La casita valiente que sobrevive en la Plaza de la Palmera de Huelva

‘Aprisionada’ por edificios altos.

JA de M. Hay una casita en la Plaza de la Palmera de Huelva. El diminutivo se lo aplicamos a esta admirable vivienda que sobrevive en la Plaza de la Palmera, Quintero Báez o Tres Calles, porque se le ve entrañable y pequeñita entre todos los edificios de altura que dominan el enclave. Esa dichosa manía de meterle altura al centro de Huelva, a su hipotético ‘casco antiguo’, precisamente se pone en evidencia con la estampa que aún hoy -no sabemos por cuanto- ofrece la única antigua casa de la Palmera, esta que mostramos en la fotografía encabezando el artículo.

Ahora, que penamos por la pérdida de la Palmera centenaria, parece mentira que en toda esa zona solo esta edificación supere el medio siglo -tiene algo más de ochenta años-. Ella, más que digna, simboliza una imagen que ya los que están por debajo de los cincuenta prácticamente no asocian a Huelva capital. Todos los demás edificios de la plaza y alrededores son ‘modernos’. Modernos e inconexos en su estética, también como de costumbre en esta ciudad. Sino que nos caracteriza y que dibuja una urbe despersonalizada y castigada duramente en su atractivo visual.

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Huelva, 1956, en la plaza de la Palmera. Escena de película. / Foto: José María Segovia.

Por eso esas casas que quedan de una o dos alturas deberían ser conservadas, algo que no está en la línea, desde luego, del planeamiento urbano que impera, sin corazón, sin alma. Este apuesta, como decimos, por alejarnos del sol a pie de calle y suplantar la identidad edilicia de esa bonita y digna ciudad -aun en su modestia-que era la Huelva de la primera mitad del siglo XX.

Las casas vendrían a ser como monumentos. Elementos expositivos de una Huelva que existió y que ha sido barrida impunemente por la piqueta inmisericorde y la insensibilidad de aquellos que pudieron evitarlo.


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Ese afán -unido al interés especulativo- que ha conseguido cambiar sin sentido la urbe se siente incomodado por estas casas, llamémosle, tradicionales que siguen siendo testigos de la historia de la ciudad.

Se observa a nuestra protagonista al lado de la Palmera, a finales de los sesenta, principios de los setenta.

La conocida foto de José María Segovia tomada en el rodaje de la película ‘El hombre que nunca existió‘, en 1956, nos permite apreciar la abismal diferencia en alturas de las edificaciones y en belleza de las fachadas con las que hoy rodean la céntrica plaza. Allí estaba nuestra casita, la vemos en la imagen, en cuyo balcón algunos observaban el bullicio del rodaje de una escena pasando por el supuesto viceconsulado británico. Con escaso rigor histórico, los productores ingleses lo habían situado en La Palmera cuando en realidad estuvo en la calle Marina.

Larga vida a nuestra casita -la única- de La Palmera de Huelva, tan bonita, con ese tipismo propio de aquí, de la fachada con azulejos. Ojalá siga por mucho tiempo recordándonos nuestro pasado. Que lo haga como fundamento de un presente y futuro que nunca deberían perder esa conexión física con su origen, con su alma.

 

Casita Plaza Palmera, Huelva.


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