Juan Agustín de Mora. El debate -que no debería ser tal- es si queremos asumir de verdad Tartesos como un eje identitario, económico, cultural, si queremos coger el último tren de Tartesos, su puerto. Pero no un tren de esos a los que estamos acostumbrados en las dos líneas provinciales (Sevilla, Zafra), que se escacharran un día sí y otro también, no. Hablamos del tren definitivo, el que haría que Huelva fuera considerada de otra manera. Nos encontramos en un punto que podría ser de inflexión o, por el contrario, la asunción definitiva de que en esta ciudad no hay nada que hacer. Admitir que siempre seguiremos siendo unos ‘pobretones’, una ciudad de segunda, una estación término.
Desde que se descubrieron los restos del Puerto de Tartesos en el mismo centro de Huelva, a todos aquellos onubenses –que son más de lo que parece- que no responden al estereotipo de indolentes se les encogió el corazón.
Cansados de escuchar que Huelva es una ciudad fea, que no tiene nada que ver, que menos mal que tiene, eso sí, una provincia maravillosa, aparecía un punto de luz que iluminaba algo tan esencial y tan menoscabado como una identidad propia susceptible de generar orgullo, y mostrarse. Un ejemplo tangible y consistente de un pasado único, destacado, verdaderamente ‘original’ -a los eslóganes hay que darles contenido de verdad-. Una prueba que elevaba, de nuevo -pero esta vez también cuantitativamente-, la posición de la antigua villa –y más antiguo enclave esencial nada menos que en la Economía y Cultura Occidental Protohistórica-.
Una oportunidad, quizá la última, de poner las cosas en su sitio –en este caso realmente ‘dejarlas’- y cambiar una dinámica ya tradicional de parcheo en la definición de esa identidad onubense capitalina que tan pobre se presenta en el ‘mercado’. Esa que, ante el propio auto-desconocimiento y banalidad –cultivada tradicionalmente por los poderes públicos- , recurre siempre a atribuirse argumentos y simbología que realmente son de pueblos de la provincia, como Almonte, Palos, Moguer o Jabugo, por citar algunos ejemplos.
Y decimos la última porque el devenir ‘nos lo ha puesto a huevo’ pero probablemente sea implacable si ‘matamos’ o mutilamos a esta la que podía ser, precisamente, una gallina de huevos de oro –en lo económico, en lo cultural, en lo identitario-. Si dejamos pasar este tren del puerto de Tartesos no se nos ocurre en que más puede auto-afrentarse una Huelva que lo único que hace siempre es lamentarse.
Entendemos que con buena intención la Delegación de la Junta de Andalucía convocó a una serie de representantes de distintos ámbitos profesionales y de la propia administración, para valorar cómo y en qué medida podrían preservarse los restos del puerto de Tartesos, pero siempre compatibilizándolo con la construcción del nuevo edificio de la Delegación Provincial.
El resultado de la misma fue que se pretende respetar parte de la parte superficial de estos restos, sacándolos del yacimiento y reponiéndolos en el mismo lugar, elevándolos medio metro sobre su emplazamiento original. La propuesta supone, según se nos ha comentado, el máximo al que se puede optar para la conservación de los restos, dado que los arquitectos que estaban en esa reunión entienden que no hay fórmulas alternativas que permitan dar seguridad estructural al enclave. Pero ese ‘máximo’ está supeditado en todo caso al proyecto de la nueva Delegación. Por ello se circunscribe a dejar un espacio reducido -unos ciento ochenta metros cuadrados en una superficie de más de ochocientos- de los restos encontrados.
Como meros observadores, y aceptando el limitado valor de nuestro criterio por ello, nos cuesta creer, no obstante, que no haya soluciones técnicas, si se ha dicho que no es una cuestión de dinero, para preservar íntegro e in situ el tesoro descubierto, con objeto que sea visitable. La palabra clave es voluntad.
