RFB. El hombre del tiempo en Huelva, Daniel Zamora Rubio, podría ser solo eso, que ya sería mucho, habida cuenta de su rigor y porcentaje de acierto. Pero atesora más cualidades y una fundamental, la más importante, la de ser buena gente.
Por eso está nominado a los premios más relevantes que se dan cada año en esta provincia. Huelvano de carnet y sentimiento, es popular por esa afición singular, la de la meteorología, que comparte también con la pasión por el ferrocarril. Comenta que esa combinación de aficiones, aunque pudiera parecer algo inusual no lo es tanto. «Por ejemplo, un antiguo portavoz de la Aemet, Ángel Rivera, comparte conmigo el mismo fanatismo por el mundo del ferrocarril«. De hecho, una profesión que le hubiera gustado tener es la de maquinista de tren. «Serlo es un proyecto que aún no he descartado«.
Su familia procede del Andévalo, llegó como muchísimas otras del interior de la provincia, con la oportunidad del desarrollo industrial de los setenta. Nació en el Manuel Lois, en el verano de 1979, y una de las primeras imágenes que recuerda de su niñez es estar asomado a la terraza de su piso, en la barriada de Santa Marta, viendo llover o como pasaban las nubes. Casi no articulaba palabra y ya, según su madre, advertía de ese fenómeno meteorológico con la frase “está lloví”.
Estuvo en el colegio del Seminario y recuerda a grandes amigos y profesores de esa etapa. A estos aún les sigue llamando de ‘don’ cuando se los encuentra, conteniendo esa huella entrañable de don Crispín, don Gume, don José, don Juan,… La formación en valores sabemos que se alcanza como una combinación de lo aprendido en la escuela y, sobre todo, lo vivido en casa. «La generosidad, bondad, pero también la disciplina, orden y limpieza son valores que he recibido de mis padres y a los que doy muchísima importancia -observa en este sentido-«.
En la época en Santa Marta, porque luego la familia -en 1994- se fue a vivir a la Alameda Sundheim, fue feliz, según destaca. «Era un barrio lleno de matrimonios jóvenes con hijos de mi edad. Allí tenía a mis mejores amigos y hacíamos lo que todos en esa época, estar todo el día en la calle jugando. Mi arraigo con el barrio era tal que, a pesar de mudarnos, el BUP lo hice en el instituto de La Orden«.
Entre los muchos amigos que Dani ha ido haciendo en la vida hay uno especial, Juanjo Drago. «Éramos inseparables. Ahora cada uno tiene su vida pero le sigo echando de menos«.
Dani trabaja en el Elefante Azul, pero está a desarrollando un interesante proyecto con su mujer, Elvira, con el objetivo de otro derrotero profesional. Wayalia -apunten el nombre si no lo conocen ya- ofrece intermediación entre cuidadores y personas mayores dependientes, un servicio tan demandado y necesario hoy en día.
En su desempeño actual, no obstante, se siente satisfecho. Le da la oportunidad de relacionarse con muchas personas, clientes que aún le hacen sentirse mejor al felicitarle por su labor.
La de Wayalia es una idea conceptualmente empresarial pero con un trasfondo solidario porque, al fin y al cabo, lo que se pretende es ayudar a los mayores que necesitan cuidados a que estos los reciban en su propio domicilio. Sería injusto negar que la gente por naturaleza quiere envejecer en su propio hogar, y Dani y Elvira están contribuyendo a que el mayor número de personas en Huelva pueda hacerlo.
Ayudar. Esta bonita idea que tiene cierta conexión con el drama por el fallecimiento su preciosa hija Ariadna, la princesa Rett. Una experiencia tremenda que a pesar de todo el sufrimiento también da frutos como el impulso de esta iniciativa. Cuando le preguntamos a Daniel por la felicidad hace un canto a la misma, aún en la adversidad, «Desde que falleció mi hija, me cuesta muchísimo ser feliz pero no hay más remedio que conseguirlo. Mi hija Inés no se merece tener un padre triste. Ella es tan buena y tiene un corazón tan grande, que todos los días me levanto con la intención de ser feliz. Hay días que no lo consigo pero siempre se intenta«.
Esa actitud nos muestra un verdadero modelo a seguir. Está convencido de que su hija Ariadna sigue ahí, con él, con nosotros. Y no me gusta hacer una referencia en primera persona, pero yo pienso lo mismo. Nuestro amigo tiene un pilar clave, su mujer Elvira. En su desarrollo personal considera fundamental también a la mayoría de los profesores que han pasado por su vida, en los distintos ámbitos. Se siente muy agradecido a la mayoría.
Para Daniel Zamora el buena gente es «aquella persona que antepone los intereses de los demás a los suyos propios. He conocido a mucha buena gente. Es imposible nombrar a todos pero si hay que nombrar a alguno, quiero resaltar a Juan José Blanco, antiguo presidente de la Cruz Roja en Huelva. Es todo un referente para mí«. Precisamente Juan José Blanco ha sido uno de los reconocidos en el certamen de los premios Buena Gente de Huelva en la ultima edición.
Si tuviera la capacidad de cambiar las cosas en la sociedad Zamora actuaría sobre la educación. «Me apena el bajo nivel educativo con el que salen los niños en estos tiempos de la etapa educativa. Pero no sólo bajo nivel académico, también bajo nivel en valores. Y no sé quien tiene la culpa, supongo que todos la tenemos«.
Está a gusto viviendo en Huelva pero nos sorprende, al no haber caído en ello, porque como meteorólogo este lugar tiene llamémosle ‘menos juego’. Vivimos en una tierra en alguna medida ‘aburrida’, con mucha continuidad en la climatología. Más divertido sería estar en Vitoria o en Bilbao, por ejemplo -nos reímos-.
Daniel Zamora, como decíamos, es muy popular en Huelva por esta faceta y en particular en el mundo de las hermandades. Ahí ha mostrado siempre su generosidad, estando a disposición de las ‘angustias’ de los cofrades por las previsiones meteorológicas con carácter permanente. Una anécdota que nos contó en otra ocasión relataba que recibió una llamada en el propio altar de su boda, preguntándole por una previsión. Amable como siempre, pidió poder devolver la llamada más tarde para responder.
Considera el nominado a Buena Gente que «Huelva es una ciudad muy acogedora y llena de gente maravillosa. Quizás faltarían más oportunidades de empleo pero ese problema y la falta de infraestructuras es una tarea de los políticos«.
Tiene dos grandes ilusiones por cumplir, ser Rey Mago en la Cabalgata de Huelva y que se encuentre pronto una cura o tratamiento para el síndrome de Rett.
Que se cumplan ya, Daniel. Gracias por tu ejemplo.
Fotos: Edith-HBN.
Daniel Zamora, nominado premios Buena Gente de Huelva.