Juan Adolfo Arangüete: «Defendemos que se conserve Doñana con la interacción de su gente»

Juan Adolfo Aragüete. /Foto: Edith-HBN.

RFB. Se avecina uno de los acontecimientos anuales más espectaculares de los que tienen lugar en la provincia de Huelva. El próximo lunes, 26 de junio, Doñana, El Rocío y Almonte dibujan un escenario sustentado en pilares de siglos, el que va a propiciar una nueva Saca de las Yeguas.

Juan Adolfo Arangüete preside la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Marismeño. /Foto: Edith-HBN.

Es una evidencia que el patrimonio inmaterial del conjunto de los pueblos de Huelva es un auténtico tesoro. Y en este tesoro tampoco puede dudarse que tiene especial protagonismo la Saca de las Yeguas de Almonte, ancestral tradición que se conserva, no sin esfuerzo, fruto del amor de los ganaderos marismeños a su cultura, a sus raíces.


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La autenticidad de este rito tiene a una corporación como garante de su posteridad. La Asociación Nacional de Criadores de Ganado Marismeño desde 1982 vela por la conservación y desarrollo de esta actividad consustancial con la propia existencia de Espacio Natural de Doñana. Y al frente de la misma, apasionado por ese desempeño y la pervivencia de las razas marismeñas en su paradisiaco hábitat, se encuentra su presidente, Juan Adolfo Arangüete Asuar.

Imagen zenital de ganado marismeño en su hábitat. /Foto: Edith-HBN.

Encabeza un colectivo de más seiscientos ganaderos almonteños que, como él, aman su tierra, su ecosistema y la herencia en la forma de hacer y vivir que dejaron sus mayores. El propio Arangüete pierde hacía arriba en su genealogía el origen de esta tradición. Su bisabuelo llegó de fuera y se convirtió en un importante ganadero marismeño. Se había casado con una almonteña que tenía una larga lista detrás de antepasados que tuvieron así mismo esta dedicación.


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Amablemente nos atiende en la sede de la Asociación, en la calle Pocito. Y tenemos oportunidad por ello de escuchar historias y relatos del presente que realmente nos impresionan. El convencimiento, la seguridad y la estima por esta tradición que transmite el presidente de los ganaderos marismeños de Almonte provoca verdadera fascinación.

Pierde en su árbol genealógico, por la lejanía en el tiempo, a los precursores en su familia de esta dedicación. /Foto: Edith-HBN.

De forma directa y a título personal, Juan Adolfo Arangüete recuperó el testigo que había dejado su padre en la cría de ganado marismeño. Nos cuenta que antes de que le fueran fallando las fuerzas pasaba regularmente y de forma alternativa quince días en el Coto para estar cerca del ganado y quince días en Almonte. Un trabajo duro que difícilmente se puede afrontar si la motivación no es más profunda que la que determina la funcionalidad de una actividad empresarial o laboral al uso.

Una experiencia que vivió de pequeño pero que en principio no marcó su orientación profesional, porque Juan Adolfo salió fuera a estudiar. A la vuelta inició una carrera profesional ajena a la cría pero las circunstancias primero hicieron que retomara aquella labor que vio en su padre, y luego que diera un paso adelante más, asumiendo la responsabilidad que hoy ocupa.

Juan Adolfo está volcado con las actividades tradicionales de uso del Espacio Natural de Doñana. Foto: Edith-HBN.

Pero Juan Adolfo Arangüete no se limita a demostrar su pasión por Almonte, sus gentes y cultura, con la presidencia de los ganaderos marismeños. Es, así mismo, representante en el Consejo de Participación de Doñana de los piñeros, apicultores y coquineros. Lo hace de forma desinteresada y todas estas actividades tradicionales responden a la idea que defiende con vehemencia y que considera nuestro interlocutor como de sentido común: que la gestión de un espacio natural de estas características se haga con la interacción de la gente del lugar, con la pervivencia de las actividades tradicionales ejercidas por los propios habitantes de la zona.

«Que se cuente con la gente del entorno. Lo que no se puede es excluir a la gente y tener Doñana como un museo» -resalta Juan Adolfo Arangüete-. Y su versión, la versión que el defiende de los ganaderos como agentes del entorno es la del respeto, la de la conservación la de, desde el conocimiento e interiorización de valores identitarios, actuar como elementos activos de supervivencia y mejora de ese ecosistema privilegiado.

Amena charla la que posibilita Arangüete con su conocimiento y pasión por la ganadería marismeña. /Foto: Edith-HBN.

