RFB. Manuel estaba a punto de arrancar el tractor para irse de Huelva. Había llegado a primera hora de la mañana, por Peguerillas, entrando por la Vega Larga y discurriendo con cuidado por las calles adoquinadas de la ciudad, hasta alcanzar su destino, la Plaza del Ayuntamiento. Serían sobre las dos y cuarto de la tarde de una jornada laboral de octubre de 1960. La gente se disponía ya a irse a sus casas, como Manuel volverse al pueblo, para almorzar.
Había quedado a las nueve con Miguel, un amigo que residía en la capital, para que le acompañase a hacer algunas gestiones que tenía pendiente desde hacía tiempo. El encuentro fue en el Bar Telefónica, allí en la esquina de la plazoleta que estaba delante del Ayuntamiento. Se sorprendió un poco por encontrar sitio para aparcar en ese lugar, donde había bastante bulla de gente y una barbaridad de coches…
Aquello pudo ser tal que así entonces y hoy vivimos la época de las peatonalizaciones. Bienvenidas sean estas, en su justa medida. En ese sentido, y en tantos otros, mucho ha cambiado esta ciudad. La profusión de fotografías antiguas que se mueven por las redes sociales están posibilitando ese contraste a veces emotivo, a veces triste y a veces, menos de las deseadas, alegre.
Los mayorcitos de Huelva, cincuentones para arriba, comparamos los rincones de la memoria con lo que los ojos aprecian al dar una vuelta por cualquier rincón de la antigua villa. Los más jóvenes se sorprenden, y no es para menos, al visualizar en esas estampas inéditas para ellos una ciudad que no parece la misma.
Este sorprendente detalle de la imagen, en la que se observa a un agricultor con el tractor aparcado suponemos que después de hacer alguna gestión en el Palacio Municipal o, quizá, en una calle adyacente del centro urbano, provoca una sonrisa y resulta muy difícil asimilar a los tiempos que hoy corren. En ese lugar se mantiene en la actualidad la estructura de las obras del edificio de la antigua delegación de Hacienda. Y la Gran Vía es, con buen criterio a nuestro juicio, peatonal.
No vamos, por tanto, a hacer apología de poder llegar al ayuntamiento en tractor. Está bien como está, más allá de que encontrar un sitio para aparcar el tractor como objetivo alcanzable presente lagunas.
La fotografía, publicada en una postal de la época, no tiene desperdicio, nos traslada con facilidad en el tiempo seis décadas atrás. A parte del impactante -hoy, entonces no- tractor, observamos modelos de vehículos en los que pudimos montarnos de niños. La seiscientosmanía protagoniza la foto, con flamantes unidades -empezaron a comercializarse en 1957, con lo que todos los que aparecen en la imagen son nuevos-.
También los hay más antiguos en la vista, como el hermano mayor del seiscientos, el primitivo seat 1400. Así mismo a la derecha el novedoso 1500 -pensamos por las cortinillas que era el coche oficial del alcalde -Manuel López Rebollo- y entrañables 4-4, los Renault 4Cv de la época de María Castaña. Los señores de la izquierda, delante del tractor, observan al fotógrafo en el momento de la instantánea.
Una señora con su niño que carga un pequeño carrito con material escolar, suponemos, sigue a una anciana que cruza la calle tranquila -no hay patinetes eléctricos a la vista que vayan ‘fundidos’- por detrás del autobús.
Al fondo la plaza de las Monjas, ya sin Fuente Magna -fue eliminada en 1957-, donde apreciamos los bellos edificios de su lateral oeste, lamentablemente perdidos como tantos otros en la ciudad.
Estampa de una Huelva perdida pero a la que aún le queda bastante riqueza patrimonial que hay que preservar.
Tractor, plaza Ayuntamiento Huelva.