Como señalamos, valorable iniciativa la de la Delegación de la Junta pero que adolecía de no invertir el orden jerárquico en sus objetivos. La reunión se había planteado en el sentido de construir el edificio supeditándolo a una fórmula que preservase en la mayor medida posible los restos. Si tenemos en cuenta el valor incalculable del tesoro descubierto, en términos de identidad, de cultura, de proyección exterior, de autoestima de los ciudadanos ¿no habría sido más adecuado plantearse la pregunta de cómo se podrían preservar los restos situando en un segundo término la construcción del edificio?
En este caso quizá no hubiesen tenido tanto peso en la reunión los representantes de la constructora y los arquitectos de la misma. El planteamiento, por tanto, habría sido, ¿cómo podemos recuperar los restos y ponerlos en valor con la mayor ambición posible y de forma técnicamente viable? Si se adoptaba esta premisa, podría haberse cuestionado, y es a donde queremos llegar, la propia construcción del edificio. Por que ser ambicioso con los restos del Puerto Tartésico de Huelva -el único aparecido- es ser coherente, inteligente, justo y responsable. ¿Qué va a decir el arquitecto director de la obra, cuyo objetivo naturalmente es construir el edificio?
Intentemos hacer un análisis de pros y contras de adoptar como eje principal el puerto tartésico, aunque ello suponga abandonar la idea de situar allí el edificio de la administración andaluza. Primero los contras:
- Perder la oportunidad de contar con un edificio nuevo para la Delegación Provincial, se supone que con más funcionalidades que el actual y, sobre todo, situado en un lugar neurálgico.
- Retroceder en el proceso de construcción, con los perjuicios que ello conlleve para la constructora.
- Replantearse el proyecto de uso de ese espacio, con la inversión en tiempo y dinero que ello derivaría.
- Embrollo legal respecto a un proceso de la administración.
- Derribo de la fachada de la antigua delegación de Hacienda.
Nuestra opinión al respecto,
- El edificio actual de la Delegación en la calle Sanlúcar de Barrameda no parece que tenga demérito y resulta más que digno. Mejor sería uno nuevo y en el lugar proyectado, pero poniendo en la balanza esa ‘pérdida’ y en el otro lado la ganancia de hacer revivir, aspirando al máximo, el tesoro portuario parece que el platillo que más debería bajar sería este último. Por otra parte, si lo que se busca es centralidad, la Delegación del Gobierno bien podría ubicarse en la actual de la Delegación de Salud, intercambiando espacios.
- Este escollo se traduce en dinero. La constructora podría ser indemnizada o parcialmente indemnizada porque incluso podría compensarse en alguna medida con la urbanización de la plaza arqueológica del puerto de tartesos que podría construirse allí.
- El replanteo también se traduce en dinero. Suponemos que el coste total del mismo no superará al del propio edificio proyectado. Y si así lo fuese suponemos también que no sería algo desorbitado teniendo en cuenta las dinámicas de los presupuestos públicos y el valor del yacimiento.
- Subsanable a voluntad.
- La fachada de la antigua delegación de Hacienda, más allá de su consideración estética, no es un BIC, como se ha comentado en algunos foros y medios de comunicación. El edificio es protegido según el catálogo municipal, solo con protección p2, lo que significa protección tipológica y estructural. Sin embargo, parece que la calificación de notable valor arquitectónico aunque no de rango singular, le queda un poco grande. De hecho, por ejemplo, en aquel referencial catálogo de los edificios de interés de Huelva que hicieron Montaner, Jiménez y Escrig en 1977 -y que sirvió de base inicial al inventario de edificios protegidos por el ayuntamiento-, no se contemplaba a este de la antigua Hacienda con ninguna calificación de interés. Por tanto, no sería una barbaridad –y menos teniendo en cuenta la trayectoria urbanística de Huelva- la descatalogación de protección en base a un bien infinitamente mayor.
Estos serían los contras, más que subsanables en base a lo comentado. ¿Y los pros?… ¿alguien puede imaginarse –seguro que si- un espacio diáfano que ampliase la Plaza de la Constitución y que dejase a la vista los restos del Puerto Tartésico de Huelva? ¿Quién se atrevería a decir, a partir de entonces, que en Huelva no hay nada que ver? Es obvio que si lo hay ya, pero este sería un foco de atracción impresionante, para propios y extraños. No, no es lo mismo un espacio visitable en el interior de un edificio de oficinas, aunque tenga entrada independiente.
