la ciudad. Sin embargo, a diferencias de otros que te puedes encontrar en bares o cafeterías, beben agua, cuidan sus cuerpos y sus modales son exquisitos y educados. Ellos también estudian y trabajan, pero a diferencia de ellas, muchos de ellos ven en esta oportunidad una ocasión única para entrar en el mundo de la “pasarela” y de todos los adláteres que ella conlleva. Les gusta y quieren conseguir fama y nombre. ¿Por qué no? Se preguntan con toda normalidad haciendo anormal mi pregunta. Carlos, Manuel, Roberto, Tomás, Manuel José, Juan, entre otros. Con sus sueños, sus ilusiones. “Si Pablo Carmona, Miss Huelva del año pasado, finalista en Miss Word España y diplomado en Magisterio lo consiguió porque no ellos”.
Tienen descanso en sus habitaciones hasta las 5 de la tarde pero solicitan a la organización hacer pasarela por su cuenta en el espacio de la piscina. Rocío acepta y comienzan las secciones. “Lento, más despacio, manos atrás, la cabeza levantada, esa barbilla, las piernas arriba, ríete, los pies en posición , las caderas más inclinadas”. Y la esbelta figura de la dicente se trasluce en el espejo acuoso de la piscina y se expone en el azul del atardecer. Polena juega con el agua. Quedan tres horas de duros ejercicios por delante.
La noche. Las nueve y media es la hora de la cena. Los cuerpos se sacuden cansados. La comida es más leve pero rica en vitaminas. La noche hace tiempo ya que ha caído. Sobre las diez van desapareciendo hacia sus habitaciones. Los chicos con los chicos, las chicas con las chicas. Pocas palabras se cruzan. Aún tienen fuerzas, eso sí, para despedirse de nosotros amablemente. Buenas noches.
“Esto es duro, Miguel. Muy duro. Yo comencé muy joven y en un principio todo es muy bonito, un sueño. Después, cuando te haces profesional, llegan los problemas. La soledad. Las interminables horas de avión en avión, de ciudad en ciudad, de hotel en hotel. Y en todas ellas, la soledad. Ya no tiene a tu madre, a la amiga a la que contarle como te encuentras. Sólo cuatro paredes y tu soledad. Y eres una cría y tienes que decidir y afrontar las cosas y situaciones como una mujer hecha y derecha. Por eso me siento madura, muy madura para mi edad. Y lo noto sobre todo cuando me reúno con mis antiguas amigas y veo en ellas una ingenuidad propia y lógica de los 23 años. Y es entonces cuando me digo si me he perdido algo… De todas formas no cambio nada de mi vida y del futuro que me labro. Disfruto de todo, de una profesión de la que se puede vivir si sabes aprovechar las oportunidades, si trabajas duro y fuerte… Y además,¿sabes? Me encanta enseñar todo lo que he aprendido, poder ayudar con mi experiencia y criterio a estos jóvenes. Cuando Fernando me lo pidió no dudé dos veces”.
Dentro del coche me espera ya José Carlos, nuestro fotógrafo. Las miro con atención y antes de despedirme contemplo la fachada del edificio y respiro la salitre cercana del mar. En sus ojos hay una mirada brillante pero firme. Son ojos que no se dejan amilanar. Desprenden ternura y fuerza.
“¿Sabéis una cosa? La única historia negra que existe en lo que hacéis, en vuestro mundo, es la ignorancia de los pobres y escasos de mente”. Las miradas se cruzan compenetradas. Vuelvo a mirar hacia el Hotel. Las luces de las habitaciones cercanas han desaparecidos. Cae la noche. Cae una historia sin fundamento. Duermen los sueños.