Cuando conoces a este tipo de personas, con un perfil de las que en Huelva hay varias –no muchas- también en otros ámbitos, y te explican, no deja de maravillarte aún más la riqueza que atesoramos. Llaman fácilmente la atención a detalles esenciales que nunca fuimos capaces de observar. La sensación que te queda es de agradecimiento. Agradecimiento por conservar y cuidar un patrimonio que es suyo pero también que lo es de todos.

Porque de lo que se trata es de conservar unas razas autóctonas en un entorno natural único. Unos equinos y bovinos adaptados al medio ambiente de tal modo que unos y otro se hacen inseparables. Esta realidad permite a los ganaderos vivencias mágicas e identitarias y a los demás contemplar unas estampas tan especiales que determinan la más enorgullecedora conexión entre la naturaleza y el hombre, entre la sostenibilidad y el uso tradicional de un espacio necesariamente protegido.

Entiende que la pedagogía en este ámbito es fundamental. /Foto: Edith-HBN.

Hablaba Juan Adolfo Arangüete de un aspecto a cultivar esencial: la pedagogía. La pedagogía y la divulgación, interna y externa, para mayores y para niños. Estos últimos más que receptivos, como demostraba un video reciente que nos enseñó de una actividad sobre la Saca en un colegio almonteño. Serán los que den continuidad a esta noble labor de los ganaderos marismeños.

Nos decía el presidente de estos ganaderos que los arqueólogos le han manifestado que no existen restos remotos de estos animales por las características físicas de la marisma. “Si esto fuera Siberia –apunta Juan Adolfo Arangüete- habría restos prehistóricos. Pero si contamos con las huellas que se descubrieron en Matalascañas por el retroceso de la duna. Entre otros animales de los que aparecieron huellas se encontraban los Uros, ancestros de la vaca actual. Y también el Tarpán, antecedente del ganado equino”.

Ganado bovino en Doñana. Imagen expuesta en la sede de la Asociación. /Foto: Edith-HBN.

Según nos informa nuestro entrevistado, referencias escritas en relación a la ganadería marismeña ya se encuentran en época romana. Posteriormente en la dominación musulmana y con la continuidad en esta actividad hay escritos del califato cordobés que indican ganadería de equinos en lo que hoy es Doñana para proveer al ejército. Con la colonización tras la reconquista cristiana se consolidan en este espacio de caza actividades paralelas como la apicultura o la ganadería, siendo esta última de una importancia destacada.

Trata de perseverar los elementos más esenciales e identificativos de esta tradición. /Foto: Edith-HBN.

Nada menos que “en 1504 -señala Juan Adolfo- el duque de Medina-Sidonia, propietario de las tierras, dicta unas ordenanzas ducales que regulan la gestión ganadera en lo que hoy es Doñana. Son los antecedentes más remotos conocidos de lo que viene a ser la regulación actual. Cinco siglos de regulación de la entrada, la salida, que animales se pueden tener… porque el duque necesitaba controlarlo para cobrar sus diezmos”.

Las exigencias ducales determinaban dinámicas parecidas a las actuales. Se establecían ‘sacas’ para identificación y recuentos de ganado que permitían el control, la retirada de los potros para las ferias, la obtención de los animales mostrencos –sin dueño, que se quedaba el duque- y la labor sanitaria.

Considera que hay mejores negocios en ganadería si uno se atiene a factores puramente económicos. /Foto: Edith-HBN.

Desde aquellos tiempos hasta bien entrado el siglo XX el ganado equino tenía un uso muy concreto para ser tracción de trilla y transporte, labores de campo. En desuso esa ocupación actualmente esta gestión ganadera está más enfocada a la monta y a la explotación cárnica. Pero en este sentido deja claro nuestro interlocutor que la marismeña no es la modalidad ganadera ni equina ni bovina más útil en términos de negocio. Otras tipologías y razas determinan una más fácil rentabilidad, de ahí que el componente romántico, cultural e identitario sea la razón fundamental de la pervivencia de la actividad.

Arangüete nos muestra un video reciente de unos escolares almonteños relacionado con la Saca de las Yeguas. /Foto: Edith-HBN.

El lunes 26 se abren con la espectacular Saca de las Yeguas cuatro días intensos de labores de manejo de ganado, manipulación que en ciertos aspectos se circunscribe en todo el año a este fugaz periodo. El 27, 28 y 29 de junio el Certamen Agroganadero convoca a amantes del caballo y las vacas en Almonte para culminar esta edición de la ancestral Saca marismeña. Una oportunidad única de trasladarnos en el tiempo y recrearnos en una riqueza etnológica sin igual.

 

Enhorabuena, Juan Adolfo.

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