Ya no cabría la pregunta ¿y dónde está el casco histórico? El puerto tartésico visitable sería la referencia principal y el punto de partida para una serie de enclaves que, con esta nueva cultura de protección, defensa y lucimiento, permitiría al visitante recrearse de verdad imaginando tiempos pretéritos en el que esta ciudad era protagonista de la Historia en el mundo.
No podemos olvidar acontecimientos de la actualidad que deben ayudarnos a tomar decisiones adecuadas. Por ejemplo, basta observar la profusión informativa en los medios de comunicación nacionales respecto a los últimos y espectaculares descubrimientos en el yacimiento de Casas de Turuñuelo, en Extremadura. Su valor es incuestionable, pero fijémonos en que tratan de conectarlos con Tartesos, cuando bien podrían ser, por las fechas, turdetanos. Hablan de Tartesos tardío, y todos los medios le han dado una cobertura impresionante como descubrimiento tartésico. Eso sí que es imagen de marca, ubicar un espacio en España, en el mundo, provocar el interés en términos turísticos, de marketing. Ello nos da una idea de la importancia de Tartesos, una civilización que fue la más avanzada de su tiempo en Occidente.
Coincide todo esto con la publicación del libro del arqueólogo Diego Ruiz Mata, ‘Tartesos y Tartesios’. Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz cuestiona, a favor de la localización onubense, precisamente la consideración de Gadir como la más pretérita ciudad de Occidente. Identifica a Huelva como el núcleo principal de Tartesos.
Huelva no se merece perder el último tren, el puerto de Tartesos. No vamos a enumerar todos los que han pasado y hemos despedido desagradecidos agitando el pañuelo desde el andén. Tanto cemento encima de tesoros, tantos edificios derribados, tanto cabezo mutilado, tanta miopía cortoplacista e interés común supeditado al particular. Tanta incultura, al fin y al cabo.
¿Qué más necesitamos para ir a la mayor? Deberíamos, en este contexto, poner en primer lugar el puerto de Tartesos, y luego todo lo demás, incluido un edificio que si no se hace no pasa nada. Los restos que se van a integrar son una parte de los hallados en la actividad arqueológica. En concreto las estructuras datadas entre los siglos VIII y VI a.C. que se localizaron en un sondeo en la zona este de la parcela.
Las estructuras del Puerto de Tartesos del siglo VIII encontradas en una trinchera central y aquellas que puedan encontrarse en el 40% de la parcela que aún no se ha investigado serán tapadas por la losa de hormigón bajo los aparcamientos y almacenes que ocuparán la mayor parte del sótano. Por tanto, sólo se integrará una parte limitada de la zona portuaria protohistórica, y se hará desmontando y recolocando los restos. Una solución que queda pequeña con el merecimiento del Puerto Tartésico de Huelva, con su interés identitario, turístico, cultural, económico. Una visión muy de faros cortos que puede conllevar a un resultado del que lamentarse.
El promotor de la obra es la Junta de Andalucía, somos todos por tanto. Nunca más fácil para que prevalezca el interés común, dado que no debería haberlos particulares en este tema del puerto de Tartesos. Un valor añadido de oportunidad en un escenario tan factible que nunca previamente se había dado.
En todo caso, lo que si sería conveniente es no correr y, si fuera preciso, dejar en stand by el enclave, tapando provisionalmente los restos para dar seguridad a uno de los edificios adyacentes, y pensar tranquilamente en la decisión adecuada, agotando en el análisis todas las opciones técnicas y alternativas. La oportunidad, única como pocas, que Huelva bien lo merece.
A los políticos hay que pedirles responsabilidad, compromiso, honradez y rigor. Pero también ambición, imaginación y valentía. No nos quedemos en aquello y nos olvidemos de esto. Las sociedades, las ciudades que se destacan suelen ser las que -sin dejar de vista lo otro- cultivan precisamente ambición, imaginación y valentía. Hay que pensar a lo grande.
Ojalá apareciese un Gobernador Alonso entre nuestros dirigentes que salvase, de verdad, el Puerto de Tartesos, tal como lo hizo aquel con el Convento de la Rábida –en su integridad– a mediados del XIX. La decisión de aquel político permitió que hoy podamos disfrutar del cenobio franciscano, referencia esencial en la historia colombina y americanista. Casi imploramos al cielo que alguno de los políticos de hoy en día coja el testigo de aquel visionario y haga lo mismo con este enclave del puerto de Tartesos. Seguro que generaciones posteriores, como lo hacemos nosotros hoy con Alonso, lo agradecerían.
Puerto de Tartesos, Huelva. Una joya.
10 comentarios en «La gran oportunidad para Huelva, su puerto original, el último tren de Tartesos»
Periferias invita a los lectores a visitar su página http://www.periferias.es, concretamente el siguiente enlace:
https://www.periferias.es/cronica-desatino-iv/
En esta entrada se incluye, entre otros, un enlace a una propuesta técnica viable para resolver la integración de todos los restos (ver directamente esta solución en:
https://drive.google.com/file/d/1nwtRerzuVMDrMSNUuXAUSzUjJf-VR3BH/view?usp=share_link)
Esto hay que salvarlo, si o si. Es un deber con nuestra cultura milenaria y con nuestros descendientes. Lo dice un sevillano enamorado de nuestro patrimonio e Historia. No podemos fallar. Mi apoyo a mi Huelva. Un abrazo
Se tiene que conservar, sin duda alguna ?. Saludos y enhorabuena ? Huelva.
Muy acertado lo que propone. Sacar los restos a la luz y ampliar para ello.la plaza del Ayuntamiento. Desde Madrid apoyo la idea. Bravo por Huelva.
Muy acertado lo que propone. Sacar los restos a la luz y ampliar para ello.la plaza del Ayuntamiento. Desde Madrid apoyo la idea. Bravo por Huelva.
Creo que la Junta de Andalucía debe de buscar otro en emplazamiento para la construcción de la delegación del gobierno en Huelva, y darle valor a tantísimo enterramiento que han hecho de la historia de nuestra ciudad y por ello de la historia de España, onubenses echemos no a la calle para reclamar de una puñetera vez lo nuestro
No entiendo el empeño en conservar la fachada del antiguo edificio de Hacienda, feo donde los haya, sobre todo cuando tapa un auténtico tesoro. Es de tontos. Una cosa así sólo puede pasar en Huelva. Nuestros políticos no tienen remedio, un poco más de cultura les haría falta.
No habrá sitios en Huelva para hacer aparcamientos y oficinas.
¿Taparíamos bajo una losa de hormigón la Giralda, la mezquita-catedral, la Alhambra? Un edificio moderno se puede construir en cualquier otra parte de Huelva, la historia NO. ¿Que mensaje envía la Junta a cualquier empresa que encuentre un resto arqueológico? Tápalo que no nos importa.
Sería una barbaridad de dimensiones históricas que se acabase priorizando la construcción de un edificio administrativo frente a la preservación e íntegra puesta en valor de un hallazgo de tal magnitud, que según los arqueólogos, es único y de un valor incalculable. Estamos hablando ni más ni menos que del puerto de Tartesos, en pleno centro de Huelva. El edificio administrativo puede ir en otro lugar, pero el puerto de Tartesos debe quedar totalmente a salvo y visitable. Como bien dijo anteriormente otra persona, una plaza frente al Ayuntamiento de Huelva, con el puerto de Tartesos al descubierto, sería sencillamente espectacular, sería un lugar de interés de primer nivel y a ver si alguien todavía se atrevería a decir que en Huelva no hay nada que ver. Los políticos deben recapacitar y pensar que somos el pueblo quien los coloca ahí y deben gobernar para nosotros, no se les está pidiendo nada descabellado, todo lo contrario, preservar algo único, que afortunadamente tenemos aquí y no se puede perder. Mi reconocimiento a organizaciones como Huelva te mira y cuantas luchen por preservar el patrimonio de Huelva y a las que la sociedad onubense debemos respaldar. Un saludo
Hay que conservar todo el patrimonio y cultura de esta Huelva, lo dice un madrileño enamorado de Huelva